La temporada 7 de 'Élite' es una mejora respecto a su predecesora, pero la serie de Netflix sigue estando muy lejos de sus años de esplendor

La mejora no es muy grande, pero al menos sirve para quitar un poco el mal sabor de boca que dejó la temporada anterior

Nunca he sido el espectador objetivo de 'Élite', pero la serie de Netflix me conquistó con su improbable mezcla de géneros durante sus primeras temporadas, pero hace tiempo que fue perdiendo interés hasta el punto de tocar fondo con su anterior entrega. Tanto es así que sopesé seriamente el dejar de verla, pero el trabajo manda y opté por darle al menos una última oportunidad.

No puedo decir que lo que he visto -Netflix solamente ha proporcionado 3 episodios a la prensa- de la temporada 7 haya sido una mejora reseñable, pero sí que ha repuntado ligeramente, lo suficiente como para que seguir con ella no se haya convertido en una carga. Eso sí, el lujoso fichaje de Maribel Verdú poco o nada ha tenido que ver con ello.

Un tímido repunte

Una cosa que se ha notado desde la entrada de Jaime Vaca a la serie es que 'Élite' ha intentado fortalecer cada vez más la continuidad entre temporadas, normalmente a través de algunos misterios que quedaban pendientes. Eso es algo que alcanza ahora su punto álgido, ya que la séptima entrega parte de forma directa del tiroteo con el que concluyó la anterior para ir construyendo todo a partir de ahí.

Además, no se trata del único detalle del tramo final de la anterior que ejerce una gran influencia sobre el comienzo de la temporada 7, pero con la gran particularidad del regreso de Omar Ayuso a la serie. Nunca creí que fuese un actor especialmente dotado, pero su vuelta ayuda a que la serie incida un poco más en el peso de todo lo que hemos visto suceder en Las Encinas.

Hasta ahora era muy fácil ir enterrándolo todo con nuevos fichajes o que los traumas solo reapareciesen en momentos muy oportunos, pero aquí es algo que forma parte del hilo central de la temporada y ayuda a que ese vigor dramático que han intentando potenciar durante los últimos años tenga una mayor efectividad. Eso sí, todo lo relacionado con la nueva pareja de Omar resulta tremendamente mediocre y llega a dar la sensación de estar ahí solamente para añadir algo más de salseo emocional a la serie.

Ya veremos cómo evoluciona todo eso, pues hasta ahora Omar ha estado algo desconectado del resto de protagonistas y no me motiva mucho el otro conflicto al que parece que va a tener que hacer frente, pero no dejan de ser especulaciones por mi parte. Eso sí, de las novedades de esta temporada 7 solamente hay una que ha conseguido interesarme tanto o incluso más que el regreso de Ayuso.

Mucho se comentó en su momento el fichaje de Maribel Verdú, y no es para menos, ya que seguro que ayudó a que se fijasen en la serie muchos que la habían ignorado hasta entonces o que hace tiempo que la dejaron de lado. El problema es que su personaje es prácticamente indefendible, es como si hubiesen querido reunir en ella algunos de los elementos más gastados de los culebrones más rancios, algo que incluso se nota en muchas de sus líneas de diálogo. Ella se nota que hace lo que puede para meterse el papel e incluso intentar pasárselo bien, pero nunca llega a funcionar. Ojalá eso cambie cuando pueda mostrar del todo las verdaderas intenciones del personaje.

La cosa es muy diferente con Chloe, su hija en la ficción, ya que puede que la construcción del personaje interpretado por Mirela Balić desde el guion resulte delirante en algunas situaciones, pero la joven actriz logra darle esa energía especial que requiere para que encaje como un guante en este nuevo enfoque que ha tenido este universo tras la salida de Darío Madrona. Funciona incluso cuando hace alguna cosa cuya función parece ser únicamente molestar a otro personaje e impulsar tramas hacia delante.

Por lo demás, la mezcla entre tramas pendientes y nuevos frentes fluye con más eficacia que en la sexta temporada. Tampoco es que eso tenga gran mérito, pero sí ayuda a que uno siga viendo los episodios sin llegar nunca a aburrirse. Si hasta hay algún tímido intento de recuperar ese lado más jocoso y festivo de la 'Élite' que hace tiempo se había desdibujado casi por completo. Se sigue quedando muy lejos de su mejor época, pero a estas alturas estoy dispuesto a celebrar cualquier mejora que haya, por pequeña que sea en realidad.

Por lo demás, un tono continuista con todo lo anterior, incluyendo algunas novedades de poco interés, como todo lo relacionado con Anitta y Carmen Arrufat. Mira que celebré que la protagonista de 'La inocencia' fichase por 'Élite', pero los tumbos que está dando la serie con su personaje están resultando cada vez más molestos. Y es parece que se esté buscando cierto realismo en su propia contradicción, pero a la hora de la verdad impera la idea de que están jugando con su personaje sin ton ni son con fines de potenciar esa vertiente más dramática de la serie.

Lo que nos queda al final sigue siendo una pálido reflejo de lo que llegó a ser 'Élite', pero al menos aquí hay pequeños chispazos que invitan a pensar en una despedida de la serie que no sea completamente por la puerta de atrás. A fin de cuentas, ya se ha confirmado que la temporada 8 será la última de la serie, y tiene muchísimo mérito que vaya a llegar hasta ahí, pero, visto lo visto, me conformo con que al menos esta ligera mejora se confirme y el final de todos los misterios en Las Encinas sea un cierre digno.

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