'Tenemos que hablar', una comedia intrascendente

Es evidente que en el cine hay de todo, desde imprescindibles obras maestras que todo cinéfilo debería ver hasta insultantes pérdidas de tiempo que hay que hacer todo lo posible por evitar. Como es lógico, hay multitud de obras entre ambos extremos y las que más desapercibidas suelen pasar son aquellas cintas inofensivas que a duras penas dan para pasar el rato y de las que luego te olvidas con rapidez.

Lo curioso es que son mucho más numerosas de lo que podría parecer, por lo que no me sorprendería lo más mínimo que en realidad cada semana llegasen varias a los cines. Hoy me toca hablaros de una que se estrenará en España este próximo viernes 26 de febrero. Se titula ‘Tenemos que hablar' y espero acordarme lo suficiente de ella como para transmitiros de forma clara lo intrascendente y muy poquita cosa que es.

Poco memorable (si es que lo es en algo)

‘Tenemos que hablar’ es una comedia de enredo con la que David Serrano busca repetir el éxito conseguido en su momento con el guion de ‘El otro lado de la cama’ que luego únicamente igualó con ‘Días de fútbol’, su discreta ópera prima. En parte por eso imagino que habrá echado mano de la ayuda de Diego San José -'8 apellidos vascos' y su secuela- para escribir el libreto, pero la verdad es que hay poco memorable en su vertiente más cómica.

Como era de esperar, todo se convierte en una bola que no deja de crecer desde el momento en el que ella -Michelle Jenner- se ve incapaz de pedirle a él -Hugo Silva- el divorcio para casarse con otro tras un suceso que hace que piense que su ex ha intentado suicidarse. El punto de partida cuadra con ese absurdo necesario para crear una comedia así, pero la cosa nunca termina de despegar porque acaba forzando más de la cuenta y cayendo a menudo en el ridículo.

Un buen ejemplo de ello lo encontramos en el personaje de Belén Cuesta, una actriz muy activa últimamente. Ella hace lo que puede por evitarlo, pero cualquier posibilidad de equilibrio real se viene abajo por su culpa, ya que el guion la utiliza un poco como excusa para cualquier cosa sin darnos nunca una explicación medianamente razonable para justificar lo que hace ella metida en todos los ajos.

No faltan otros excesos no del todo afortunados -pienso por ejemplo en algunas aportaciones del personaje de Ernesto Sevilla-, estos sí que surgen de una dinámica necesaria tanto para el personaje protagonista como para el devenir de la historia, y no lo voy a negar, alguna cosa simpática también aportan. Sin embargo, creo que lo más conveniente habría sido centrarlo todo en ellos dos y en los padres de ella, ya que ahí es donde está lo más interesante de la función.

El escaso encanto de ’Tenemos que hablar’

He de confesar que mi principal motivo para tener esperanzas en ‘Tenemos que hablar’ estaba en que suponía el reencuentro entre Silva y Jenner, que ya habían mostrado una gran química en la televisiva ‘Los hombres de Paco’. Aquí resurge esa chispa, lo cual ayuda a que uno no desconecte en los momentos más bajos, pero es que Serrano tampoco parece ser capaz de extraer lo mejor de ellos, en buena medida por varios errores a la hora de definirlos.

Ni siquiera ellos se libran de varios errores de guion para darles una verdadera consistencia que avale sus diferentes reacciones, ya que en el caso de ella se abusa demasiado de su incapacidad para confesar la verdad. Es cierto que da pie a una alguna efectiva situación cómica -la no cena en un restaurante-, pero en algunos momentos también llega a ser ligeramente crispante, dañando así a nuestro deseo de que acaben juntos.

Con todo, el trabajo de Silva y Jenner logra compensar buena parte de esos problemas, encontrando además un agradable apoyo en Óscar Ladoire y Verónica Forqué. Tampoco es que Serrano y San José exploren a fondo sus personajes o su relación, pero ahí es justamente donde esa tendencia a hacer crecer la bola de las mentiras mejor encaja con todo. Lástima de falta de un mayor arrojo para darles mejores armas con las que jugar a ellos dos.

El problema al final es que ‘Tenemos que hablar’ no es especialmente divertida -lo más logrado está al principio y ya puede verse en el tráiler-, de hecho no llega a ser del todo entretenida, pero además carece de ese encanto necesario para que pasemos por algo sus meteduras de pata y su notable cantidad de lugares comunes, ya que su puesta en escena es anodina apostando por la simple funcionalidad, incapaz de dejar impronta alguna.

En definitiva, ‘Tenemos que hablar’ es una comedia para pasar el rato sin esperar demasiado -no hay ni un gag memorable- y que seguramente acabes olvidando quizá en menos tiempo del que has dedicado a su visionado. Mala tampoco es, pero sí que te aporta tan poco que yo en todo caso os recomendaría dejarla para verla un día de pereza absoluta en el que os conforméis con algo no ofensivo y prefiráis tener el cerebro fuera de cobertura. Sin más.

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