Esta tarde se estrena 'Sin retorno' (2010), primer film del argentino Miguel Cohan, que cuenta con las interpretaciones de Leonardo Sbaraglia, Federico Luppi, Bárbara Goenaga y Martín Slipak. Este thriller psicológico, coproducción hispano-argentina, cuyo tráiler adelanté aquí, obtuvo en la Seminci 2010 la Espiga de oro —ex-aequo junto con 'Copia certificada'— a la Mejor Película y el Premio Pilar Miró al mejor nuevo realizador, así como el premio Fipresci a la Mejor Película, concedido por la crítica internacional.
En ella, un joven muere atropellado en un accidente de tráfico. El culpable huye sin dejar rastro. Ninguna prueba lo incrimina. Pero el padre del joven, apoyado por los medios de comunicación, exige encontrar al responsable y llevarlo a la cárcel. Una serie de acontecimientos fortuitos y una justicia contaminada por la opinión pública ponen al hombre equivocado en el banquillo de los acusados. Envueltos en el entretejido del azar y las decisiones desesperadas, estos hombres deberán enfrentarse a la culpa, la responsabilidad y la necesidad íntima de redención en una espiral que no tendrá retorno.
Con total aspecto de estar basada en hechos reales —en realidad, el director y su hermana, Ana Cohan, dedicaron cuatro años a escribir el guion a partir de una idea y una imagen—, podría sonarnos a telefilm. No obstante, la historia que se narra en 'Sin retorno' resulta de sumo interés y se enfoca de forma intimista y psicológica, para alejarnos del sensacionalismo y la facilidad de las películas televisivas. El director debutante le saca todo el partido, explorando la moralidad y las ansias de venganza en una cinta que sufre, aproximadamente al cabo de sus dos primeros tercios, un cambio en el punto de vista, que le permite estudiar ambos sentimientos.
Sin embargo, de alguna forma, no se me escapa nunca la sensación de que los autores de su guion podría estar yendo más allá, de que la película podría estar ofreciendo más y no sé muy bien cómo o el qué. Podría comenzar todo con la condena del inocente, resumiendo los hechos primeros en unos minutos y narrar desde ahí una historia de terror y culpa. Y no sé si con ello mejoraría o si el detenido acercamiento hacia las decisiones del joven y de sus padres supone el verdadero núcleo válido de 'Sin retorno'. Sin creer en absoluto que las interpretaciones puedan mejorarse, se me ocurre que un remake estadounidense de este film daría pie a un atractivo producto, quizá de otro género, pero con un denso contenido.
De nuevo, nos encontramos ante el estudio de la fuerza que detenta el cuarto poder, es decir, los medios de comunicación, y cómo las autoridades deben acomodarse a sus exigencias. Si en la película cuya crítica enlazo, una joven se enfrentaba a las desmesuradas consecuencias de un suceso sin aparente importancia, aquí nos encontramos con un muchacho que debe lidiar con la ausencia de consecuencias ante un hecho de desmesurada envergadura. Es interesante contraponer ambos films para tratar de encontrar cuál sufrimiento sería mayor, si el de la culpa cumplida ante la sociedad o si el de la sufrida únicamente en nuestro interior.
El cine argentino, siempre atento a las cuestiones morales o psicológicas entronca, de alguna forma, con una tradición europea, especialmente francesa, que nos aporta films con la capacidad de hacernos pensar o reflexionar. 'Sin retorno' cuenta con esta posibilidad, al acercarnos, con suma fidelidad, al sufrimiento de sus personajes y el resonar universal de los hechos planteados. Solo con eso, ya vale la pena ver esta película.
'Sin retorno' está muy bien interpretada, no solo por lo que convencen los personajes, sino también por los diferentes roles que interpretan y lo perfectamente que encajan cada uno de los actores en ellos. Se irá viendo, con el avance de los minutos, cómo algunos sufren una tremenda evolución —Sbaraglia, soberbio en esta transformación—, mientras que otros permanecen en su cobardía e infantilismo, a pesar de hacerse ya adultos en edad —Slipak, magnífico en todos sus momentos—. Luppi, el gran Luppi, no hace más que un pequeño papel, casi genérico, que podría simbolizar a cualquier anciano o ciudadano que reclame justicia, aunque con ello y sin darse cuenta esté siendo sumamente injusto.
Valoro, en resumidas cuentas, la carga de denuncia que contiene 'Sin retorno', así como el análisis psicológico y moral que se efectúa sobre sus personajes y que alcanza momentos de gran intensidad en muchas ocasiones. Aunque la película se narre con excesivo detalle, nos engancha a ella la curiosidad por ver a qué desenlace llevan sus decisiones a estos seres que, en cualquier caso, ya lo han perdido todo. Las interpretaciones de todos los actores son el punto más fuerte de un film que no habría que dejar pasar.