Hay una serie de personajes esenciales en la historia del tebeo español y Superlópez se encuentra en ella. Es cierto que la más famosa creación de Jan nunca llegó a gozar de la importancia de, por ejemplo, Mortadelo y Filemón, pero eso no quita que formase parte de la infancia de millones de españoles y que algunas de sus aventuras largas, principalmente las primeras, aún hoy gocen de una excelente reputación.
Teniendo eso en cuenta costaba creer que todavía no hubiese dado el salto a la gran pantalla, tanto por el auge del cine de superhéroes en todo el mundo como porque otros tebeos sí que iban contando con su propia película. Ese imperdonable vacío finalmente se ha llenado con ‘Superlópez’, una comedia de superhéroes entretenida que flaquea como adaptación.
Planteando su propia visión del personaje
El primer detalle importante con el que tiene que lidiar el guion firmado por Borja Cobeaga y Diego San José es con la necesidad de abordar la película como una introducción al universo de Superlópez, siendo ahí donde empiezan a asentar una visión del personaje que no busca adscribirse a lo que vimos en la viñeta, sino plantear una visión diferente, en parte para ponerlo al día pero también para ayudarles a perfilar un humor algo diferente al genial toque absurdo que dominaba las aventuras de Superlópez en sus inicios.
Lo curioso es que algunos de los elementos más disfrutables de la película surgen de ahí, en especial todo lo referente a las escenas en las que aparecen Pedro Casablanc y Gracia Olayo, la pareja que encuentra al bigotudo bebé y decide quedárselo como hijo propio. Su aportación cómica está especialmente inspirada en las escenas que comparten cuando el personaje ya es adulto y cuenta con el rostro de Dani Rovira.
Mucho se criticó en su momento la elección de Rovira y la cosa tampoco mejoró cuando aparecieron las primeras imágenes. A mí me desató cierta indiferencia su fichaje -tampoco creo que haya ningún actor español con tirón y en la edad que encaje realmente- y una vez vista su actuación me sucede que lo veo eficiente, sobre todo a la hora de potenciar un inesperado factor entrañable, pero también que al que veo en pantalla no es realmente Superlópez.
Creo que justamente está ahí lo que define a la película. Lo que parece interesarles a Cobeaga y San José es jugar con la cercanía que puede generar el personaje, centrándose en su lado más gris y esas dudas internas para abrazar el héroe atípico que es. Eso además está aliñado con un sentido del humor que sí que coquetea con el absurdo, pero que tiende más a alimentarse del patetismo pero sin apostar nunca por destacar realmente en algo. Eso la beneficia y también se vuelve en su contra.
Luces y sombras de ‘Superlópez’
Los beneficios de ello están en que ‘Superlópez’ no tiene ningún tipo de altibajo de ritmo y todo fluye con cierta naturalidad, tanto cuando se centra en cosas del día a día -hay un toque costumbrista marcado en el que Cobeaga y San José ya se habían manejado bien con anterioridad y que aquí vuelve a hacer acto de presencia- como cuando entra en escena la amenaza elegida para la ocasión.
Sí es cierto que echo en falta más risas -hay algún puntazo aquí y allá, pero aparte de Casablanc y Olayo el único que funciona de forma consistente por esa vía es Julián López- y que algunos detalles de la dinámica entre personajes me chocan por las ideas que tenía de los mismos por los tebeos, pero ‘Superlópez’ funciona como entretenimiento y sabe desarrollar las cartas con las que decide jugar.
El problema es que también es una comedia de bajos vuelos y esa limitada ambición es lo que le impide hacer algo grande. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la forma de tratar sus orígenes, algo que limita ese toque costumbrista en beneficio de un enfrentamiento en el que lo absurdo aparece en detalles puntuales pero nunca se abraza. Ahí parece que Cobeaga y San José se quedan en tierra de nadie y la puesta en escena de Javier Ruiz Caldera tampoco hace nada por remediarlo.
Es ahí donde la película se queda a medio gas, porque tan importante es que Superlópez y los que los rodean actúen de forma reconocible -cosa que pasa menos veces de las deseables- como que tenga un adversario que le permita jugar con esas características que nos hicieron amar al personaje. Ahí la película falla, no de forma estrepitosa, pero sí lo suficiente como para que no pueda pasar de ser un entretenimiento cumplidor que es mejor valorar en sí mismo que como reflejo del ideal que teníamos en nuestra cabeza.
Además, visualmente da la talla, aunque en algunas escenas en lugares cerrados da la sensación de que lo podían haber trabajado todo un poco más. A cambio hay que concederle que abre la puerta a una segunda entrega en la que quizá el personaje evolucione realmente a ese Superlópez que todos conocemos. A fin de cuentas, aquí está en una fase de formación y no en pleno rendimiento.
En definitiva, ‘Superlópez’ dista mucho de ser la adaptación definitiva del popular personaje creado por Jan y no me sorprendería que algunos renegasen de ella por ello, pero como película individual tiene suficientes virtudes como para pasar un buen rato en nuestra butaca. Ojalá hubiera sido mejor, pero al menos no tiene los problemas de tono de ‘Anacleto, agente secreto’, simplemente le falta el empuje necesario en algunos aspectos.
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