Muchos podrían pensar que J.J. Abrams no era el director adecuado para el reinicio de una de las sagas más famosas de la historia (aunque con muchos menos adeptos que Star Wars, por ejemplo). El director de ‘Misión Imposible 3’ (a mi juicio la mejor de la saga) se declaró un no fan de la saga galáctica, lo suyo era precisamente la saga creada por George Lucas, pero ha demostrado que no se necesita conocer bien el universo para realizar una buena película sobre Star Trek, de la misma forma que Bryan Singer, que no había leído un cómic en su vida, hizo una excelente película con los X-Men.
Abrams conoce muy bien los gustos del público joven de hoy día, y lo que me parece aún más importante, trata al espectador con respeto, algo que no se puede decir de otros realizadores norteamericanos que creen que los adolescentes por ser jóvenes, son idiotas. No tienen experiencia ni una gran cultura (la temprana edad lo impide), pero de ahí a considerarlos retrasados mentales hay un largo trecho. Sabiendo que los adolescentes son un público potencial en las salas de cine, Abrams reinventa el universo trekkie con una inteligente película que además conserva parte del espíritu de la serie original.
No leer si no se ha visto la película.
‘Star Trek’ versión Abrams, es una precuela en la que asistimos a los primeros años de los míticos personajes de la serie. Tras el nacimiento de Kirk, en los que probablemente sean los cinco minutos iniciales más emocionantes y bien narrados que ha tenido un blockbuster en años (servidor tuvo hasta ganas de aplaudir), se nos presenta a un Kirk rebelde en sus años mozos, el reto de un superior para que se aliste en la flota estelar siguiendo los pasos de su heroico y recordado padre, y la que liará para subir a bordo de la Enterprise donde acabará siendo el capitán, mientras se enfrentan a un villano mosqueado por la destrucción de su pueblo.
El mencionado prólogo es el listón más alto de la película. Abrams sigue ahí una de las máximas de Cecil B. DeMille (el creador de grandes espectáculos por antonomasia), quien decía que una película debía empezar con un terremoto (metafóricamente hablando), agarrando al espectador, y de ahí para arriba. El impresionante inicio de ‘Star Trek’ es literalmente así. Tras un conflicto expuesto en el que la tripulación de una nave está en peligro, deberá llegarse a una solución extrema para salvarlos a todos. Una emotiva conversación de unos segundos, en la que se oye el llanto de un recién nacido, da lugar al inicio de la leyenda. Todos sabemos quién es Kirk, aunque sea de oídas, que su nacimiento sea en las dramáticas circunstancias que nos narran, marca al personaje para siempre, destinado a convertirse en un líder. La música de Michael Giacchino hace el resto, al igual que en la serie ‘Lost’, de la que Abrams es uno de sus máximos responsables.
Precisamente algunos de los aspectos más llamativos en ‘Star Trek’ son ciertos paralelismos con la excelente quinta temporada de la mencionada serie, que en algunos aspectos marca un hito en la historia de la televisión (aúna los conceptos de secuela, precuela y spin off en un mismo episodio). Para empezar, los personajes de ‘Star Trek’ no difieren demasiado de los de ‘Lost’; la mayor parte de ellos jóvenes, con sus propios problemas, sus sueños y sus pasados oscuros; todos unidos por un bien común, aunque para llegar a él se tomen distintos caminos. Cuando veo a Kirk y Spock en esta película no puedo evitar acordarme de Jack y Sawyer (impresionante momento con Juliet, en el último episodio de la quinta temporada, ¿o no?) con su eterna rivalidad, pero también amistad. Si además, sumamos los viajes en el tiempo que se producen en ambas producciones, y que en el quinto episodio de la quinta temporada de ‘Lost’, un personaje bromee diciendo que también sabe hablar Klingon, los autohomenajes que se hace Abrams a sí mismo, creo que son más que evidentes.
La historia puede que peque de simple. Por momentos es demasiado esquemática, y nadie se hará un lío con las realidades alternativas por culpa de los saltos en el tiempo, pero lo que no puedo negar es que Abrams la sirve con la suficiente pasión como para que nos interese, y también con un buen sentido de la evasión, lo que hace que el film sea de los más entretenidos vistos en los últimos meses. Los excelentes efectos visuales, nada sobrecargados, y la puesta en escena, que sólo tambalea cuando en las escenas de acción el montaje se vuelve algo lioso, hacen que el visionado de ‘Star Trek’ valga la pena. Abrams además, quizá movido por su espíritu cinéfilo, rinde homenaje a los fans de la serie de toda la vida, con una muy inteligente treta argumental en la que hace acto de presencia Leonard Nimoy, dando vida cómo no, al personaje por el que siempre será recordado. Su aparición no se limita a un cameo, teniendo un poderoso peso en la trama. De paso, el director, antes de que Nimoy nos muestre su envejecido rostro, nos regala todo un acto de pleitesía a cierto instante de ‘El imperio contraataca’, con lo que reconcilia a fans de las dos sagas galácticas más importantes de todos los tiempos. Además lo hace con gusto y sumo respeto, lo cual es digno de aplauso.
En la labor interpretativa destacaría por encima de todos a Zachary Quinto, sacado de la serie ‘Heroes’ (de la que no he visto ni un sólo episodio y no creo que lo haga algún día), que convence a propios y extraños con su entregada y calculada interpretación de un Spock joven, con la eterna duda entre usar el cerebro o las emociones. A su lado, Chris Pine, quien tiene muchos más minutos en pantalla, da vida a un alocado Kirk, inspirado sin duda en el Han Solo de Star Wars (por lo que también en Indiana Jones), y según declaraciones del propio actor en el Maverick de Mel Gibson, convence algo menos. El resto del plantel no tiene mucho que decir, con la excepción del mencionado Nimoy, ni siquiera Eric Bana, que bajo tanto maquillaje se pierde.
Con todos sus aciertos, y sus defectos (menos de los esperados), Abrams hace lo que yo creo debería ser todo buen blockbuster. Un entretenimiento de primera, con una historia sencilla en la que ir directos al grano (a pesar de algunas casualidades un poco exageradas), personajes con un mínimo de esencia, y un ritmo rápido (que no atolondrado). ‘Star Trek’ todavía tiene mucha vida, y en manos de Abrams (que se dejó convencer por Spielberg para dirigir la película) podría aportar muchas más cosas en el futuro. Espero que así sea.