Pocas cosas hay que marquen tanto las fiestas navideñas en mi casa como el ponernos a ver la competición de turno de patinaje artístico sobre hielo en Teledeporte. Quizá por eso estaba en mi radar 'Spinning Out', una de las series con las que Netflix ha inaugurado 2020.
Compuesta por diez episodios, nos encontramos con un drama (un tanto culebronesco) romántico sobre hielo protagonizado por Kat (Kaya Scodelario, Effy en 'Skins'), una patinadora que ve su carrera (y su confianza) hacerse añicos tras un accidente.
Sin embargo, poco después ve una segunda oportunidad cuando una prestigiosa entrenadora rusa (Svetlana Efremova), viendo en ella talento, decide emparejarla con Justin (Evan Roderick), un gran patinador chulesco que se convertirá en interés romántico.
Todo esto mientras se ve sin apoyo familiar, teniendo que abandonar su casa debido a su abusiva madre con trastorno bipolar (January Jones), trastorno que también padece nuestra protagonista. Carol (Jones) reniegará de su hija mayor mientras que pondrá todos sus esfuerzos en lanzar la carrera patinadora de su otra hija, Serena (Willow Shields).
Soñando triunfé patinando
Samantha Stratton, cuyo curriculum no es para tirar cohetes ('Agente X' o 'Mr. Mercedes' es de lo último que ha hecho), es la creadora y guionista principal de 'Spinning Out', para lo cual coge un poco de sus propias experiencias en el mundo del patinaje.
Así, a lo largo de sus episodios exploramos lo duro, abusivo y despiadado, tanto física como psicológicamente hablando, del patinaje mezclado con un drama familiar/juvenil con enfermedad mental, disputas, celos, envidias y gente queriendo aprovecharse de patinadoras de dieciseis años como ingredientes variados.
Los que esperabais/mos una aproximación seria a los claroscuros del patinaje artístico... o a cualquier otro tema de los que exponen en la serie (como la salud mental), lo siento. Esto no es para ti. Y si esperabais un guion contundente, tampoco. En 'Spinning Out' las cosas pasan porque pasan y con una facilidad tan gratuita como inverosímil.
Pero hay algo que evita el dejar de mirar. Esa sensación de las series que son malillas pero no puedes parar de ver el dramón que se han montado con esas emociones tan a flor de piel, esas situaciones exageradas, esos clichés del género romántico que los ves venir y te los zampas con gusto... y sí, cierto toque mamarracho que nunca está de más.
Aunque es cierto que a ratos llega a rozar el aburrimiento, sobre todo si no te metes de lleno en su propuesta, 'Spinning out' puede pasar a ser perfectamente una opción ideal para una tarde tonta. Sí esa que tenemos todos en las que solo nos apetece ver algo que nos distraiga bien distraidos.
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