Netflix ha aprovechado cualquier ocasión que ha tenido para sacar pecho con algunas de sus películas en 2018. Bien reciente tenemos el caso de ‘A ciegas’ y sus 45 millones de reproducciones en 7 días y no hay que remontarse mucho más para encontrar los 200 millones de dólares que supuestamente habría recaudado ‘Crónicas de Navidad’ durante el mismo periodo de haberse estrenado en salas.
Sin embargo, su política de lanzamientos también ha relegado al olvido a mucho de sus largometrajes. Muchas veces porque simplemente no han promocionado su llegada más allá del tráiler de rigor. En algunas ocasiones puede que el público se haya perdido títulos que merezcan la pena como resultado de ello, pero en el caso de ‘Tau’ se han librado del mayor bodrio cinematográfico de 2018.
Arruinando una premisa interesante
Siendo justos, existían ya películas como ‘Engendro mecánico’ que habían jugado con una premisa similar a la de ‘Tau’ y que el gran referente en un caso así es HAL 9000 en ‘2001: Una odisea en el espacio’. No obstante, en el caso que nos ocupa no se asocia la maldad a una inteligencia artificial, sino que todo obedece a los experimentos de un genio malvado que puede haber encontrado la horma de su zapato en una joven ladrona.
‘Tau’ no empieza mal, centrándose primero en mostrarnos la astucia de la protagonista para ganarse la vida y luego enseñándonos la casa inteligente en la que ha quedado apresada. Es todo sencillo, directo e intentando dotar al resultado final de un estimulante acabado visual para así compensar la reducida cantidad de escenarios que el director Federico D’Alessandro tiene a su disposición.
No obstante, el hecho de que todo siga siendo un enigma en el libreto firmado por Noga Landau ayuda mucho a que uno se deje llevar por lo que está planteando la película. Los problemas llegan cuando hay que aclararlo todo, primero por lo endeble que resultan todos los conceptos del experimento realizado por un muy desacertado Ed Skrein y luego por lo ridícula que resulta la relación que establece entre la protagonista y TAU.
‘Tau’, de mal en peor
Por un lado los diálogos con los que ha de lidiar Maika Monroe rozan lo sonrojante, estropeando lo que hasta entonces no estaba siendo una interpretación especialmente mala. Sin embargo, el que juega con las peores líneas de diálogo es un Skrein incapaz de dar la más mínima consistencia a un personaje vacío. Es malo, hay algún apunte de que puede sentirse sexualmente atraído por ella y se supone que tenemos que creernos que es muy inteligente. Eso nos dicen pero nunca lo muestran.
Al mismo tiempo se juega con la idea del despertar de Tau, incluyendo que se crea que es una persona simplemente porque ella se lo dice. Llama mucho la atención que hayan contratado a Gary Oldman para prestar su voz a esa inteligencia artificial, un detalle totalmente desaprovechado ya que es justo esa línea argumental la que peor funciona en la película.
D’Alessandro intenta matizar esto a través de la fotografía, pero lo que resulta atrayente de entrada acaba volviéndose monótono y muy poco vistoso, prácticamente en consonancia con el propio devenir de la historia. Resulta curioso que una cinta con una duración tan ajustada te desespere en tantas ocasiones porque sí que hay ahí por ahí situaciones en las que podría remontar el vuelo pero a la hora de la verdad se hunde cada vez más.
En definitiva, ‘Tau’ es una pérdida de tiempo. Te puede engañar durante sus primeros minutos, pero acabas descubriendo que en su interior no hay nada más allá de reflexiones muy mal planteadas que ya habíamos visto en otras ocasiones, un guion que no hay por dónde cogerlo y hasta los propios actores rayan a un nivel tan bajo que imposibilitan cualquier tipo de redención.
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