'Encontré al diablo', otra retorcida venganza
La nueva película del director Kim Jee-woon era una de las más atractivas de Sitges 2010, aunque no estaba incluida en la sección oficial competitiva. Protagonizada por las estrellas coreanas Choi Min-sik y Lee Byung-hun, 'Encontré al diablo', vendida internacionalmente como 'I Saw the Devil' ('Akmareul boattda', 2010) llegaba con la promesa de ofrecer un relato de violencia aterradora y extrema, a tenor de las reacciones que había provocado tras su paso por el festival de San Sebastián. Dejando al margen la famosa ‘A Serbian Film’ (que ha protagonizado, curiosamente en San Sebastián, un pequeño escándalo de lo más patético), os aviso que no es para tanto, en el cine asiático o el europeo (francés, sobre todo) hay títulos mucho más contundentes y brutales que el que firma Kim.
Dicho esto, ya se sabe que todo depende de la experiencia de cada uno, así que entiendo que se pueda considerar a ‘I Saw the Devil’ una película desagradable. Comparada con lo que suele ofrecer el cine estadounidense, es una salvajada. Hay escenas violentas, asesinatos y tortura, hablamos de un thriller que gira en torno a un hombre (un agente secreto) decidido a convertir en una pesadilla la vida de un psicópata asesino, que acabó con la vida de su prometida. No es ‘Bambi 2’, desde luego. Ahora bien, falla el ritmo de la película (las más de dos horas se notan mucho) y la progresión de la violencia. Puedes empezar fuerte, es más, con eso sorprendes y atrapas al espectador, pero luego tienes que ir de menos a más, reservando tu mejor carta para el clímax. Kim no lo hace, y es uno de los grandes errores de ‘I Saw the Devil’.
El principal problema de la película es que Kim Ji-woon no es Park Chan-wook (ni Bong Joon-ho), por más que lo intente. Es un estupendo realizador, dirige bien a los actores y no descuida la puesta en escena, es muy versátil, podéis echar un vistazo a títulos como ‘Dos hermanas’ (‘Janghwa, Hongryeon’, 2003) o ‘A Bittersweet Life’ (‘Dalkomhan insaeng’, 2005) para comprobarlo, pero no es extraordinario, no es capaz de dar ese salto que caracteriza a los grandes cineastas. Con esa estética sucia y ese realismo amargo que está caracterizando al thriller de Corea del Sur (‘Memories of Murder’, ‘Chaser’), ‘I Saw the Devil’ consigue tenerte pendiente de la acción, a veces sólo con el trabajo interpretativo, aunque hay situaciones muy tensas y otras muy divertidas (que recuerdan al cine de Park o Bong) que se quedan en la memoria. En conjunto no es tan contundente como pretende, y fracasa totalmente a partir de un determinado giro que extiende demasiado el relato, llevándolo a un tramo final plano, sin la chispa del resto. Arranca muy bien, pero se va estancando, no llega a donde promete.
‘Ip Man 2’, déjà vu
Dos años después de la exitosa ‘Ip Man’, el formidable experto en artes marciales Donnie Yen vuelve a interpretar al maestro del Wing Chun en una secuela que nos transporta a Hong Kong durante los años 40. Dirigida de nuevo por Wilson Yip, que no ha arriesgado lo más mínimo, ‘Ip Man 2’ (‘Yip Man 2’, 2010) parece más un remake que una continuación. El protagonista, ahora en un nuevo escenario, debe recorrer prácticamente el mismo camino que en la primera parte, superando obstáculos y enemigos muy similares. La peor noticia, sin embargo, es que ninguno de los combates (a los que Ip Man se entrega siempre por obligación o deber) supera a los que ya habíamos visto en el primer film, resultando una secuela totalmente prescindible.
Al igual que en la primera parte, Ip Man, tan inmutable como invencible, debe enfrentarse a los maestros de otras escuelas de artes marciales (entre los que destaca Sammo Hung), con la excusa de que es nuevo y debe demostrar sus habilidades antes de poder entrenar. Una vez que supera la prueba y todo está más o menos solucionado, llega el turno del gran reto, el gran enemigo, un enorme y musculoso boxeador inglés (Darren Shahlavi) que se burla de las costumbres y la valía del pueblo chino; como en el anterior film, Ip Man debe derrotarle, por venganza personal y por el honor de China. Y eso es todo. No hay emoción, todo está enfocado a las peleas, que no resultan tan espectaculares como cabría esperar; los combates están ganados de antemano, así que para animarlos, se exagera el dramatismo de algunas situaciones y se abusa de los cables, resultando demasiado disparatadas. En definitiva, a menos que no hayas visto muchas películas similares, ‘Ip Man 2’ asegura el aburrimiento.
‘Fire of Conscience’, floja ensalada de tiros
‘Fire of Conscience’ (‘For lung’, 2010) es al thriller policiaco lo que ‘I Saw The Devil’ al de asesinos en serie. Se toman los ingredientes básicos, se dobla la ración de algunos, y se mete todo en la coctelera, se agita bien, y se sirve con muchos adornos, intentando que la apariencia llegue a disimular lo que realmente se está sirviendo. Mientras que el film de Kim logra a medias su propósito, consiguiendo que uno se implique en lo que se le está narrando, Dante Lam fracasa casi por completo con ‘Fire of Conscience’, de la que apenas cabe destacar un prólogo tan gratuito como impresionante (una serie de imágenes congeladas que la cámara recorre en busca de detalles) y el trabajo de los actores protagonistas, los famosos y carismáticos Leon Lai y Richie Jen (un habitual del cine de acción hongkonés, visto en ‘Breaking News’ o ‘Exiled’). Llega a recordar a ‘Juego sucio’ (‘Infernal Affairs’, 2002), pero no es tan intensa ni cuenta con un guión tan trabajado.
La película gira en torno a dos policías violentos cuyos caminos se cruzan por un asesinato; uno está traumatizado por el asesinato de su mujer, pero sigue defendiendo la ley, mientras que el otro ya sólo piensa en sus propios intereses y busca su propia justicia. Lam intenta crear un espectáculo de persecuciones, tiros y explosiones, similar a los que firma (cuando está inspirado) Johnny To, o los que dieron fama al mejor John Woo (‘A Better Tomorrow’, ‘Hard Boiled’), al mismo tiempo que busca componer un relato complejo con personajes muy dramáticos al borde del abismo. Al final se queda a medio camino de todo, acierta con la tensión previa, preparando el momento, pero luego se pierde con la puesta en escena, trocea demasiado las secuencias, la situación de los personajes es un caos y llega a ser realmente difícil seguir la acción; tampoco consigue lo segundo porque el guión de Jack Ng no profundiza lo suficiente en las personalidades de los policías y los criminales, quedándose en tópicos andantes y parlantes. Puede valer para una tarde aburrida, si te entusiasma el género.