Dieciocho años después de 'Star Trek: Nemesis', Patrick Stewart vuelve a ponerse en la piel de Jean-Luc Picard en 'Star Trek: Picard', la nueva serie de la franquicia de ciencia ficción que Amazon Prime Video estrena mañana viernes 24 tras su paso por CBS All Access (su plataforma en EE.UU).
Una serie de la que había bastantes ganas pero que no teníamos muy claro qué propósito tenía más allá de mostrar el regreso del mítico almirante de la Enterprise (D y E) y darnos un poco de dosis de nostalgia trekkie mezclado en una ligera conspiración. Habiendo visto los tres primeros episodios he de decir que no ofrece demasiado más.
De hecho, su primer episodio comienza con un sueño de Picard en el que juega al póker con Data (Brent Spiner) a bordo de la Enterprise. Pronto ese sueño se vuelve pesadilla, claro, pero tanto el guion de Akiva Goldsman y James Duff como la dirección de Hanelle Culpepper evocan a épocas pasadas. Es un Picard nostálgico, melancólico y esto se transmite al tono de la serie.
De romulanos, borgs y sintéticos
Hay dos acontecimientos del pasado que vertebran 'Star Trek: Picard': la destrucción del sistema Romulano (y reticencias a la evacuación por parte de la Federación) y la rebelión de los sintéticos que arrasó Marte en 2385 que derivó en la prohibición de la tecnología para crear estos seres. Estos hechos juntos fueron un gran golpe para nuestro protagonista, que perdió la esperanza en la Federación y dimitió de su cargo en aquel entonces.
Catorce años después, en 2399, la acción comienza cuando acude a él la joven Dahj (Isa Briones), una misteriosa chica que, siendo perseguida por una facción secreta romulana, descubre que tiene unas habilidades muy especiales. Sin entrar más en detalles, Picard comenzará a investigar lo que parece una conspiración.
Además de Stewart y Briones, en el reparto de 'Star Trek: Picard' nos encontramos con Allison Pill como Agnes, Michelle Hurd como Raffi, Evan Evagora (Elnor), Harry Treadaway (Narek) y Santiago Cabrera como Chris Rios.
Una serie blanda con aroma a epílogo
Hay dos palabras (un adjetivo y un sustantivo, de hecho) que me vienen a la cabeza a la hora de describir 'Star Trek: Picard'. La primera es que, como serie, nos encontramos con una propuesta bastante blanda o ligera, si lo preferís. Y no me refiero a que la serie tarde en arrancar (que lo hace), sino con el cómo.
Es blando en el sentido de suave, incluso podríamos decir que es algo débil tanto en propuesta como en ejecución. Como si hubieran tenido demasiado en cuenta que Sir Patrick Stewart tiene casi ochenta años (esto no es Robert De Niro intentando moverse como uno de cuarenta años menos en 'El irlandés').
Es un ritmo tranquilo, con la acción justa y que no exige mucho al veterano actor... ni a nadie, incluyendo al espectador. De ahí viene que la segunda palabra sea "epílogo". La melancolía que desprende el guion deriva en la sensación de estar más ante un epílogo del personaje.
Por ratos me ha recordado a esos cómics tipo 'Hulk: El fin' y similares en los que Marvel contaba la última historia del personaje en cuestión en un futuro medianamente lejano en una trama que normalmente navegaba entre lo correctillo y lo nostálgico. Nostalgia de la que, para nuestra fortuna, esta serie no abusa.
Así que la serie huele como si se tratase de ese epílogo que le quieren dar al personaje, como si el final de 'Star Trek: La nueva generación' y las películas que le siguieron no hubieran sido suficientes. Es esa última historia para Jean-Luc Picard que nos ocupará las, de momento, dos temporadas que hay planificadas de la serie.
Un arranque dubitativo pero apropiado
La pena es que, como última historia, esa falta de contundencia y de ambición a la hora de contarla, pasa factura. Michael Chabon, quien se encarga del segundo y tercer episodio, sigue demostrando ser mejor novelista que guionista.
No lo voy a negar, 'Star Trek: Picard' es una serie que tarda en arrancar y que una vez que lo hace no termina de convencer al 100% para continuar, ya que hay una serie de tropiezos y dudas en torno a cómo presentar la historia. Esta ejecución si bien es, por lo general, algo muy de manual, resulta a ratos poco estimulante.
Y eso que pasea por terrenos que pueden resultar fascinantes, prometiendo profundizar en algunos aspectos tan relevantes para la Nueva generación como el colectivo Borg y la mitología romulana en lo que Picard y su equipo avanzan en la conspiración.
Son esos los clavos a los que me quiero agarrar para volver ya que se van atisbando rasgos de mejora y puntos interesantes en una historia que es tan ligera como apropiada, sobre todo para el personaje. Algo que incluye la promesa de que ya en el cuarto episodio estaremos inmersos al 100% en la acción.
Por irnos al referente más cercano en el tiempo, 'Star Trek: Discovery' parecía una serie distinta si comparábamos cómo comenzó a cómo estaba a mitad de su primera temporada. Confío en que con 'Picard' pase parecido.
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