'Sky Rojo' llegó a Netflix el pasado mes de marzo con el objetivo de convertirse en un fenómeno similar a 'La casa de papel'. A fin de cuentas, comparten creadores y una apuesta por la adrenalina para conquistar al espectador. Sin embargo, el ruido que surgió alrededor de la serie se centró más en ciertas quejas por la forma de abordar una temática tan controvertida que en cualquier otra. Este viernes 23 de julio es el turno de la segunda y, en principio, última tanda de episodios.
Por mi parte, no las tenía todas conmigo con esta segunda temporada, ya que disfruté mucho con el arranque de la serie, pero llegó un punto en el que no supo manejar bien el constante festival de excesos que ha sido siempre 'Sky Rojo'. El motivo es que la transición de un espíritu más lúdico a un intento de ofrecer un acercamiento algo más serio a la historia que nos proponía no le salió demasiado bien. En eso algo de mejora ha habido en los cuatro episodios que ya he podido ver de la segunda, pero sin llegar a alcanzar su mejor nivel.
A por todas
El inicio de la segunda temporada está marcado por el enfrentamiento constante, alternando qué personajes están en una situación de poder para alimentar así una sensación de dinamismo esencial para mantener entretenido al espectador. A fin de cuentas, 'Sky Rojo' nació con una vocación de entretenimiento endiablado en la que importaba más la forma que el fondo. Eso se mantiene aquí, con una presencia dominante de las canciones populares para ilustrar el estado de ánimo que busca la serie, pero con el frenesí por bandera para no dar respiro al espectador y que así no tenga tiempo de pensar demasiado sobre lo que va sucediendo.
Eso se traduce en que la acción pesa por encima de todo, siendo cualquier tipo de humor el principal damnificado. Tengo claro que por ahí es por donde más llegaron las críticas por banalizar la prostitución, pero es que también era lo que daba a la serie un toque único que ya fue perdiendo según avanzaban los episodios de la primera temporada. Aquí es cierto que hay un par de momentos en los que vuelve a incidirse en la peculiar moralidad de Romeo a la hora de regentar su club, pero ya de antes se había incidido en lo despreciable que es el personaje interpretado por un inspirado Asier Etxeandia.
Y es que el elemento dramático gana presencia en esta segunda temporada, buscando mantener en todo momento al límite a sus protagonistas. Ese toma y daca entre las chicas y los chicos funciona en lo más elemental, distraer al espectador, pero pronto surge la sensación de que están estirándolo todo de más. Es verdad que se dan ciertos motivos para que determinados personajes actúen de forma que simplemente sirve para que la llegada de un final definitivo se demore, pero llega un punto en el que rompe la idea de peligro constante que transmite la serie, ya que no se puede zanjar esa rivalidad con tanta antelación al final de temporada.
Luces y sombras de la temporada 2
En lo puramente dramático, la segunda temporada de 'Sky Rojo' tiene escenas muy intensas, como ese momento que une el pasado y el presente de Wendy (Lali Espósito) y Christian (Enric Auquer), pero, por norma general, esa tendencia natural al exceso y la imperiosa necesidad de mantener un ritmo vivo lleva a que el impacto en el espectador sea menor al deseable. No se puede tener todo a través de la saturación de estímulos y eso lleva a que la serie funcione mejor desde lo vibrante que en cualquier otro apartado.
De hecho, cuesta bastante tomarse en serio la serie en lo dramático. Hay multitud de detalles al respecto, pero parece que incluso a sus responsables no les importa sacrificar cualquier tipo de verosimilitud, porque una cosa es tener una vocación pulp y otra recuperaciones milagrosas de personajes que bien poco antes difícilmente pudieron estar más al límite. Entiendo que la pausa no interesa a la serie, pero cierta lógica es necesaria si, como sucede en el caso de 'Sky Rojo', también quieres jugar a ser algo más que una macarrada. Hace falta hilar muy fino para que todo encaje y mucho me temo que eso no sucede aquí.
Por lo demás, 'Sky Rojo' mantiene una estética visual de lo más llamativa, en la que parece existir cierta tendencia a lo anárquico, ya que parece que todo cabe en ella. Sin embargo, ahí sí que veo una intención clara por potenciar ese elemento de cómic que posee la serie, buscando que cada momento tenga fuerza en sí mismo sin ser necesariamente esclavo de lo que acabemos de ver antes. Ese contraste que busca la serie a todos los niveles encaja especialmente bien tanto aquí como en lo que mencionaba antes respecto al uso de las canciones.
En resumidas cuentas
Al final, 'Sky Rojo' no deja de ser un popurrí en el que todas las piezas no encajan igual de bien. Cuando se deja llevar por la acción, engancha y te puedes ver un capítulo detrás de otro. Además, el reparto está entregado para la causa y eso ayuda a que los elementos menos conseguidos de su guion chirríen menos, pero siguen llamando la atención de forma negativa. El bagaje es positivo, pero también deja la sensación de que podría ser mucho mejor a poco que cuidasen más esos pequeños detalles que casi parecen más una molestia que el pegamento que una todo.
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