¿Es ‘Sucker Punch’ (id, Zack Snyder, 2011) un bodrio? No lo voy a discutir. ¿Es un flipe mayúsculo? Pues tampoco pienso llevar la contraria. Si nos fijamos en la mala recepción taquillera que está teniendo la película resulta evidente que ésta no está gustando prácticamente nada, siendo la segunda decepción consecutiva que acarrea uno de los nuevos niños mimados de Hollywood, Zack Snyder, tras la intrascendente, pero muy entretenida, ‘Ga´Hoole. La leyenda de los guardianes’ (‘Legend of the Guardians: The Owls of Ga’Hoole’, 2010). Siete años han pasado desde su contundente debut con ‘Amanecer de los muertos’ (‘Dawn of the Dead’) —para quien firma de lejos la mejor película de su director—, que sorprendió a propios y extraños, e hizo fijar nuestras miradas en Snyder, esperando con ansiedad su siguiente trabajo. ‘300’ (id, 2006) arrasó en todo el mundo, y con ‘Watchmen’ (id, 2009) se ganó la etiqueta de director de culto, al menos entre cierto sector del público.
‘Sucker Punch’ supone la primera película de su realizador que no está basada en material ajeno. Un film de George A. Romero, un cómic de Frank Miller, otro de Alan Moore y Dave Gibbons, y una novela de Kathryn Lasky habían servido de inspiración a los cuatro film previos de Snyder, que esta vez toma una historia de cosecha propia, cuyo guión cinematográfico ha sido escrito a cuatro manos con Steve Shibuya. Éste debuta así en la escritura de guiones tras obtener experiencia en sus trabajos previos en el departamento de efectos visuales, iluminación y ayudante de dirección. Tal vez un guionista más experimentado hubiera mandado a Snyder a hacer puñetas, pues la historia creada por el director no tiene ni pies ni cabeza. Definida como su autor como una especie de Alicia en el país de las maravillas con metralletas, parece más un ejercicio de masturbación cinematográfica que otra cosa.
En medio de la ensalada mental que resulta ‘Sucker Punch’ puede vislumbrarse una historia: una joven es internada en una institución mental debido a que su implacable padrastro quiere someterla a una lobotomía. Allí dentro hará amistad con compañeras y juntas crearán una realidad alternativa en la que tramarán un plan de huida. Al más puro estilo de Nolan en su magistral ‘Origen’ (‘Inception’, 2010), la película consta de tres niveles en los que se desarrollan los hechos. El primero se desarrolla en el hospital y corresponde a la realidad, el segundo convierte la institución en una especie de burdel, y el tercero es el más profundo, aquel que mezcla mundos fantasiosos y en el que la chica, perdón, Snyder, da rienda suelta a su imaginación. Llegados a ese punto, al espectador sólo le queda o martirizarse o dejarse llevar. O ambas cosas.
En contra de lo que la mayoría piensa sobre el inicio, que si un trozo magistral de cine, que si un arranque prometedor, que si una estética impresionante, yo pienso que no hay nada de eso, sino algo mucho más en las antípodas: el anti-cine, si tal acepción existe. Y aquí es donde la gente me va a tener que perdonar, pero creo sinceramente que el inicio de ‘Sucker Punch’ es una memez impresionante, falta de toda densidad dramática por muy presumiblemente duro que resulte lo que Snyder nos muestra: un padrastro salido, una niña y su hermana —la protagonista del relato— indefensas, una pistola, y la sutilidad a tomar viento fresco. El exceso de esteticismo termina ahogando las enormes posibilidades de ese comienzo, y en comparación viene a la mente el inicio de ‘Amanecer de los muertos’, donde Snyder sí era capaz de agarrar al espectador con fuerza y no soltarlo hasta el final de la proyección.
Pero lo que allí era una perfecta fusión de forma y fondo —lo que Carlos Aguilar llamaría valor ético/estético— en ‘Sucker Punch’ se revela como la vacuidad personificada en escena cinematográfica. Ahora bien, como videoclip no tengo nada que objetar, la escena es magistral. A partir de ahí la película —se le puede llamar también videojuego o videoclip más largo que un día sin pan— se convierte en una muy personal montaña rusa que mezcla absolutamente de todo, desde samurais enormes a soldados nazis zombies, pasando por dragones, orcos y demás criaturas salidas de la mente de Snyder y que juegan con la memoria popular. Y aunque la estructura de videojuego está muy presente —pasar determinadas fases para conseguir ciertas armas con las que escapar—, el género musical está muy presente, resultando esta curiosísima operación por parte de su director como lo mejor de la película.
Al igual que en multitud de cintas dirigidas por Stanley Donen, Vincente Minnelli, o más recientemente Baz Luhrmann o Rob Marshall, donde la acción se interrumpía para dar paso a una canción, en ‘Sucker Punch’ dicha canción es sólo presenciada por el resto de personajes, mientras que el espectador experimenta una escena de acción exagerada —esa mala utilización de la cámara lenta— que pretende poseer la misma intensidad que un bestial número musical lleno de sensualidad. A todas luces arriesgado, lo cual es encomiable pero funciona sólo a medias, por no hablar que en esta película el siempre presente sexo brilla por su ausencia, a no ser que el tan anunciado director´s cut para el DVD nos muestra las cosas como debiera ser. Pero la versión estrenada en cines es mucho más light e inofensiva de lo que cabría esperar, incluso en la presencia de la sangre que debería salpicarnos en la cara.
Al menos tenemos un despampanante desfile de féminas encueradas —Snyder nos hace partícipes de sus sueños húmedos— para nuestro deleite. Sin embrago, de todo el reparto femenino sólo destacaría la presencia de Abbie Cornish y Jena Malone, las dos únicas que parecen completamente entregadas a la causa. El resto parecen desganados, cuando no directamente desaprovechados, caso de Carla Gugino y Jon Hamm. Pero si Snyder tenía la intención de hacer un film de acción protagonizado por mujeres y destinado a mujeres, creo que le ha salido el tiro por la culata, por cuanto el film desprende un tufillo machista realmente vergonzoso, y en algunos casos hasta repugnante. La demagogia está a la orden del día, y Snyder ya había caído en parecido error en ‘Watchmen’. Sus obsesiones por el aspecto visual del film le están saliendo caras, y a este paso un servidor ya le tiene un miedo atroz al proyecto sobre Superman.
En lo que se sale ‘Sucker Punch’ es en la utilización de su potente recopilación de canciones, dos de ellas interpretadas por la actriz principal Emily Browning, aunque probablemente la estrella de la función sea ‘Army of Me’ de Björk, muy bien metida, nunca mejor dicho. Aquí os la dejo mientras me preparo para escribir sobre una película aún peor que ésta.