Anoche comenzó la edición número 13 de la Muestra Syfy de Cine Fantástico de Madrid con el preestreno de ‘La invitación’ (‘The Invitation’) -a los cines españoles no llegará hasta el próximo 8 de abril-, la gran vencedora del último Festival de Sitges. Había mucha curiosidad por saber si era merecedora de ese triunfo, lo cual se tradujo en una larga cola y un notable retraso en la hora de comienzo del pase.
Sin embargo, lo que realmente importa es que ‘La invitación’ dejó buen sabor de boca a la mayoría de los asistentes, aunque a distintos niveles. Hubo espectadores que acabaron entusiasmados ante la propuesta de la directora Karyn Kusama y los guionistas Phil Hay y Matt Manfredi, pero otros, entre los que me incluyo, disfrutamos siendo conscientes que este ejercicio de tensión podría haber dado bastante más de sí.
Inquietud y suspense
Durante los primeros compases de ‘La invitación’ no pude evitar acordarme de ‘Coherence’, la ingeniosa joya que pude ver en la Muestra Syfy de 2014, ya que el punto de partida guarda claros paralelismos con un grupo de amigos reuniéndose en una casa para celebrar algo, compartiendo también un uso similar de la iluminación y el hecho de que algo raro sucede durante esa cena.
No obstante, ‘La invitación’ opta por un camino más apegado a la realidad, jugando con el trastorno que sufren dos de los personajes por la muerte de su hijo varios años atrás. Ese detalle será esencial para crear la duda en el espectador sobre si Will -efectivo Logan Marshall-Green- está empeorando psicológicamente -algo que hasta se subraya de forma un poco tosca con pequeños flashbacks- o si realmente pasa algo raro.
El guion de Hay y Manfredi juega durante mucho rato al despiste entre esas dos opciones, pero sin que el metraje haya avanzado demasiado nos da cierta información sobre uno de los invitados que al menos a mí ya me dejó claro que las opciones argumentales de ‘La invitación’ se reducían a solamente una. Este es el punto que provocó que no disfrutase con tanta intensidad de la película, pues la tensión soterrada no se lleva demasiado bien con la previsibilidad.
Los puntos fuertes de ’La invitación’
Esto último que os comentaba es una pena, ya que Kasuma realiza un muy reseñable trabajo de puesta en escena para mantener en todo momento inquieto al espectador por lo que está por venir. Desde la utilización de una iluminación más apagada para resaltar la sensación de aislamiento hasta el uso notable de los planos cerrados -tampoco tenía muchas más opciones- para resaltar ese peligro latente que solamente Will parece percibir -si es que existe de verdad, claro está-.
Los propios actores también ayudan al mismo tiempo crear esa sensación de que algo raro está pasando y a incidir en la posibilidad de que todo sea simplemente fruto de la herida abierta de Will y Eden -muy acertada Tammy Blanchard haciéndonos dudar sobre cuál es su verdadero estado emocional-. Además, el tono dominante se suaviza por momentos con un poco de humor que le sienta muy bien al conjunto sin perder nunca el norte de su objetivo.
Es difícil hacer cualquier alusión al desenlace sin desvelar nada al respecto, pero me gustaría señalar que ‘La invitación’ se despide por la puerta grande con la decisión argumental que toma, la cual además encaja con lo visto previamente en lugar de ser un recurso tramposo para impactar al espectador. Es la guinda adecuada para el pastel de suspense que hemos ido saboreando hasta entonces.
En definitiva, la Muestra Syfy de 2016 ha empezado con buen pie gracias a ‘La invitación’, un disfrutable ejercicio de tensión al que solamente le falla que quizá resulta demasiado evidente en su propuesta y que cae además en algunas decisiones argumentales un poco tramposas -aunque al menos una de ellas funciona de maravilla-. Por lo demás, merece la pena, aunque se queda lejos de ser la gran película que en algunos aspectos demuestra que podría haber sido.
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