Las Navidades están ya a la vuelta de la esquina, una época ideal para recuperar alguno de las grandes películas ambientadas durante esas fiestas. Con las series ya es algo más complicado, pues normalmente hay que acudir a episodios especiales en lugar de títulos en los que esa celebración tenga un peso más o menos importante en la trama. Con 'Smiley' no tenemos ese problema.
Adaptación de la obra de teatro homónima de Guillem Clua -quien también escribe todos los guiones de la serie-, 'Smiley' es una comedia romántica que también tiene bastante de dramático. A lo largo de 8 episodios se exploran varias historias de amor con mucha soltura, hasta el punto de que uno sigue viendo capítulos como si estuviera comiendo pipas. Eso sí, es una serie de la que los homófobos deberían huir, pero el resto del público probablemente encuentre suficientes motivos para disfrutar con ella.
Fluida, fresca y entretenida
El principal eje de 'Smiley' es la inesperada relación que surge entre Álex y Bruno. Totalmente opuestos sobre el papel, se conocen fruto de una curiosa equivocación y la atracción entre ambos es evidente, como también lo es la resistencia de ambos a reconocer abiertamente sus sentimientos. La serie de Netflix presta especial atención a ello durante los primeros episodios, jugando después más con la forma que tienen de lidiar ambos con la ausencia del otro, porque, claro está, no iba a ser todo tan fácil como conocerse, enamorarse, ser felices y comer perdices.
Curiosamente, no es ahí donde entra más en escena esa vocación más dramática de la serie que mencionaba antes, pues 'Smiley' cuenta varias historias de amor. Es ahí donde esa componente claro de comedia romántica casi al estilo de Hollywood se diluye en beneficio de un enfoque algo más amargo. No me atrevería a decir que realista, pero sí que dota otra dimensión a la serie, y le sienta bastante bien.
Ahí es cierto que surge el problema inevitable de que no todas las historias que cuenta 'Smiley' tienen el mismo interés y que quizá algunos espectadores echen en falta que se preste más atención a la trama de Álex y Bruno en ciertas fases de la serie, pero lo esencial es que incluso en sus momentos más bajos, sigue teniendo suficiente gancho para, como mínimo, pasar un rato entretenido.
Todo en su sitio
A ello ayuda que se vaya saltando con agilidad entre los diferentes relatos entrecruzados en lugar de pararse nunca más de la cuenta en alguno de ellos. Por mi parte, se da la particularidad de que seguramente la que menos me motivaba es también en la que tiene una mayor presencia Pepón Nieto, que si no es lo que más me ha gustado en 'Smiley', cerca se ha quedado.
Además, visualmente también hay varios detalles que ayudan primero a crear y luego a reforzar la identidad de la serie, sobre todo en lo referente al uso de la pantalla dividida o del montaje paralelo. Tampoco es que sea algo en lo que se incida a menudo, pero sí que aparece de vez en cuando y encaja muy bien con esa frescura que transmite la serie en líneas generales.
Tampoco me olvido de la necesidad de que 'Smiley' resulte cercana al espectador, tanto cuando coquetea más con lo frívolo como cuando apuesta por un golpe emocional más dramático. Ahí quizá la comparación con 'Love Actually' sea excesiva -sobre todo porque aquí no hay tantas historias como allí y la variedad también es necesariamente más reducida-, pero una de las fortalezas de la serie de Netflix es justo la misma de la celebrada película de Richard Curtis, pues en ambas hay una parte de visión idealizada del amor, pero sin dejar tampoco de lado la otra cara más dolorosa de esa misma moneda.
Por último me gustaría destacar el trabajo del resto del reparto. Todos encajan como un guante en sus respectivos personajes -aunque la química que comparten unos estupendos Carlos Cuevas y Miki Esparbé brilla con luz propia-, consiguiéndose así que el qué se cuenta y el cómo se hace encuentren un aliado de lujo para que por encima de cualquier tipo de limitación, triunfe un conjunto que no busca tanto lo admirable como lo entretenido y contagioso.
En resumidas cuentas
'Smiley' es una de las mejores series de Netflix de este año y también se cuela fácilmente entre las ficciones españolas más destacables de la plataforma. Además, funciona muy bien como comedia romántica, ofreciendo tanto una visión más o menos idílica del subgénero como otras algo más dramáticas. La única pena es que ojalá hubiese tenido más episodios, algo que no sucede muy a menudo...
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