Cuando se anunció que el largometraje que inauguraría el recién iniciado Festival de Sitges 2019 sería 'En la hierba alta', fuimos muchos los que arqueamos la ceja en un gesto de escepticismo y, por qué no decirlo, ligera decepción. Y es que las producciones Netflix no suelen ser sinónimo de la más alta calidad, pero, en este caso, alimentando ligeramente la confianza, se eleva una combinación de nombres propios tan atractiva como la compuesta por Stephen King, Patrick Wilson y Vincenzo Natali.
Una vez concluida la proyección, y a pesar de la terrible toma de contacto que ha supuesto el abominable cortometraje para Save the Children, dirigido por el hijo de Chicho Ibañez Serrador, que ha dado el pistoletazo de salida a la sesión inaugural, no puedo más que agradecer la oportunidad de ver esta nueva adaptación del maestro del terror literario en pantalla grande y no en la televisión —ni tan siquiera en el proyector— del salón de mi casa.
Porque, sorprendentemente, en Netflix parecen haber encontrado la fórmula —casi— perfecta para adaptar al bueno de King tras los notables resultados obtenidos en 'El juego de Gerald'; dando en esta ocasión una inteligente vuelta de tuerca al sencillo relato homónimo en el que se basa el filme, articulando un sugerente y atmosférico viaje a través del purgatorio que extrae oro de las principales virtudes de su director.
Vincenzo Natali y todo lo demás
Si hay algo por lo que muchos cineastas han elogiado la labor de Netflix, eso es la libertad creativa que suele ofrecer a la hora de dar forma a sus obras. Aprovechando esta oportunidad, casi remota en lo que respecta a los grandes estudios, Natali se ha adueñado tanto de la cinta como del material original, dando rienda suelta a sus pulsiones artísticas y perfilando un producto que hace su sello reconocible por partida doble.
No hace falta demasiado esfuerzo para relacionar 'En la hierba alta' con la deslumbrante ópera prima del realizador americano-canadiense; una 'Cube' marcada por su cariz de narración embotellada en la que la aparente simpleza de su premisa derivaba en un desarrollo intrincado, repleto de incógnitas y giros inesperados, cuya base encuentra un claro reflejo en este relato de terror.
De nuevo, Natali juega con un un puñado de personajes —tan sólo contamos siete en todo el largometraje, si sumamos una figuración de apenas un par de planos— recluyéndoles en esta ocasión en un laberinto de barro y vegetación que, poco a poco, y mediante la inclusión de ciertos elementos fantásticos —que se desvían de la fuente, y que no mencionaré—, termina convertido en un infierno en vida en el que resuenan ecos de la 'Horizonte final' de Paul W.S. Anderson.
Es precisamente estos puntos que separan al filme del sencillo relato en el que se basa los que terminan los que terminan antojándose como un arma de doble filo para 'En la hierba alta', derivando en una ligera confusión una vez se supera su mid-point y se encara su recta final. Carencia que se superan sin mayor problema de entrar en juego que propone Natali, y de abrazar a unos personajes que, pese a estar ligeramente desdibujados, capturan gran parte de la esencia con la que suele impregnar King a sus protagónicos literarios.
Narrativa aparte, la segunda gran virtud de Natali presente en lo nuevo de Netflix viene heredada de su prolífico periplo televisivo; más concretamente de su trabajo en series como 'American Gods' y, especialmente, la gloriosa 'Hannibal'. Me refiero, por supuesto, a un descomunal poderío audiovisual en el que la experimentación, el manejo de la cámara de un modo libre y preciso y la creatividad están al servicio tanto de la historia como de la generación de atmósferas sugestivas.
Es una lástima que el tercer acto de 'En la hierba alta' pida a gritos un extra de pegamento que cierre sus grietas y dé solidez a los mecanismos internos del aterrador campo en el que se ambienta. Pese a todo, estamos ante una fantástica muestra de que, de contar con entrega y equipos a la altura, las producciones Netflix pueden alcanzar resultados notables. Por desgracia, nos encontramos ante otra oportunidad para reabrir el debate; y es que esta es una experiencia que, de verse en la poco inmersiva pequeña pantalla, perderá enteros irremediablemente.
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