Joseph Gordon-Levitt y Michael Shannon protagonizan ‘Sin frenos’ (‘Premium Rush’, 2012), un film de David Koepp, sobre un mensajero ciclista que ha de evitar que le intercepten la entrega de un sobre que, para algunos, equivale a una elevada cuantía monetaria, pero para su propietaria conlleva un enorme valor sentimental.
Koepp, más a menudo acreditado como guionista que como director, pero no debutante en esta faceta; rueda la película como se tiene que hacer. La sobrecarga de macarradas, tanto en la captación de la acción y de la velocidad trepidante, como en los caprichos de postproducción: los mapas en 3D similares a los que está tratando de conseguir a duras penas Apple Maps, los recorridos alternativos con las posibles consecuencias desastrosas, los relojes y los flashbacks rápidos y limitados a lo estrictamente necesario… La elección de los temas de la banda sonora, como ese ‘Baba O’Riley’, de los Who, del arranque, obedecen al mismo espíritu.
Aunque no suelo meterme entre el tráfico, sino que prefiero los carriles bici y las sendas campestres, me lo pasé como una enana imaginándome subida a esas bicicletas que desfilan por la pantalla a toda velocidad. La adrenalina que siento pedaleando tan rápidamente como puedo se reproduce casi tal cual durante el visionado de ‘Sin frenos’, gracias a las cámaras que se sitúan sobre el manillar, entre las ruedas… al montaje veloz, pero con resultados de acciones siempre comprensibles… Sí, tiene algún desatino, por ejemplo, en un momento se ve la cara del doble de Gordon-Levitt, pero no son tan flagrantes como para sacarte de la ficción.
Como decía sobre ‘Máximo riesgo’, con estas imágenes espectaculares habría sido suficiente, pero agradezco que se añada una trama, aunque solo sea por mantenerse fiel a aquella idea que teníamos de que el cine contaba historias. Como todo el mundo puede suponer, este argumento de thriller, es muy simple. Pero eso juega a favor de la película, ya que no son necesarias secuencias detenidas ni extensos diálogos para dárnoslo a conocer. Todo se va descubriendo sobre la marcha, con la misma celeridad con la que se mueven estos bicivoladores con mochila al hombro. Y lo mismo ocurre con el conflicto amoroso. Gracias a eso, las persecuciones y escenas de acción son tan numerosas que ocupan casi todo el metraje.
Que el guion no tiene pretensiones se ratifica cuando se perciben los toques de humor. Michael Shannon, bastante pasadito en su interpretación y partiendo de un maniqueo retrato de su antagonista, actúa de alivio cómico tanto casi como el policía que persigue a los protagonistas en bicicleta y que siempre aparece cuando se lo necesita, como si formase parte de unos dibujos animados. Diálogos que, por ahí y por allá, buscan la sonrisa, se suman a ese aire de ligereza que nos confirma que aquí no vamos a encontrar ‘Drive’.
La filosofía de no llevar frenos está claro que no nos llega, por mucho que los autores la intenten dotar de dimensiones de metáfora vital. Pero el retrato del protagonista como persona quasi-suicida no se presenta en balde. Sirve para justificar que se empeñe en no entregar el sobre al personaje de Shannon incluso antes de conocer su magnitud. Es casi un acto de chulería o un pique que se autoimpone, como los que tiene con su compañero de repartos, interpretado por Wolé Parks, con quien además de por ver quien es más rápido, compite por la atención de la protagonista femenina, encarnada por Dania Ramírez. De otra forma, nos encontraríamos ante las acciones no motivadas del personaje principal, fallo que generalmente basta para hundir una película.
En definitiva, creo que no hace falta añadir que ‘Sin frenos’ puede gozarse como chute de adrenalina y viaje trepidante. Quien busque profundidad de personajes o una historia enrevesada, no los va a encontrar. Pero es que no podemos vivir solo de eso.