Si algo hay que reconocer a 'Sombra' ('Ying', 2018), es que lleva su premisa fundamental hasta sus últimas consecuencias. El continuo enfrentamiento de opuestos no sólo es una máxima narrativa y de construcción de personajes, sino que vertebra toda la cinta alrededor de la contraposición: luz-oscuridad, agua-fuego y, en definitiva, yin-yang.
Zhang Yimou construye un relato en el que frenetismo y elegancia se dan de la mano en estilizadas escenas de acción, aupadas por una sencilla pero efectiva dirección de arte que realza la riqueza del gris, asumiendo la reiteración del tono y la posible obviedad derivada.
La nueva película del director de 'La casa de las dagas voladoras' entiende la balanza que su historia necesita, sin desdeñar el legado formal del ya clásico de Yimou pero limando la acción hasta el mínimo posible. El resultado, 'Sombra', es una fábula clásica del imaginario chino, adaptada de una de las historias del extenso Romance de los Tres Reinos escrito por Luo Guanzhong, en el que elegancia y espectáculo se dan de la mano.
En la historia de la que parte 'Sombra', recogida en el texto, considerado uno de los clásicos de la literatura china, las tramas palaciegas y cortesanas comparten espacio e importancia con la épica batalla entre dos grandes guerreros, el general de la ciudad de Jing y el Comandante del reino de Pei. Y ante el inminente conflicto, la Dama, esposa del Comandante, deberá tomar las riendas para intentar evitar la catástrofe.
Las sombras proyectadas y el velo asfixiante
El tempo de la cinta es casi un allegro ma non troppo, sirviendo a un propósito doble: realzar la magnificencia de una imagen consciente de su estilización, y permitir embellecer las cruentas escenas de lucha, convirtiendo duelos a muerte en danzas de una coreografía endiablada pero que puede ser contemplada gracias a la reducción de su velocidad. Así, la historia se conforma no tanto en torno a las batallas que se suceden, normalmente de pocos personajes, sino alrededor de una afilada tensión que se habla, se discute y se observa.
La depuración estilística de 'Sombra' hace que la película conforme un magnífico díptico estético con 'La casa de las dagas voladoras', la ampulosa y barroca propuesta de artes marciales del director chino. Pareciera que Yimou busque la sublimación de su puesta en escena hasta la mínima opulencia posible, lo que explica que la película se desarrolle, casi por entero, en escala de grises y con el blanco y negro como protagonista explícito.
La sutileza somete a la acción, no dejándola en un segundo plano, sino forzando a una estilización que remarca aún más la apuesta formal de la cinta. Yimou esconde a sus personajes entre biombos y bambalinas, elemento que resulta fundamental para definir la psicología de sus personajes encerrados tras velos, pues la tela es en la película un elemento de entendimiento psicológico fundamental.
La tela y el cortinaje adquieren en la película una significación muy concreta respecto al sometimiento de sus personajes, pues al igual que con las tramas cortesanas y las traiciones y maquinaciones de palacio, los protagonistas están encerrados en un velo del que no pueden escapar. Y las intrigas de poder, aunque parecen livianas e inofensivas como las propias bambalinas, se convierten en una prisión de la que no hay salida.
Reforzando aún más este sometimiento, destaca una de las grandes escenas de la cinta, con una pelea entre velos en la que el director decide rescatar la proyección de los luchadores sobre la tela, es decir, su silueta.
Así, los movimientos no son los de los propios personajes de la cinta, sino los de una sombra que reduce al máximo la épica. Por ello, 'Sombra' es clara deudora de las sombras -valga la repetición- chinescas, y sus personajes se configuran bajo los tejemanejes del titiritero Yimou, que arroja nervio a una puesta en escena depurada hasta su sublimación.
La verdadera sombra de la cinta es, precisamente, el doble de unos de los personajes, que proyecta una imagen falsa de sí mismo por imitación. Al igual que en la reciente 'Nosotros' o la más lejana en el tiempo pero cercana en lo temático 'El hombre de la máscara de hierro', la inclusión del doppleganger ahonda en la reflexión del propio ser y la psicología del doble, aunque en el caso de 'Sombra', la conclusión parece algo precipitada y el jugo conceptual no termina de exprimirse ante la necesidad de avanzar en su historia.
'Sombra': producción comercial de altura
Y, a pesar de algún altibajo, la película repiensa el ritmo habitual de las cintas de acción, sin olvidar sus tintes de drama de época y, al mismo tiempo, remarca su propuesta estética y sus coreografiados movimientos. Este cóctel convierte a la última obra de Zhang Yimou en una rara combinación cuyas piezas encajan como un resorte, con un tempo que no necesita ser endiablado y una calma que rechaza la épica.
En línea con la filmografía de Yimou, su última película se desarrolla dentro de las líneas que marcan su obra: sin disidencia de Estado pero sin propaganda ni oficialidad del régimen. Y es que, pese a sus trazas autorales y las preocupaciones de su director, 'Sombra' no se aleja tanto en su premisa de otras grandes producciones como 'The Wandering Earth', uno de los filmes más taquilleros en su país con casi setecientos millones de dólares de recaudación.
De hecho, la última película de Zhang Yimou ha alcanzado los noventa millones en la taquilla china, cifra nada desdeñable para una película que estuvo fuera de concurso en el Festival de Venecia. Este esfuerzo del director chino en aunar puesta en escena significante y blockbuster insiste en la existencia de otra forma de hacer cine comercial, preocupación ya vista con George Miller en 'Mad Max: Furia en la carretara' y que también resuena en 'Misión imposible: Fallout' de la mano de Christopher McQuarrie.
El empeño final de 'Sombra' es el mismo que su premisa: el mestizaje entre elementos cuya diferencia parece insalvable. Llevando esta conciencia hasta su último término, la película resulta en un espectáculo coreografiado para parecer limado y evitar cualquier atisbo barroco, con un resultado final que nunca muestra el mármol original y rugoso del que fue pulido.
La cinta abre con un plano en el que la Dama observa a través de un pequeño agujero. Y en el desenlace de la película, el plano se repite de forma casi idéntica, con la mirada de la mujer en un pequeño orificio. Ésa es la visión que interesa al director: la que no enseña el material sobre el que se trabajó, la incompleta, pero también la depurada y observacional. Yimou quiere que, aunque sea desde la más diminuta rendija, todos puedan contemplar su sombra.
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