‘La sociedad literaria del pastel de piel de patata’ tardó muy poco en convertirse un best seller tras su lanzamiento en 2008. Escrito por Mary Ann Shafer, quien murió antes de su publicación, y Annie Barrows, era el material ideal para dar el salto a la gran pantalla más temprano que tarde y en 2010 ya se pusieron manos a la obra, apuntando todo a un inicio del rodaje dos años después con Kenneth Branagh tras las cámaras y Kate Winslet liderando el reparto.
El proyecto se aplazó poco antes de empezar a grabar y tanto Branagh como Winslet se bajaron del barco y estuvo años dando tumbos hasta que Mike Newell asumió el control, fichándose poco después a Lily James para ocupar el lugar inicialmente previsto para Winslet. Ahora al fin llega a los cines ‘La sociedad literaria y el pastel de piel de patata’, una película tan funcional como poco arriesgada de la que te olvidas al de poco de hacerla visto.
Los escasos riesgos de la película
Últimamente no tiene tanta presencia como antaño, pero hubo una época en la que el cine británico exportaba con asiduidad un tipo de película que pisaba siempre sobre seguro para ofrecer unos relatos reconfortantes que nunca profundizaban demasiado en las posibilidades de la historia y se centraban más en conseguir un reparto compacto que emocionase sin pasarse al espectador. ‘La sociedad literaria y el pastel de piel de patata’ encaja como un guante en ese tipo de cine.
En el caso que nos ocupa todo gira alrededor de una escritora que ha tenido que dejar un poco de lado sus sueños en aras del éxito que acude a un pequeño pueblecito atraído por la curiosa historia de una sociedad literaria. Eso cambiará su vida, pero se nos recuerda cada poco la vida que le está esperando. De ahí podrían haber surgido ciertas tensiones que diesen mayor entidad al viaje de la protagonista, pero a la película nunca le interesa hacerlo.
Lo que le interesa a ‘La sociedad literaria del pastel de piel de patata’ es poner velocidad de crucero y que sea el encanto de los personajes lo que le permita al público dejarse llevar con una historia que da una falsa sensación de desarrollo, ya que desde el primer momento nos olemos una parte importante del secreto o incluso la totalidad del mismo, por lo que la, por así llamarlo, investigación de la protagonista nunca resulta especialmente estimulante.
La forma de compensar eso es que la dinámica entre los personajes resulte lo suficientemente agradable como para que uno nunca llegue a desconectar. Ahí tampoco hay grandes hallazgos, pero Newell sabe dar con el toque necesario para que al espectador le caigan bien los personajes, mientras que el reparto cumple con suficiencia. Eso sí, una pena que Glen Powell quede reducido a un papel tan poco agradecido. Todavía espero que alguien le dé una oportunidad en condiciones a este actor.
Convencional pero efectiva
El principal problema es que todo tiene un sabor demasiado conocido y lo previsible que resulta la progresión argumental no ayuda nada a mejorar esa sensación. En cierta manera es algo que la propia película asume como parte de su identidad y lo integra dentro de su, por así llamarlo, discurso. Y es que todo está encaminado a un inevitable happy ending que deje con buen sabor de boca al público y a los protagonistas.
Lily James ya había demostrado una soltura indiscutible para saber llevar otro relato aún más previsible en la secuela de ‘Mamma Mia’, pero aquí esa frescura del personaje, heredada en parte de la interpretación de Meryl Streep en la primera entrega, se apaga en beneficio de una aproximación más estándar del feminismo que en el fondo acaba derivando en un romance a tres bandas bastante convencional, pero abordado de tal forma que no llega a molestar.
Y es que es cierto que no brilla en ninguna faceta, pero la película sabe cómo unir la parte de investigación con el elemento romántico de tal forma que es bastante sencillo dejarse llevar y disfrutar de lo pulcro que resulta todo en líneas generales y de pequeños apuntes simpáticos aquí y allá basados en el encanto de los personajes. Un aceptable aperitivo que nunca se anima a ser algo más que eso.
En definitiva, ‘La sociedad literaria del pastel de piel de patata’ es una película sencilla que se centra en ofrecer un relato fácil de asimilar por todo tipo de público para que sea el encanto de sus personajes lo que te mantenga interesado en todo momento. A cambio difícilmente podría ser más convencional y previsible, por lo que es cierto que se ve con agrado pero también que te vas a olvidar de ella rápidamente.
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