En el año en que se cumplen 30 de su cortometraje 'Chihuahua', Óscar Aibar vuelve a las salas de cine casi una década después de su último largometraje. Con 'El sustituto', presentada en Málaga, el cineasta sigue buceando en sus filias, fobias y pasiones. Bienvenidos al desembarco de criminales nazis en la Costa Blanca.
Nazis de ayer, poderosos del mañana
Óscar Aibar, con apenas media docena de películas en estas tres décadas, se ha convertido en el cineasta de culto por excelencia. Conocedor del medio como pocos (ha pasado casi una década en 'Cuéntame', donde ha dirigido 40 episodios), siempre ha centrado sus historias en apuntes personales que le remueven por dentro. Ha rodado poco, pero lo que ha hecho lo ha fabricado desde sus propias pasiones.
Rock, ovnis, recreativos, historietas, hazañas bélicas (oníricas) y, ahora, nazis. Aibar se ha documentado sobre uno de los más extraños y desconocidos sucesos de nuestra (intra)historia para contarnos cómo algunos de los criminales de guerra más buscados de la historia terminaron sus días entre cervezas y crema solar en Denia, Alicante.
Protagonizada por Ricardo Gómez, Vicky Luengo, Pere Ponce, Joaquin Climent y con un aterrador Pol López con un personaje por el que será recordado, la peli de Aibar bebe de aquellas siempre prodigiosamente divertidas y adictivas novelas baratas de Bruguera. De usar y tirar, decían. Muchos aún conservamos más de dos y de tres. Aquello era entretenimiento de primera desde sus alucinantes portadas. Como en ese caso, aquí tenemos una que arrebata toda nuestra atención.
La costa de los nazitos
El director no se esconde. Aibar sigue haciendo películas sobre lo que le gusta, y 'El sustituto' es esa novela pulp de bolsillo que te arregla el fin de semana. Además se permite el lujo de hacerlo mientras echamos un vistazo al pasado más oculto posible para entender un presente que no se esconde. Inspirado por una foto en un restaurante de playa, donde figuraban varios hombres vestidos con uniformes alemanes de la segunda guerra mundial, Aibar inició entonces una investigación que le llevó a descubrir cientos de detalles sobre nazis refugiados en la Costa Blanca disfrutando de un plácido retiro hasta bien entrada la transición.
Rodando en escenarios reales y asesorado por viejos testigos y afectados más o menos directos de la época, el director coloca sobre sobre los hombres de sus colegas Gómez y Ponce una investigación retro de esas que atrapan a través de atmósfera e interpretación, mientras nos recuerda que sus colegas lo son para siempre y nos reencuentra con Guillermo Montesinos o Susi Sánchez en una sala de cine.
Pero este sustituto, que llega a un pueblo para ocupar una trágica vacante, es también una búsqueda de la identidad. Una historia sobre nuestro pasado, privado y público, sobre la búsqueda de unas raíces que el fango no permite encontrar con facilidad. Dialogando entre pasado y presente, la película mantiene el pulso entre persecuciones, miniaturas y personajes capaces de provocar pesadillas. Por momentos parece que estamos ante una película de Agustí Villaronga.
Lo que Bryan Singer encontró en 'Verano de corrupción' salía de un relato de Stephen King incluido en 'Las cuatro estaciones'. Lo que Aibar encontró aquí estaba al alcance de los ojos de cualquiera, sin esconderse. Era real. Y la realidad siempre supera a la ficción. Sobre todo con estas cosas. El final de la película y el destino de uno de sus personajes debería dar para tertulias una buena temporada. Qué bueno que no te fuiste, Óscar.
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