A primera vista existen dos poderosas razones para ver una película como ‘Stone’ (id, John Curran, 2010). Me refiero evidentemente a sus dos estrellas masculinas, Robert De Niro y Edward Norton, actores que sin duda han vivido tiempos mejores. Cuando en la segunda mitad de los 90 y principios de la década siguiente, Norton nos regalaba composiciones con las que daba pasos de gigante en el séptimo arte, muchos fueron los que empezaron a compararle precisamente con De Niro, por su presencia, su intensidad, su camaleonismo. En aquella simpática cinta titulada ‘The Score’ (id, Frank Oz, 2001), Norton fue lo suficientemente inteligente como para evitar la comparación manteniéndose a distancia del monstruo De Niro, el que una vez sin duda fue. Curiosamente desde hace unos años, las carreras de ambos actores han caído en picado, uno por no saber elegir sus proyectos, y el otro por sus carácter temperamental a la hora de querer controlarlo todo en sus rodajes.
En una segunda mirada existen también dos poderosas razones para pasar olímpicamente de una película como ‘Stone’. En primer lugar, su director, John Curran, el cual nos había torturado con dos peñazos de título ‘Ya no somos dos’ (‘We Don’t Live Here Anymore, 2004) y ‘El velo pintado’ (‘The painted Vail’, 2006), precisamente protagonizada por Edward Norton. En segundo lugar una actriz tan limitada como Milla Jovovich, cuyas dotes dramáticas son las mismas que las de una tostadora, a no ser que lo único que nos interese sean sus ojos. Existe una tercera razón para inclinar la balanza hacia este lado, el guionista Angus MacLachlan, que con anterioridad había firmado el libreto de aquella pedantería titulada ‘Junebug’ (id, Phil Morrison, 2005).
En mi caso es evidente que pesaron De Niro y Norton. Y lo pagué.
‘Stone’ es en apariencia un thriller dramático con elementos carcelarios. Edward Norton da vida a Gerald Creeson, apodado Stone, un convicto que está cumpliendo condena por encubrir el asesinato de sus abuelos con un incendio. Su caso es revisado por el agente de libertad condicional Jack Mabry, papel a cargo de Robert De Niro. Greeson deberá convencer a Marby de que está listo para ser reinsertado a la sociedad, estableciéndose así una especie de juego de manipulación en el que también tendrá cabida la mujer de Gerald, Lucceta, que no dudará en emplear argumentos de índole sexual para conseguir lo que quiere. En el subsuelo tenemos un drama psicológico que habla sobre la familia y la religión.
Ver a un actor como Edward Norton en un film tan arriesgado como ‘Stone’ es algo habitual en su filmografía, llena de proyectos mejores o peores pero casi siempre interesantes, y en los que el actor se mueve como pez en el agua. No hay más que comprobar sus incursiones en el mal llamado cine comercial para ver que Norton no se encuentra a gusto en ellas. En el caso de De Niro indica una tendencia en estos últimos tiempos de querer cambiar su imagen, indudablemente estropeada por participar en productos muy mediocres, muchos de ellos enmarcados en la comedia o el thriller de suspense. Ni que decir tiene que ambos son lo mejor de una cinta que hace aguas por todas partes debido a la torpeza de Curran, que equivoca tono y forma.
Curran intenta en todo momento apartarse de las típicas claves del thriller dramático y caer en las redes de la sugestión. Su ambiciosa propuesta resbala en todo momento debido a una puesta en escena totalmente pretenciosa y hasta llena de pedantería. Movimientos de cámara inútiles, planificación balbuceante, como si quisiera establecer un contacto emocional con el espectador que nunca llega a producirse. Y todo para terminar resaltando lo evidente, que Marby se encuentra más prisionero en su rígido mundo presidido por unos códigos religiosos que cada vez pone más en duda, que Stone, que a cada nuevo paso de Marby en su particular descenso a los infiernos de sus temores, se va librando de su pasado. Sin embargo la evolución de los personajes no es creíble, sobre todo la de Stone, que incluso varía su aspecto físico en lo que es una maniobra torpe de guión.
El film da comienzo con un hecho aterrador en la vida de Marby, simbolizado en el vuelo interrumpido de una mosca, la misma que parece volar libre al final de la cinta, aunque sólo oímos su zumbido, tal vez como representación, poco inspirada y hasta cutre, de la liberación en el matrimonio de Marby. Metáforas y más metáforas que terminan por ahogar al propio film que aparenta avanzar, y además lo hace a trompicones, sin lograr la mayor ambición de todo artista cinematográfico, tal y como decía el gran Ángel Fernández-Santos, capturar el tiempo.
A un lado quedan la lamentable presencia de Milla Jovovich, que no tiene ni el más mínimo feeling con De Niro o Norton, y la desaprovechada Frances Conroy, que pareciera estar ampliando su personaje de ‘A dos metros bajo tierra’ (‘Six Feet Under’), serie de la que Curran podría haber aprendido temas relacionados con la densidad psicológica de los personajes. ‘Stone’ es como un difuso borrador de ello.