En su momento descubrí tarde ‘Padre de Familia’, pues la serie creada por Seth MacFarlane había sido cancelada varios años atrás y solamente con motivo de su inesperado regreso a Fox empecé a interesarme por ella. He de confesar que al principio disfruté mucho con ella, pero llegó un punto en el que su humor absurdo empezó a resultarme demasiado repetitivo y poco a poco dejó de hacerme gracia, tardando bien poco en perder cualquier interés en ella.
Esta minúscula reflexión sobre la serie que lanzó a la fama a MacFarlane viene con motivo de que me da la sensación de que me está pasando lo mismo con su salto al cine, ya que en su momento me lo pasé bastante bien con ‘Ted’, luego la cosa empezó a flojear de forma preocupante con ‘Mil maneras de morder el polvo’ (A Millions Ways to Die in the West), mientras que ‘Ted 2’ ha acabado siendo una completa pérdida de tiempo con la que no llegué a reírme ni una sola vez y además me ha dejado la sensación de estar hecha con desgana para salir del paso sin mucho esfuerzo.
El humor desganado de ’Ted 2’
No es que ‘Ted’ fuera una gran película, pero su humor irreverente funcionaba mucho mejor de lo que esperaba y además tenía un interesante trasfondo dramático que me permitía conectar a nivel emocional con lo que pudiera pasarle a ese oso de peluche parlante y a su mejor amigo interpretado de forma solvente por Mark Wahlberg. A todo eso le añades algunos simpáticos cameos y al menos yo no puedo quejarme.
El problema es que era una cinta que no pedía una secuela, pero su enorme éxito–en su paso por los cines ingresó casi once veces lo que costó- hizo que en Universal tardasen bien poco en dar luz verde a una segunda entrega que ha apostado por el más de lo mismo sin molestarse lo más mínimo en la chispa de su humor o incluso en justificarlo mínimamente, ya que hay una escena que llama la atención por intentar saltarse todos los límites de lo políticamente correcto.
La cuestión es que está ahí metida con calzador y su total aleatoriedad hizo que lo que podría haber sido divertido –este tipo de chistes requieren de una cierta preparación para que el espectador esté predispuesto a la risa- se convirtiera en algo ridículo con el único objetivo de resaltar de cualquiera manera su toque políticamente incorrecto. Por otro lado, siempre será mejor eso que las bromas sexuales sin venir a cuento o la mala baba postiza –y repetitiva- que MacFarlane intenta dar al relato.
Con todo, lo realmente importante no es el tipo de humor que use la película, sino la forma de desplegarlo, pues en ocasiones parece que es suficiente con salirse de la dictadura de lo políticamente correcto, pero yo no estoy dispuesto a aceptarlo a cualquier precio y aquí se recurre a ello de forma desganada y sin aportar nada estimulante. Al menos no llega a dar vergüenza ajena como sucede en ‘Rey Gitano’, pero ese es un triste consuelo.
Repetición sin inspiración
Lo que también se nota bastante claramente es que MacFarlane no sabe qué es exactamente lo que busca más allá de los elementos más superficiales de su premisa, ya que el drama de Ted sobre si es considerado o no una persona es algo cuyo interés decae de forma acelerada, mientras que su peculiar relación con Wahlberg se resiente de forma notable, aunque no tanto como la situación sentimental de este último, objeto de varias bromas sin pizca de gracia.
En ese último punto, ‘Ted 2’ sale perdiendo mucho por la ausencia de Mila Kunis y la inclusión de una Amanda Seyfried que hace lo que puede para intentar amoldarse al tono dominante, pero su personaje resulta tan absurdo que nunca llega a hacerme gracia nada de lo que hace, mientras que como interés romántico de Wahlberg todo es demasiado rutinario y forzado. Eso sí, al menos ella pone de su parte, lo cual no sucede con un Morgan Freeman que casi parece incómodo por tener que hacer acto de presencia.
Tampoco ayuda demasiado la tendencia de MacFarlane al reciclaje de situaciones y bromas, algo especialmente patente en la presencia de Giovanni Ribisi, cuyo personaje daba pie a algunos de los momentos más flojos de ‘Ted’. Eso y la alarmante falta de ideas sobre qué hacer con el personaje que no se hubiera hecho ya antes se traduce en lo habitual en las secuelas de una comedia éxito: Repetición sin inspiración, algo muy peligroso cuando lo chabacano es uno de tus principales ejes.
En definitiva, ‘Ted 2’ me ha parecido una pérdida de tiempo, ya que coge los mismos elementos que su predecesora y los mezcla de mala manera y sin prestar atención a cómo hacerlo para que al menos pudiera reírme de vez en cuando. Sería muy fácil despacharla sin más como una secuela innecesaria, pero lo realmente molesto es que MacFarlane ni ha intentado conseguir evitar esa sensación e incluso la potencia en no pocos momentos. Suspenso.
Otra crítica en Blogdecine | 'Ted 2', víctima de la secuelitis
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