Acaba de llegar a Filmin la sorprendente y muy simpática 'Slaxx', un slasher de la vieja escuela dirigido por la canadiense Elza Kephart, donde un par de pantalones vaqueros siembran el caos en una tienda de moda rápida.
Tienda de locos
Los productores de la entrañable 'Turbo Kid' vuelven a mirar al pasado. Y es que es imposible no pensar en 'Robots asesinos' (Chopping Mall) o 'Intruso en la noche' (Intruder), pequeños tesoros del (sub)género que llevan haciendo las delicias de viejos y nuevos fans desde mediados de los 80. Las películas de Jim Wynorski y Scott Spiegel encerraban en centros comerciales o supermercados a unos personajes que debían enfrentarse con amenazas inesperadas y sorprendentes.
Libby ha conseguido el empleo de sus sueños y comienza su andadura en Cotton Clothiers, una tienda de moda liderada por un adorado (pero sollo sectario) CEO especialmente interesado en poner fin a las prácticas explotadoras de la industria textil. La joven llegará en la noche anterior al lunes loco, día de arrancar nueva temporada y presentar unos tejanos ultra fashion de algodón modificado genéticamente que se adapta a la silueta del cliente: los "SS".
Llevamos unos años donde el terror textil está ofreciendo alegría y diversión a raudales. Y casi siempre con un tinte denunciante o reflexivo muy interesante. Peter Strickland en su magnífica 'In Fabric' o Quentin Dupieux en su obra maestra 'La chaqueta de piel de ciervo' sentaban cátedra meditando sobre el hechizo de las rebajas o la crisis de la mediana edad. Ahora Elza Kephart lo hace cargando las tintas contra la explotación laboral en el sector.
La canadiense ofrece una mirada crítica hacia el juego de las multinacionales que aprovechan el ansia de sobreconsumo que cada día mostramos desde nuestra casa, desde nuestras pantallas. Empresas regidas por un CEO mesiánico cuyo oportunismo y cara dura no parece molestarnos siempre que tengamos un par de camisetas chulas que muestren al mundo lo mucho que nos gusta 'La guerra de las galaxias'. Con buenas ideas de puesta en escena y una divertida caracterización de los personajes principales, la sátira funciona mejor que el slasher.
Aunque la crítica de 'Slaxx' funciona, su conciencia social puede terminar por diluirse, precisamente, al señalar con el dedo (de manera literal, además) con demasiada insistencia. Pero hay una cosa que no debemos dejar pasar: 'Slaxx' es una comedia de terror grotesco que acierta con la colorida recreación del entorno que la envuelve. Los pantalones malditos roban la función, por supuesto, gracias a una inteligente mezcla de técnicas de animación y efectos especiales, pero no se queda atrás el personaje de Brett Donahue, Craig, un cretino con mucha menos conciencia que un par de pantalones vaqueros sedientos de sangre.
'Slaxx' es otra película con un pitch vencendor (últimamente llevamos unas cuantas de las que hablaremos cuando sea el momento) que se resiente por momentos por una potente premisa que cuesta lo suyo mantener. Mal menor para una película que a pesar de su denuncia solo pretende que pases ochenta y pocos minutos entretenido y que tiene un villano con las siglas SS bordadas en el cuerpo.
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