Uno de los puntos álgidos del Festival de Sitges 2014 se dio durante la inolvidable proyección de 'Goodnight Mommy'; una muestra de ese terror puro y visceral que atacó los nervios e hizo pesada la respiración del curtido público del certamen con una cocción a fuego lento y un tono y estilo alineados con filmografías como la de Michael Haneke o Yorgos Lanthimos.
Cinco años después, el dúo compuesto por Severin Fiala y Veronika Franz regresan al hogar del fantástico con 'The Lodge'; un excelente largometraje con el que, repitiendo fórmulas y afianzando su estilo con una exquisita realización, articulan un nuevo ejercicio de atmósfera y horror psicológico que no titubea a la hora de ofrecer un demoledor discurso sobre la religión y el trauma.
Difícil digestión, excelente gusto
Al igual que ocurre con su ópera prima, la nueva obra de los cineastas austriacos no resulta, ni mucho menos, fácil de digerir; requiriendo un mínimo esfuerzo y predisposición por parte del espectador para adaptarse a su sosegado tempo y a una cadencia narrativa en la que la construcción del ambiente y personajes está en todo momento por encima de cualquier sucesión de giros dramáticos.
De este modo, 'The Lodge' se toma su tiempo para encerrarnos en una cabaña aislada entre la nieve y el hielo junto a un trío de intérpretes en estado de gracia —maravillosa Riley Keough— y dejar que la paranoia y la ansiedad se vayan apoderando poco a poco tanto de los protagonistas, como del patio de butacas. Todo ello en un retorcido relato en el que la influencia de Carpenter y Kubrick impregna cada copo de nieve y cada brizna de locura embotellada.
Apuntalando este descenso a los rincones más oscuros de la demencia se encuentra un soberbio trabajo de planificación y puesta en escena que reafirma a Fiala y Franz como dos artesanos únicos en su especie. Una exhibición —o más bien derroche— de estilo en el que encuadres arriesgados, juegos con los aires y planos sostenidos reman en una única dirección con el objetivo de destrozar nuestra templanza.
Puliendo este diamante en bruto, y más allá de sus espléndidos valores formales, 'The Lodge' alcanza su plenitud gracias a sus audaces lecturas sobre la toxicidad y peligros de la religión cuando esta se lleva al extremo, dando lugar a una pieza desoladora y desasosegante con un tercer acto de los que se graban a fuego en las retinas.
Antes de la proyección de la película, sus autores, en tono jocoso —o no— pidieron perdón al respetable de forma anticipada. Es cierto que no estamos ante un filme que todo el mundo pueda —ni sepa— disfrutar en estos tiempos de consumo rápido y bajos índices de atención, pero esto no quiere decir que 'The Lodge' no sea una de los mejores largos de terror del año. De ese que revuelve el estómago colándose y hurgando en lo más profundo de nuestros cerebros.
Ver 5 comentarios