Desde la magnífica 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto', Agustín Díaz Yanes no había vuelto a hacer buen cine. Tampoco había hecho mucho cine, sólo dos películas, pero ninguna de las dos cumplió con lo que se esperaba de él tras su ópera prima. 'Alatriste' era un batiburrillo de anécdotas sin hilo conductor en el que todo lo que ocurría daba igual porque no sabías cómo afectaba a sus protagonistas. 'Sin noticias de Dios', aunque algo superior, vivía en la confusión entre tonos y te dejaba preguntándote cómo debías tomártela. Quizá su problema es que tenía aspiraciones demasiado elevadas.
Con 'Sólo quiero caminar', Díaz Yanes ha intentado volver a lo que hizo tan bien en 1995 y ha tomado a dos de los personajes de 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto': Gloria Duque, Victoria Abril, y Doña Amelia, Ana Ofelia Murguía. A ellas ha sumado las figuras de Ana, Elena Anaya; Aurora, Ariadna Gil, y Paloma, Pilar López de Ayala; para contar la historia de cuatro mujeres que planean un robo con unas intenciones muy personales.
El plan que las cuatro féminas llevan a cabo nos sume en el desconcierto no sólo porque nunca sabemos hacia dónde apuntan sus intenciones, sino también porque la película presenta unas cuantas incongruencias –fallos de ráccord— y está montada de tal manera que en muchas ocasiones piensas que se trate de flashbacks y flashforwards cuando la narración finalmente es lineal. Esos dedos rotos de Victoria Abril que se recuperan milagrosamente durante una escena para estar entablillados en la siguiente confunden bastante. No ayudan tampoco las escenas en las que se trata de hacer de ellas heroínas de acción de forma demasiado exagerada. Por ejemplo, el arma que construye Ariadna Gil podría haber sido más modestita y el salto de Abril contra los cristales no nos lo creemos. Y ya que mencionamos lo inverosímil, SPOILER pensar que alguien no vaya a oír un robo con martillo pilón y tiros por estar viendo un Western —'Grupo Salvaje' (Sam Peckinpah, 1969)— es de lo más descabellado FIN DEL SPOILER.
SPOILER Inmediatamente se ve que como robo, lo que han hecho no sirve para nada y podemos sospechar que su verdadera motivación es la venganza. Pero no es que esto esté en la película, sino que se apuntó en las sinopsis y trailers. Si es necesario que se sepa, debería decirse en el propio film y no confiar en que el espectador llegue con información previa. Si es preferible que no se sepa para crear sorpresa, debería haberse eliminado del material promocional FIN DEL SPOILER.
Todos estos aspectos confusos y desconcertantes hacen pensar en que el guión se haya escrito y reescrito en numerosas ocasiones. Las escenas no conectan bien unas con otras y no se aprecia una progresión de la historia, sino que se permanece toda la película sin saber hacia dónde va la trama. Éste es el aspecto en el que, por desgracia, 'Sólo quiero caminar' se parece más a 'Alatriste'.
Victoria Abril pasó por una época en la que había perdido su capacidad interpretativa por haber llegado a un extremo. Ahora se ha recuperado, pero sigue sin estar tan en forma como en sus mejores épocas y en 'Sólo quiero caminar' va fluctuando entre esas ridículas exageraciones y momentos bien entonados. Elena Anaya tiene un papel ínfimo y durante su poco tiempo en pantalla no está mal, aunque es difícil comprender su comportamiento porque las elipsis de la película nos impiden saber el devenir de su matrimonio. Ariadna Gil durante casi todo el metraje no cambia su gesto adusto y parece que su actuación consiste en poner esa cara. Hacia el final por fin cambia un poco el matiz y encontramos algo más de humanidad en esa persona con la que hasta entonces era difícil que se formase una empatía. Pilar López de Ayala está bien mientras no habla, pero en cuanto abre la boca, su acento de niña bien nos saca del personaje que se quiere presentar.
Estas mujeres protagonistas están rodeadas de hombres que suponen el blanco de sus intenciones criminales. Por contraposición, lo que a ellos atañe sí está claro y bien narrado. Y es en concreto aquí donde está el aspecto mejor del film: el personaje de Diego Luna: Gabriel, el secuaz del marido de Ana. Sus sentimientos y su psicología los entendemos perfectamente desde el principio y la necesidad que tiene la podemos ir anticipando incluso antes de que llegue. La interpretación del mexicano es magistral y el conjunto de todos estos factores hace que 'Solo quiero caminar' valga la pena ser vista por esta trama del gallito "Babyface". El propio marido de Ana, José María Yazpik, hace muy bien su papel y transmite más que ellas. Es más que paradójico que, queriendo hacer una historia sobre mujeres y en contra de los hombres, lo único que le haya quedado bien a Díaz Yanes sean los personajes masculinos.
Como conjunto, 'Sólo quiero caminar' construye una historia más rocambolesca y complicada que la de 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto' y no consigue estar a la altura del debut de Díaz Yanes. Tomando las escenas de forma independiente, el film alcanza por momentos esporádicos un gran interés, ya que está rodado magníficamente. Nos consolamos con saber que no cae en los errores de las dos películas anteriores, aunque no se ha despojado por completo de algunos de los malos tics que adquirió entonces.
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