Se acabó Sitges 2010, pero yo os seguiré comentando todas las películas que pude ver durante los nueve días que pasé allí, ahora con más tranquilidad y más tiempo. Os venía diciendo que el nivel general de las películas estaba siendo flojo, decepcionante, pero siempre conservé la esperanza de que todo mejoraría al final, con algunos de los títulos que se habían reservado para las últimas jornadas del certamen. El pasado viernes pudimos ver la esperada 'Déjame entrar (Let Me In)' de Matt Reeves y 'El perfecto anfitrión' de Nick Tomnay, incluido en la sección oficial competitiva. Inesperadamente, quedé más satisfecho con el segundo film.
'Déjame entrar (Let Me In)', una versión más cálida y comercial
Sin duda, uno de los platos fuertes de la 43ª edición de Sitges era el preestreno de 'Déjame entrar (Let Me In)', una semana antes de su llegada a los cines de toda España (se estrena el próximo día 22). La esperada nueva película de Matt Reeves, que en Estados Unidos se ha saldado con estupendas críticas y un llamativo fracaso en taquilla, es como ya sabéis un remake de habla inglesa, producido por la renovada Hammer y ambientado en los Estados Unidos de la era Reagan, del film sueco 'Déjame entrar' ('Låt den rätte komma in', 2008), que sorprendió a todos con una historia de vampiros fuera de lo corriente. Reeves ('Monstruoso') firma el guión y aunque insiste que se trata de una nueva adaptación del libro de John Ajvide Lindqvist, no es cierto, hay cambios pero básicamente ha repetido la película que ya hizo Tomas Alfredson.
El personaje principal es Owen, un chico solitario cuyos padres se acaban de separar y que es maltratado en el colegio por unos agresivos compañeros. Una noche, mientras espía desde la tranquilidad de su dormitorio, asiste a la llegada de sus nuevos vecinos, la adolescente Abby y un hombre mayor que parece ser su padre. Pronto conoce a la chica, que resulta ser más extraña que él; se caen bien, se ven a menudo y salen de paseo como si fueran una joven pareja, mientras comienzan a sucederse misteriosos crímenes en la localidad, donde nunca pasaba nada.
Sin margen para la sorpresa (lo novedad más destacable es la inclusión del detective al que da vida el siempre grande Elias Koteas, pero no aporta gran cosa argumentalmente), queda más expuesta la puesta en escena de Reeves, su capacidad para atrapar al espectador, para mantener la atención en todo momento y seguir narrando con interés y pasión una historia que ya nos sabemos (no esperéis un final diferente). Y el balance no es positivo. Acierta montando un film al estilo de la original, más europeo que norteamericano, sin montaje acelerado ni rutinario plano-contraplano, pero no puede evitar cargarse la oscuridad y la sequedad del relato de Alfredson. Su 'Déjame entrar' es más cálida, humana y cercana.
Por otro lado, los pocos cambios que se hacen (con la intención de animar la trama), la inclusión de efectos visuales para dar vida a Abby en un par de escenas (un rotundo error, le quita realismo) y el radical cambio de imagen de la chica (Chloë Moretz es rubia, guapa y siempre va perfectamente peinada y maquillada, nada que ver la chica del film sueco) buscan darle un barniz más comercial a la película, pero el tiro les ha salido por la culata. No me extraña que se hable bien de ella, los actores están estupendos (aparte de los mencionados destacan Kodi Smit-McPhee, que está fantástico, y Richard Jenkins, quizá algo desaprovechado), la música de Michael Giacchino entusiasma a cualquiera, pero no conviene perder la perspectiva ni olvidar que hace dos años se estrenó una versión superior de la misma historia. Os puede entretener, pero se olvidará.
'El perfecto anfitrión', un encantador perturbado
Ya os comenté que la labor de Patrick Fabian en 'El último exorcismo' era impecable, así que no discuto que le hayan dado el premio al mejor actor del certamen, pero mi favorito era David Hyde Pierce por 'El perfecto anfitrión' ('The Perfect Host'). El actor, famoso por su papel de Niles Crane en la serie 'Frasier', está fantástico interpretando al sofisticado Warwick Wilson, la peor pesadilla de un ladrón muy confiado. La película se basa en un corto titulado 'The Host', escrito y dirigido por Nick Tomnay en 2001; él mismo se ha encargado de convertirlo a largometraje, siendo su primer trabajo en el cine.
'El perfecto anfitrión' nos presenta a John, un joven que acaba de asaltar un banco. El atraco no ha salido como esperaba, está herido y la policía le pisa los talones. Desesperado, y desarmado, decide intentar engañar al propietario de alguna de las lujosas casas de un barrio residencial, ocultarse, descansar y buscar alguna solución al día siguiente. Así es como conoce a Warwick, un encantador, amanerado y solitario individuo que prepara una cena para sus mejores amigos. Warwick se traga las mentiras de John y parece la presa ideal, pero a veces las apariencias engañan...
Sin ser gran cine, es de esas películas que se ven agradablemente de principio a fin, y de la que guardas buen recuerdo. Está filmada con elegancia (con los cortes justos y dejando a los actores moverse con libertad por el escenario), el guión está lleno de sorpresas (con lo cual te mantiene pendiente a la espera del siguiente giro) y está centrado en un duelo interpretativo muy tenso y divertido. Gana la partida (hablo de interpretación, no estoy reventando la trama) Pierce, pero Clayne Crawford se defiende con soltura, tampoco es lo que parece al principio y siempre resulta verosímil. Por supuesto, 'El perfecto anfitrión' no es 'La huella' de Mankiewicz, pero tiene momentos gloriosos. No sé qué hacía en Sitges, no es terror ni hay elementos fantásticos, pero me alegró verla.
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