Algo cada vez más difícil de encontrar en el fantástico es un regreso a alguna de sus criaturas clásicas con el mismo aliento con el que el cine se aproximaba a estas a través de la sencillez. Sin motivos más allá que el presentar una historia con suficientes elementos de intensidad y violencia como para incomodar y ausencia de bromas meta o vueltas de tuerca que autojustifiquen su existencia. 'Eight for Silver' es una de esas películas directas que aparecen de la nada.
La revitalización gótica de un monstruo icónico es difícil, por lo que muchas veces la mejor opción es abrazar sin timidez las pautas que definen los arquetipos en donde el propio mito se encuentra cómodo. Aquí tenemos un pueblo aislado que está siendo acosado por un lobo, o lo que creen que es un lobo. Una matriz opuesta a la perspectiva en primera persona que suele verse en grandes títulos como ‘El hombre lobo’ (1941) pero que no es ajena al género en títulos como ‘The Undying Monster’ (1942), ‘Le Loup des Malveneur’ (1942), o incluso ‘Romasanta’ (2004).
En realidad, todos los hijos de ese planteamiento tiene algo de variación de ‘El sabueso de los Baskerville’ y ha ido evolucionando con las escenas de caza del lobo y el misterio de su identidad, pese a que películas como ‘Miedo Azul’ lo han actualizado al presente, es un tipo de historia que encuentra su atmósfera óptima en los periodos históricos victorianos y eduardianos. ‘Eight for Silver’ está ambientada en la campiña francesa del siglo XIX, pero en realidad todo el film es un flashback de un militar herido en la primera Guerra Mundial.
Licantropía esotérica con body horror
Tras una secuencia bélica espectacular, el recuerdo del soldado le lleva al momento en el que un rico terrateniente desata una maldición cuando asesina a un grupo de gitanos por una disputa territorial. Volviendo a tropos conocidos del género, quizá algo caduco para algunos, son los nómadas romaníes quienes desatan el maleficio pero queda implícita la crueldad vertida sobre ellos con una escena de genocidio en plano fijo, sin cortes de montaje que recoge lo terrible del suceso pese a la distancia.
Los habitantes de la zona se ven acosados por una bestia tras el juego de unos niños con un objeto enterrado, en una vuelta a las evoluciones esotéricas más ásperas y desagradables del reino unido en los 70, desde la aproximación cruda a la violencia y los tonos terrosos de la imagen, que contrasta la presencia de lo sobrenatural con marcadas texturas realistas como si películas la casa Tigon, o la Hammer más tardía se tratara. Sus imágenes no desentonarían en ‘La garra de Satán’ (1972), ‘El grito de la muerte’ (1970) o ‘Captain Kronos, cazador de vampiros’.
Dirigida por Sean Ellis, 'Eight for Silver' es una apuesta por llevar ese tipo de cine de horror decimonónico más decadente a una producción con más medios de lo habitual, con un reparto con caras conocidas como Boyd Holbrook, Alistair Petrie o Kelly Reilly en grandes parajes de exteriores llenos de niebla, atmósfera y paisajes recogidos por gran angular y 35 mm. Escenarios de época y atmósferas sombrías que no es difícil asociar con éxitos recientes como ‘La bruja’ (The VVitch, 2015), pero que tienen más que ver en este caso con aventuras de horror como ‘El pacto de los lobos’ (2000).
Un regreso al horror decimonónico
No es ajeno al cine más o menos reciente de hombres lobo un planteamiento de caza de la bestia en pequeñas poblaciones cercanas al bosque, con casos como la divertida ‘Werewolf: the Beast among us’ (2012) o incluso la curiosa precuela ‘Ginger Snaps: el origen’ (2001), pero en este caso un licántropo distinto a lo habitual, que no es convocado por la luna llena ni regresa a su forma humana, ya que es más una enfermedad que consume por completo el cuerpo y el alma, con algunas variaciones anatómicas grotescas que recuerdan al body horror mutante de ‘La Cosa’ (1982).
Esta elección convierte ‘Eight for Silver’ no solo en un relato de terror lleno de atmósfera, sino que combina muertes grotescas y notable dirección de arte, con una buena disposición para lo salvaje y lo gore, con criaturas hechas con una combinación de grandes FX prácticos y un CGI que, siendo bastante modesto, está relegado a cortes de montaje corto, evitando lanzar a la cara o fijar la cámara en sus monstruos. Esto deja una sensación de que la película es algo más ambiciosa de lo que puede abarcar su presupuesto, pero su fastuoso planteamiento visual crea un equilibrio acertado.
‘Eight for Silver’ hace pensar en cómo luciría hoy un gran estreno de horror de vieja escuela, pero no deja de ser una pequeña película independiente británica con una actitud anacrónica que complacerá a los que estén saturados de remakes, secuelas, slashers de franquicia o películas de terror contemplativas y con recado social. No quiere reinventar nada pero rezuma sentido de la aventura pulp oscura, casi un western con brujería, maldiciones y sangre a raudales con un acabado como si el Rob Zombie de ‘Lords of Salem’ (2012) hubiera querido hacer ‘Barry Lyndon’ mano a mano con el Joe Dante de ‘Aullidos’.
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