Puede que hayas olvidado que ‘Stranger Things’ es una serie fabulosa. Es normal: hace mucho tiempo desde su última temporada (que además sonaba un poco a final y encasillamiento) y Netflix no ha copado los titulares con esta cuarta entrega. Y, sin embargo, en el mismo segundo que empiezas a verla, recuerdas por qué fue un fenómeno internacional y llegaste a amarla. Y es que ‘Stranger Things 4’ es, sin exagerar, la mejor temporada… Hasta ahora.
La hora del terror
Si algo destaca de esta cuarta entrega es que desde el primer episodio se interna en el terror más clásico. Y no lo digo como una frase hecha: los últimos minutos de este capítulo se internan en el body horror y el terror sobrenatural llegando a unos límites de crueldad que jamás creímos que veríamos en esta serie. A lo largo de la temporada, ‘Stranger things’ se irá metiendo en el miedo psicológico, las pesadillas y le añadirá un toque de gore: cuando crees que se han dado un respiro, llega otra secuencia grotesca que te recuerda que Hawkins ya no es un lugar seguro para los niños.
Estamos en un territorio conocido pero al mismo tiempo completamente nuevo: la brutalidad de las muertes de Vecna, el nuevo villano que aterroriza a la pandilla, es sorprendente e infalible precisamente por su factor sorpresa. Nadie imaginaba que “la serie de los años 80” se convirtiera en el festival del terror. Y no son palabras elegidas al azar, porque esta temporada es tan inteligente que nunca cae en el efecto “tren de la bruja”, con sustos falsos basados en subir la música y secuencias fuera de contexto con personajes desconocidos sufriendo que nada tienen que ver con el resto de las tramas: si el terror funciona tan bien es por su preparación, sus set pieces fantásticas y un guion a prueba de balas.
‘Stranger Things 4’ abre muy rápido todas las puertas, y al mismo tiempo podemos estar viendo en pantalla siete u ocho tramas diferentes. Sin embargo, son lo suficientemente distinguibles e interesantes por sí mismas como para no desear nunca que una se acabe para pasar a la siguiente. Todas tienen importancia, forman parte de un todo, entretienen y aportan, haciendo que esta sea una de las mejores series del año.
Se oculta entre las sombras la fuerza del mal
Si en ‘Stranger Things 3’ entramos en la aventura con monstruos gigantes, en un guion que tendía más al romance y a la comedia, en esta cuarta parte estamos totalmente dentro de ‘Pesadilla en Elm Street’ gracias a un villano con un diseño que si bien no es original (recuerda mucho al Rey de la Noche de ‘Juego de tronos’) resulta tan aterrador como sorprendente. Su presencia es reconocible al instante y su manera de matar es ya icónica. Optar por un personaje más humano y reflexivo, pero con poderes, frialdad y falta de empatía, es refrescante después del monstruo gigante descerebrado de la tanda de episodios anterior.
Para enfatizar este ambiente enrarecido entre el sueño y la realidad, el mismísimo Robert Englund, eterno Freddy Krueger de ‘Pesadilla en Elm Street’, tiene un pequeño papel secundario que sirve como homenaje y al mismo tiempo como demostración de que es un actor maravilloso por derecho propio: su monólogo es devastador, acompañado de un maquillaje que, una vez más, traspasa las fronteras de lo que ‘Stranger things’ nos tiene acostumbrados a esperar de ella.
No todo es terror en la serie de Netflix, aunque es de justicia reconocer que cuando se aleja no acierta tan fuerte: más allá de la buddy movie entre Dustin y Steve, o de los triángulos amorosos que por fin hacen justicia a las parejas favoritas de los fans, la comedia no termina de dar en el clavo y la aventura sustituye al drama, de tal manera que nunca terminamos de sentirnos cerca de los personajes: cada vez que puede haber un momento potencialmente dramático, la serie lanza una aventurilla para los personajes. Lo esencial es que nunca, jamás, te aburras. Y hay que ser justos: lo consigue.
Demasiados personajes
Bromeaba Millie Bobby Brown durante la presentación de esta temporada con que ya iba siendo hora de que los Duffer se cargaran a unos cuantos personajes porque había demasiados. No le falta razón: el reparto de la serie ha pasado de cinco niños y un par de adultos a un abanico inabarcable de actores y actrices que repiten temporada tras temporada… ¡Y aún se añaden nuevas caras!
Son muchísimas personas, cada una con su trama y su circunstancia particular, pero ‘Stranger Things’ está tan bien guionizada -le pese a quien le pese- y el casting es tan particular que logra que no nos olvidemos de ninguna cara ni situación: las fichas en el tablero de ajedrez están colocadas de manera tan firme e inteligente que sabes, aunque un grupo no haya aparecido durante un par de episodios, quiénes están en el mismo, cuál es su trama y la importancia en el puzzle general.
Al final de la anterior temporada, varios personajes se mudaban fuera de Hawkins y la mayoría pensamos que la nueva entrega simplemente les juntaría después de un par de episodios, pero nada más lejos de la realidad. Cada trama añade capas al misterio e incide en él, pero gran parte de la historia sucede fuera del pueblo, incluido todo lo que tiene que ver con Eleven.
Tú tienes ritmo y poder
Los primeros episodios de la temporada nos ofrecen una nueva cara de Eleven diferente a la que hemos visto hasta ahora: despojada de sus poderes, no sabe ni quién es ni qué pinta en este mundo, y es carne de cañón para sufrir bullying en su colegio. Sobre ella recae la trama más separada de las demás en estos episodios, en los que, una vez más, los Duffer no caen en el mucho más sencillo “Ha recuperado sus poderes después de dos episodios, todo ha vuelto a la normalidad”: el tono de esta temporada no tiene ninguna necesidad de acelerar las cosas, y se nota.
En varias ocasiones, los personajes comentan “antes teníamos una superheroína, era todo más fácil”, y es cierto: las aventuras, el terror y la inseguridad de los personajes ganan enteros ahora que ella no puede ayudarles como antaño. Si el resto de personajes viven en su particular ‘Pesadilla en Elm Street’, Eleven está viviendo en ‘Carrie’. Y (esto no es un spoiler) ya sabemos cómo acaba ‘Carrie’.
Después de tres temporadas, ‘Stranger Things’ ya se ve con la capacidad de solucionar cosas que se quedaron en el tintero desde el piloto, y unirlas con lo que está ocurriendo ahora. El pasado de Eleven crece en importancia, y la trama general se hace con ello mucho más rica en matices. Cuando otras tramas se sienten algo estancadas (la de Hopper, quizá la que más le cuesta avanzar), el resto encaja entre sí de una manera precisa: este es el rompecabezas definitivo, el opus magna de los Duffer.
Monster mash
Esta es la serie más cara de la historia de Netflix… Y se nota. Por suerte, los efectos especiales, que podrían haber caído en los defectos especiales de las películas de SyFy en una época en la que el CGI se mira con lupa, son impolutos. No solo en el movimiento y la integración de los personajes, sino en su diseño y su concepción. Desde el nacimiento de Vecna hasta el rejuvenecimiento de algunos personajes, ‘Stranger Things 4’ es una fantasía visual que aprieta el acelerador en su primer episodio y no lo suelta hasta el final.
Cierto es que algunos capítulos se sienten, si no de relleno, sí de simple trámite: tiene que pasar algo para poder llegar a la parte importante, y hasta llegar a ese punto, aunque no es un camino tedioso, puede llegar a ser algo plano en comparación con el resto. Con todo, no es lo peor de la temporada: la llegada de un personaje porrero más propio de ‘Colega, ¿dónde está mi coche?’ que de ‘Stranger things’ es desconcertante y trae consigo algunos chistes destinados a un público que no es el que ve la serie y que rompen el ritmo y tono de una temporada que juega a otra cosa.
Por suerte, son pequeñas anécdotas que no ensombrecen el terrorífico camino de una temporada en la que brillan con luz propia personajes que hasta ahora no habían tenido la oportunidad de hacerlo, como Max (espectacular el episodio 4, quizá el mejor de esta tanda). En estos siete capítulos la serie ha pegado un salto de gigante increíble y reconocible después de quedarse en el “Sí, pero no” de la temporada anterior. Los Duffer son conscientes de que el final está a la vuelta de la esquina, y quieren celebrarlo por todo lo alto. Desde luego, así sí.
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