Ya os hablé de los maratones de cine en Sitges. El sábado 9 de octubre, a la una de la madrugada, se había programado en el Auditori una sesión de tres películas que formaban parte de la (tomad aire) sección oficial fantàstic especials panorama, según la web oficial del festival, una sección “dedicada a ese público más fanático y completivo” (??). Los títulos eran ‘Jonah Hex’, ‘Frozen’ y ‘After.Life’. Nada que ver con el otro maratón que os comenté, y no me parece casual que aquél lo integraran producciones de Japón, Noruega y Francia, mientras que las tres de éste eran solo estadounidenses. Siguen teniendo el dinero, y parece que no les importa tirarlo a la basura.
‘Jonah Hex’, una falta de respeto al cómic, al western y al cine
“Una futura película de culto”, así de alegremente se vendía ‘Jonah Hex’ al público de Sitges. Un horror. Una de esas producciones que tanto daño hacen a las adaptaciones de cómics, diseñada sin ningún aprecio por la obra en la que se basa y pensada (es un decir) únicamente para dar origen a una rentable franquicia. Pero no será esta vez. El film provocó desconfianza desde el principio (al parecer los productores quedaron descontentos con el primer montaje y contrataron a Francis Lawrence para que intentara arreglarlo), cosechando un lógico y merecido fracaso en taquilla, que al menos asegura que no intentarán sacar otra secuela de esta calaña en los próximos años. Estamos hablando de una de las películas más lamentables de los últimos años, de una de las peores adaptaciones de un cómic que se han hecho jamás. ‘Batman y Robin’, ‘Catwoman’, ‘Ghost Rider’... de esta clase.
Escrita por esos terroristas del cine que son Mark Neveldine y Brian Taylor (‘Crank’, ‘Gamer’), ‘Jonah Hex’ lleva a la gran pantalla al personaje de DC Comics creado por John Albano y Tony DeZuniga (inspirado en Clint Eastwood). El protagonista es un pistolero con el rostro desfigurado que tras escapar de la muerte se emplea como cazarrecompensas en el salvaje oeste. Un guión pésimo (mal estructurado, repleto de tópicos y malos diálogos), un reparto envidiable totalmente desaprovechado (Josh Brolin está perdido, John Malkovich y Michael Fassbender sobreactúan hasta el ridículo, Megan Fox repite como florero, Jeffrey Dean Morgan, Aidan Quinn, Michael Shannon o Will Arnett apenas tienen relevancia) y una realización nefasta de Jimmy Hayward (ex animador de Pixar que debutó hace dos años con ‘Horton’), cuya cima es el patético duelo imaginario entre Hex y Turnbull; Brolin y Malkovich debieron sentirse muy sucios. Para olvidar.
‘Frozen’, nunca olvides el móvil
Después de ver ‘Jonah Hex’, cualquier película puede pasar por buena, al menos durante un rato. ‘Frozen’ es el nuevo trabajo del norteamericano Adam Green (‘Hatchet’) y ciertamente tiene algunos momentos logrados, muy dramáticos, pero se trata de un relato tremendamente simple que no logra sacar todo el partido a la premisa que plantea. La trama gira en torno a tres jóvenes (deportistas, atractivos, guays, típicos protagonistas de las películas de terror) que deciden pasar el fin de semana esquiando; su pesadilla comenzará cuando, por querer lanzarse a la pista más tarde de la cuenta, y a causa de un malentendido, la telesilla en la que están subidos se detiene. Todos se van, las luces se apagan y los tres se quedan solos en mitad de la montaña. Están a demasiada altura como para saltar, en una zona helada, y sin ayuda posible en menos de una semana. ¿Qué harías?
Para colmo, hay lobos. Sí, Green no cree que el frío o la falta de alimento sean obstáculos suficientes para sus personajes, así que los sitúa encima del hogar de los lobos más hambrientos y agresivos del planeta. Es bastante ridículo, aunque los animales actúan bien (formación teatral, sin duda). Con apenas un solo escenario y los protagonistas “atrapados”, necesitas un guión muy inspirado y elaborado (véase la reciente ‘Buried’). No es el caso de ‘Frozen’, los tres personajes aburren, Kevin Zegers, Shawn Ashmore y Emma Bell no se implican demasiado (nunca transmiten el pánico o el dolor que deberían sentir) y a veces sus actos son tan caprichosos (forzados por el guionista) que es difícil involucrarse en la historia. Green recurre a constantes explicaciones, los tiene hablando demasiado tiempo, sin que digan nada realmente interesante o emotivo (el monólogo sobre la ex novia es insufrible). Se aprecia el intento, pero es un film que se agota muy pronto, fallido.
‘After.Life’, para.morirse
Nada te prepara para esto. Ni siquiera haber visto ‘Jonah Hex’ poco antes. ‘After.Life’ es una de las películas más vergonzosas que he visto en mi vida, nada tiene sentido, es como una broma sin gracia, como si la hubieran dirigido varias personas, sin talento ni preocupación por los personajes, y ninguna de ellas supiera qué estaban haciendo los demás. Pero no, es obra de una realizadora debutante, Agnieszka Wojtowicz-Vosloo (Varsovia, 1975), autora del guión junto a Paul Vosloo y Jakub Korolczuk. La película es una mezcla ridícula de terror, drama y thriller sobrenatural, que intenta provocar inquietud por la vida de un chica que ya está muerta. Tal como suena. Lo increíble es que Liam Neeson es uno de los protagonistas.
La historia se centra en Anna (Christina Ricci), una joven que lleva un tiempo sintiéndose desconectada del mundo. Una noche cree que su novio (Justin Long) va a dejarla (en realidad le iba a pedir matrimonio, pero mete la pata) y tiene un accidente de coche. Cuando Anna despierta, el director de la funeraria (Neeson) le explica y le prueba que ha fallecido, pero que él tiene un don y la ayudará a descansar en paz. Eso es todo, desde los primeros quince minutos hasta el final es una insufrible repetición de situaciones: estás muerta, no quiero estarlo, mi novia no ha muerto, sí ha muerto, no quiero morir, ya has muerto, pues no quería, todos los cadáveres sois un coñazo, etc. Los actores están fatal, no creen en lo que están haciendo y dan bastante pena. Como que la directora nos intente engañar burdamente en varios momentos, haciendo que Neeson parezca un psicópata que tiene atrapada a la chica. Demencial. Cien minutos de cine mediocre, pretencioso y vacío que nunca podrás recuperar.