'Taxi Teherán', la realidad desde la ficción

Hay que respetar que muchos espectadores estén solamente interesados en el cine como un una forma más de entretenimiento, pero también debemos tener claro que tiene la capacidad para ser mucho más que eso y que hay determinadas películas que requieren un esfuerzo adicional para entender del todo lo que nos cuentan. ‘Taxi Teherán’, ganadora del Oso de oro en la última edición de la Berlinale, es una de ellas.

Jafar Panahi es un director iraní que fue condenado por la justicia de su país a, entre otras cosas, estar 20 años sin poder escribir o rodar película alguna. Sin embargo, ha conseguido rodar y estrenar tres títulos desde entonces, siendo ‘Taxi Teherán’ su último trabajo hasta la fecha. Este viernes 9 de octubre llega a los cines españoles y se trata de un interesante y muy entretenido acercamiento crítico a la realidad de su país desde la ficción, siendo precisamente esto último el origen de la única debilidad de esta notable película.

’Taxi Teherán’, un vistazo a la sociedad iraní

‘Taxi Teherán’ nace con una vocación documental, pero Panahi, también guionista de la misma, pronto deja claro que estamos ante una obra en la que todo está meticulosamente pensado para mostrar el estilo de vida en Irán, las limitaciones de la sociedad y los particulares puntos de vista de muchos de los que se suben al taxi conducido por el propio director. Además, su búsqueda del mayor realismo posible le ha llevado a contratar a actores no profesionales y a su propia sobrina, con quien comparte algunos de los mejores momentos de la función.

Todo ello dota a ‘Taxi Teherán’ de una frescura envidiable que consigue sortear con holgura sus propias limitaciones, en especial las formales –prácticamente todo está rodado con una pequeña cámara situada dentro del interior del vehículo que Panahi sabe utilizar de maravilla sin romper ese halo documental que busca-. A nivel de contenido sí que hay ciertos peros, ya que la práctica totalidad de situaciones presentadas funcionan por sí mismas, pero la acumulación de las mismas y el estilo de alguna de las actuaciones no tardan en recordarnos que se está forzando un poco más de la cuenta para transmitir todo lo que nos quiere contar.

Con todo, Panahi logra que eso nunca llegue a convertirse en un problema grave, ya que los inspirados diálogos sí logran mantener esa ilusión y además consigue poco menos que un milagro al saber equilibrar su faceta más ligera –ojo, que el humor tiene muchísima presencia, incluso en momentos en los que a priori cuesta concebirlo como posible- como los detalles más oscuros que va dando sobre la realidad de su país, y todo ello sin caer nunca en extremos innecesarios, ya que la densidad de su propuesta se encuentra en su rico –aunque quizá un poco obvio- subtexto.

Otros detalles

Eso sí, reducir ‘Taxi Teherán’ a una radiografía de su país sería un poco injusto por mucho que por sí solo ya abra un apreciable espacio para la reflexión, ya que además hay otra lectura muy interesante para los amantes del cine, y es las limitaciones de las historias que se pueden contar. Es cierto que está aplicado al caso iraní y hay una carga evidente de queja por el hecho de que sus trabajos sólo puedan verse por medios ilegales en su propio país –he de confesar que mi personaje favorito es el contrabandista de películas y series prohibidas-, pero es perfectamente extrapolable a otros países y a mí fue lo que me dejó más poso.

Sí es cierto que Panahi apuesta por un ritmo que no se presta a las emociones fuertes, pero su apuesta contemplativa no se traduce en largos planos en la que su contenido es únicamente el mensaje simbólico de las imágenes, ya que prefiere que sean sus charlas con los pasajeros las que refuercen ese doble significado de lo que vemos, ya que también es posible tomárselo como pequeños –ninguno dura demasiado, otro acierto que se extiende a la propia película- y simpáticos episodios más accesibles para aquellos espectadores que tampoco tengan mucho interés en comerse la cabeza.

En definitiva, ‘Taxi Teherán’ no es una obra maestra -también es cierto que hay muy pocas cintas que merezcan una valoración de la que se abusa demasiado-, pero sí es una película muy recomendable que funciona tanto en su vertiente más reflexiva como si únicamente quieres pasar un rato entretenido. Sí que se nota un poco que nos están “engañando” con su estética documental y da el cante con algunos de los actores, pero tampoco es algo que tenga tanta presencia o que sea tan negativo.

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