Tim Burton es uno de los directores que cuenta con un grupo de fans más acérrimos. Los hay que parecen defender absolutamente todo lo que haga, pero también los que reconocen que tiene alguna que otra película que tampoco es nada del otro mundo. Yo no tengo problema en reconocer que hubo una época en la que era bastante seguidor de su cine, pero, como imagino le pasaría a muchos otros (llamadme tópico andante si queréis), la debacle que fue ese innecesario remake de ‘El planeta de los simios’ marcó un antes y no después, y desde entonces nada ha vuelto a ser lo mismo, y eso que todas sus cintas posteriores me gustaron, pero siempre me quedaba una sensación de insatisfacción (‘Big Fish’ podría decir que fue una excepción, pero temo los posibles efectos de un revisionado), como de que Burton no estaba demasiado entusiasmado con lo que hacía.
Y luego llegó su versión de ‘Alicia en el país de las maravillas’, odiada a muerte por algunos, venerada por otros (me cuesta entender lo segundo) y que a mí me causó una sensación de indiferencia total. Sí, el look visual era burtonesco, pero el contenido coqueteaba tanto con el aburrimiento que acababa cayendo en él. El hecho de que ‘Sombras tenebrosas’ iba a ser su siguiente trabajo tampoco es que fuese la repanocha, sensación que se confirmó al ver el material promocional que fue sacando Warner a bien poco de su estreno. Todo hacía presagiar un fracaso artístico absoluto, pero afortunadamente no ha sido el caso. Eso sí, tampoco hay mucho que celebrar.
Es innegable que ‘Sombras Tenebrosas’ cuenta con un acabado muy propio de su director, tanto por los escenarios ostentosos, como con el juego con la tonalidad de los colores que aparecen en escena y, cómo no, por la dominancia de personajes un tanto singulares. El problema llega a la hora de conseguir una buena película mediante el uso de esos elementos: La mansión de los Collins sí que transmite un acertado cruce entre opulencia y decadencia, pero su peso dramático no va más allá de lo incidental, con lo que poco añade realmente. Más cuestionable es la decisión de apostar por una fotografía que potencia el apagado de los colores cuando lo habitual en Burton suele ser resaltarlos (caso que aquí se consigue por mero contraste, ya que los naranjas o rojos ganan fuerza por oposición). Este punto se centra sobre todo en los rostros de los personajes, algo que podría estar relacionado con la necesidad de puntualizar la decadencia de los mismos, pero lo que consigue es neutralizar un tanto la pálida tez del vampiro al que interpreta Johnny Depp. La cuestión es que esto no es algo que añada elementos de interés, sino que, en todo caso, vulgariza la situación.
Los personajes estrambóticos siempre han tenido un espacio de honor en las obras del autor de ‘Eduardo Manostijeras’, pero, por regla general, tenían un sentido dentro de la cinta en cuestión y eran consecuentes en todo momento con su naturaleza. En el caso de ‘Sombras Tenebrosas’ entra en escena una inseguridad tonal que también por afectarlos. Valga por ejemplo el caso de Barnabas, el cual busca ganar la simpatía del público, pero sus reacciones sanguinarias quedan fuera de lugar, ya que pasa de ser un simpático excéntrico a una inmoral máquina de matar. La transición para justificarlo resulta bastante endeble y crea una sensación de extrañeza que algunos justificarán con el hecho de ir saltando de género en género con estilo, pero lo cierto es que resulta una bofetada para la credibilidad del conjunto. Tampoco es que el toque de tortura amorosa sea un gran acierto, pero ahí el auténtico lastre es la incapacidad para no caer en tópicos cansinos.
Por lo demás, ‘Sombras Tenebrosas’ opta con acierto por mantener un tono dominante de comedia ligera, donde las bromas pueden ser un tanto básicas, pero sirven para vertebrar el relato durante sus dos primeros actos. No es que lo que se ve en pantalla resulte fascinante, pero Burton consigue un equilibrio bastante débil (siempre flojea un tanto en cuanto la comedia pasa a segundo plano o desaparece) que se viene completamente abajo en su tercer acto. Ahí se introducen giros de guión absurdos, el poco inspirado drama amoroso usurpa el dominio de lo que vemos y, en líneas generales, todo deriva en una chorrada de épicas proporciones que termina por hundir la película. Hay que reconocer que el guión de Seth Grahame-Smith, el cual toma los personajes creados por Dan Curtis para crear un pastiche que nunca termina de tener claro lo que quiere, pero que directamente no sabe cómo resolver lo que ha planteado, pero es que Burton tampoco realiza grandes esfuerzos para levantarlo. Un guión a la deriva que necesitaba más que un Burton en piloto automático para no acabar destruyéndolo todo.
Un punto muy llamativo de esta producción era su reparto. Sí, Burton empieza a ser un cansino en su empeño de contar con Johnny Depp, pero lo cierto es que se nota que estamos ante un personaje que él ansiaba interpretar, por lo que sus manierismos habituales están algo más controlados y se le nota a gusto ando vida a Barnabas. El problema, una vez más, es que el guión no sabe exactamente lo que quiere obtener de él, siendo un tanto lamentable ese recurso facilón de que decir mucho la palabra indeed equivale a ser británico. Helena Bonham Carter, enchufada habitual de Burton tras iniciar una relación sentimental con él, se limita a estar por ahí y no mostrar desgana en su actuación, algo que también es evidente en casos como el de Michelle Pfeiffer (ya con eso es suficiente para superar con creces a su aparición en la nefasta ‘Noche de Fin de Año’) o Jonny Lee Miller.
Es una pena que no se le dé más cancha al personaje de Jackie Earle Haley, ya que su ligero sarcasmo inicial funciona bastante bien, pero luego pasa a un rol marginal y excesivamente gregario del Barnabas de Depp, aunque sigue siendo el mejor integrado en el indeciso tono de lo que se nos cuenta. Por su parte, Eva Green es muy atractiva físicamente, eso ya lo sabíamos, pero aquí tiene que lidiar con el personaje más peligroso de todos, ya que la credibilidad de su bruja pende siempre de un hilo y al final acaba contagiándose de los errores del guionista. Ah, y sorprendente que, dentro de unos límites esperables, se hable tanto de la sexualidad de Chlöe Grace Moretz, básicamente porque aún es menor de edad y en Hollywood suelen ser muy tiquismiquis con este tema.
En definitiva, ‘Sombras Tenebrosas’ es una tontería que, más o menos, funciona hasta que llega un desenlace descacharrante que acaba con el delicado equilibrio que había caracterizado a la película hasta ese momento. Por su parte, Burton no sabe decidirse sobre lo que quiere que sea esta última obra suya, algo que también ha dañado a una campaña de promoción que no parecía no aclararse con lo que quería vender, pero eso es algo que se comprende una vez vista la película: Un mejunje de géneros mal compactado en el que sólo lo cómico ayuda a dar cierta cohesión al conjunto. Otro resbalón más en la carrera de Burton, y ya empiezan a ser demasiados. Tengo ciertas esperanzas en ‘Frankenweenie’, pero sospecho que puede acabar siendo un alargamiento innecesario de un corto muy disfrutable. Quizá simplemente le ha caducado el talento a Burton, no sería al primero que le pasa.
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