Creo que cualquiera estaría encantado de ver una no ya una comedia excelente, de esas que te hacen partirte de la risa, sino simplemente una buena. De hecho, siguen haciéndose, pero se estrenan tantas que como mucho tienen un par de buenos gags que es normal sentir cierto recelo ante algunas, sobre todo de aquellas que se escudan en una supuesta incorrección política que luego no es más que una excusa para que la grosería oculte su falta de ingenio.
Por mi parte, temía que ‘¿Tenía que ser él?’ ('Why him?') acabase siendo otra pérdida de tiempo por mucho que contase con Bryan Cranston y que el anterior largometraje de John Hamburg, su director, fuera la muy disfrutable ‘Te quiero, tío’ (‘I Love You, Man’). Al final no ha sido para tanto, pero esta variante de ‘Los padres de ella’ (‘Meet the Parents’) tampoco es nada del otro mundo, ya que apenas ofrece diversión a cuentagotas.
El novio de ella
No es que ‘Los padres de ella’ inventase realmente nada con la historia que contaba, pero es normal que en su momento diera pie a otras producciones que intentaron replicar su éxito echando mano de armas similares. Sin embargo, han pasado ya 16 años de su estreno y la propia saga se agotó definitivamente con su, pese a todo, digna tercera entrega, así que hacía falta algún cambio para revitalizar la fórmula y eso es lo que propone ‘¿Tenía que ser él?’.
En esta ocasión todo gira alrededor de una familia conociendo al singular novio de su hija o hermana, aunque a la hora de la verdad todo vuelve a girar alrededor del choque entre los dos hombres más importantes en la vida de ella: Su padre y su pareja. Eso es todo, ya que alrededor de ello puedes poner todos los adornos narrativos que quieras –todos ellos tan previsibles y superficiales que acaban dándote igual-, pero a la hora de la verdad todo empieza y acaba ahí.
Al respecto conviene señalar que no faltan las bromas que se quedan muy lejos de dar en la diana y que la peculiar relación que se establece entre ambos tiene algún detalle bastante endeble -me falla, y mucho, cómo evoluciona la esposa en la ficción de Cranston, ya que rompe cualquier posibilidad de creerme lo que sucede-. No obstante, sí que establece una especie de universo propio para Franco que es lo que permite que uno nunca llegue a terminar de aburrirse.
Desde su ayudante hasta el cocinero salido de ‘Top Chef’, todo lo que rodea a un entregado James Franco es muy excéntrico y de forma individual podría incluso llegar a resultar chirriante, pero el guion del propio Hamburg logra darle a todo un sentido que encaje con la personalidad del personaje de Franco. Ahí, como es lógico, hay espacio para excesos de lo más llamativos, algunos de los cuales nunca logran su finalidad cómica, pero todos cuadran y ahí hay que concederle cierto mérito a ‘¿Tenía que ser él?’.
'¿Tenía que ser él?' no nos da gran cosa
No obstante, lo realmente importante es que te haga gracia, tanto cuando juega con la vergüenza ajena -esa visita al cuarto de baño- como cuando no duda en dejarse llevar por lo escatológico. Ahí el equilibrio resulta más cuestionable y sólo funciona a ráfagas, pues a veces hasta dentro de una misma escena puedes sonreír y pensar que menuda chorrada estás viendo.
Lo curioso de todo ello es que en ‘¿Tenía que ser él?’ nunca llega a dar la sensación de que haya algo improvisado, una tendencia bastante marcada en cierto tipo de comedia americana reciente que busca conseguir así una mayor frescura. Aquí Hamburg confía en el material -poco o nada aporta desde la puesta en escena- y en la química entre Cranston y Franco, pero a la hora de la verdad todo acaba dependiendo de con qué va a sorprendernos el segundo.
Más allá de eso hay poco más que rutina bienintencionada, algunas salidas de tono que le hacen más mal que bien y el mensaje que todos sabemos que nos van a querer transmitir antes incluso de que los dos personajes protagonistas se crucen. Aparte de eso, Zoey Deutch muy mona y se agradece que no todo esté al servicio de Cranston -aunque sea el verdadero protagonista-, pero más allá de eso hay muy poco que rascar en un producto para ver y olvidar que al menos no aspira a ser nada más.
En definitiva, ‘¿Tenía que ser él?’ es un pasatiempo que no te va a dar mucho y además lo positivo que tiene, porque algo hay, está esparcido entre una tontería que al menos nunca llega a resultar ofensiva. Insuficiente para recomendar su visionado, pero sí que es una opción a tener en cuenta para una tarde que queráis tener el cerebro desconectado y os valga con un puñado de risas. Eso es lo que encontraréis aquí.
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