Entre las próximas aspirantes al Óscar de mejor película hay propuestas para todos los gustos. Habrá a quien le sobren ciertos títulos -yo tengo muy claro que quitaría de ahí a 'Avatar: El sentido del agua'- o que echen en falta otros, pero la Academia ha decidido que esas sean las diez elegidas, dándose la casualidad de que una de ellas al fin llega a los cines españoles este viernes 27 de enero.
La película en cuestión es 'Tár', el primer largometraje dirigido por Todd Field desde que estrenase 'Juegos Secretos' en 2006. Un regreso que ha recibido un aplauso casi unánime por parte de la crítica pero a la que le ha costado más conectar con el público. Una lástima, ya que se trata de una obra excelente que ofrece más lecturas que la evidente y cuenta con una extraordinaria interpretación de Cate Blanchett.
La caída de Lydia Tár
Hay dos detalles especialmente importantes en la entrevista que se hace al personaje de Lydia Tár durante los primeros minutos de película. El primero es la mención a cómo controla el tiempo cuando está dirigiendo una orquesta y la segunda el hecho de que quinta sinfonía de Mahler, esa que a la protagonista le falta por grabar en vivo para conseguir un hito en el mundo de la música, es un misterio.
Está claro que ese largo segmento parece pensado para que conozcamos más en profundidad a su protagonista, pero ya entonces Field empieza a jugar con la percepción del espectador, algo que mantendrá a lo largo de todo el metraje, hasta el punto de que resulta inevitable preguntarse cuánto de lo que vemos en pantalla sucede realmente así.
Por un lado, tenemos el hecho de que Tár es una maniática del control, un rasgo lógico dado su trabajo y cómo de alto ha llegado en el mismo, pero a lo largo de la película vemos precisamente cómo va perdiéndolo hasta alcanzar su punto álgido en una escena que a priori puede parecer un poco fuera de lugar en términos dramáticos. Y digo puede porque también puede leerse como una forma de representar que su protagonista ha tocado fondo, pero no tengo del todo claro que esa sea la intención de Field, algo que se aplica a muchos más detalles esparcidos a lo largo de su generoso metraje.
Tengo claro que va a ser su curioso desenlace lo que despierte una mayor curiosidad en un sector importante del público y que es fácil verlo como un buen cierre para la idea de ver en 'Tár' una completa lectura sobre la política de la cancelación, pues la película a simple vista puede leerse de esa forma. Y como tal sería ya una obra más que notable que esquiva el camino más fácil para jugar en todo momento con la duda sobre qué ha sucedido realmente.
Las otras capas de la película
Esa es la primera prueba de que estamos ante una propuesta compleja, pues es cierto que queda claro que Lydia Tár no es una buena persona y hay infinidad de detalles que van acumulándose para que eso sea evidente. No obstante, Field nunca termina de ser muy claro alrededor de lo que sucedió con Krista Taylor, la presencia que persigue a la protagonista en todo momento, incluso antes de que el personaje de Blanchett sepa que se ha quitado la vida.
Por ello, 'Tár' tiene también algo de película de fantasmas, pero no tanto para coquetear con el terror como para incidir en sus efectos en la psique de su protagonista. Esa pérdida del control resulta cada vez más obvia y también qué es lo que hace que otros personajes acaben dándole la espalda. Todo está ahí detallado con calma y mimo para que la bajada a los infiernos de su protagonista sea tan progresiva como inevitable.
Sin embargo, Field también introduce elementos a lo largo del relato que suscitan cierta incomodidad en el espectador, sea por las fugaces apariciones de Lydia, por ese enigmático metrónomo, los inexplicables gritos en el parque o por esa escena clave en la que Tár sale en busca de otra música por la que se siente obviamente atraída, la cual desaparece de forma repentina.
Todo eso lleva a que nunca tenga del todo claro si lo que sucede es realidad, ficción o incluso alguna especie de alucinación de su protagonista, pero Field consigue algo milagroso al mismo tiempo, y es que 'Tár' en ningún caso sea una película confusa. Obviamente, habrá cosas que uno no termine de explicarse si opta por una lectura única, pero incluso entonces hay suficiente margen para intentar encajarlo en el conjunto de alguna forma.
Es ahí donde lo que mencionaba de los dos detalles del principio pasan a primer plano. Por un lado, cualquier opción de leer las imágenes surge de la pérdida del control de su protagonista de aquello que le rodea y el misterio está claro a poco que uno quiera rascar un poco más allá del enfoque más tradicional de ser una obra sobre la cultura de la cancelación, aunque tampoco haya nada de malo en quedarse solamente en eso porque la propia película lo avala.
Y es que ahí está parte de la grandeza de 'Tár', porque de forma directa todo es impecable. Claro que Blanchett brilla con luz propia, pero el trabajo del resto del reparto también raya a gran nivel y ese retrato de la caída de la cima tiene una fuerza indiscutible, pero ahí hay más cosas que no están puestas al azar. En un primer visionado pueden provocar desconcierto más que otra cosa, pero repasándola queda claro que la película ofrece mucho más de lo que parece a simple vista. Otra cosa es que aún se me hayan escapado varias o que la intensión de Field fuera la que se me ha ocurrido a mí, que podría estar perfectamente equivocado.
En resumidas cuentas
'Tár' es una película imprescindible que funciona a varios niveles y lo hace además de forma intencionada. Con la más clara ya se disfruta mucho, pero la reflexión a la que invita la convierte en una de las obras más ricas y complejas que se hayan estrenado últimamente. Y está muy bien que la hayan nominado al Óscar, pero aún mejor que ya tengamos la oportunidad de disfrutar con ella en la gran pantalla.
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