Estos últimos días se está hablando mucho de ‘Dark’, la muy popular producción alemana de Netflix que ha llegado a su con el lanzamiento de su tercera temporada. Seguro que los fans de la serie van a estar muy atentos a los próximos proyectos de sus responsables, pero lo que pueden hacer sin espera alguna es echar un vistazo a sus obras anteriores, entre las que sobresale con fuerza un título como ‘Silencio de hielo’ ('Das letzte Schweigen').
Escrita y dirigida por Baran bo Odar, cocreador y realizador de todos los episodios de ‘Dark’, y producida por Jantje Friese, cocreadora y guionista en todos los episodios de la serie alemana de Netflix, ‘Silencio de hielo’ propone un siniestro misterio: una niña desapareció en 1986 sin dejar rastro ni encontrarse al culpable y todo se repite exactamente igual el mismo día de 23 años después, ¿habrá más suerte esta vez intentando dar con el responsable?
El peso del pasado
Con una historia así hay dos vertientes posibles. La primera es potenciar la investigación, incidiendo en el desgaste que produce en el policía al cargo de la investigación. Esta es la fórmula más habitual y requiere estar especialmente inspirado para que la sensación de deja vu no acabe consumiendo la obra en cuestión más temprano que tarde. La otra es prestar especial atención a la persona o personas detrás de lo sucedido, que es lo que sucede en el caso de ‘Silencio de hielo’.
De hecho, ‘Silencio de hielo’ ni siquiera juega con el misterio alrededor de quién ha cometido ese acto inimaginable y desde su primera parada en el 8 de julio de 1986 nos deja claro quién hizo qué y el papel que jugó su cómplice en la desaparición de la niña. Poco después se da el salto de 23 años y todo vuelve a empezar, pero aquí se opta por profundizar en el sentimiento de culpa del cómplice, quien abandonó poco después la zona e inició una nueva vida con otra identidad, sin contar con que su antiguo “socio” volviese a actuar.
A partir de ahí se ofrece un estimulante retrato del sentimiento de culpa del cómplice, pasando por diferentes estados de ánimo hasta que su historia concluye de una forma rotunda. Hay hasta algún otro flashback que sirve para ilustrar su relación con el asesino, dando así más profundidad a lo que vemos. En paralelo también se ofrece el otro lado de la historia con el nuevo policía encargado del caso intentando atar cabos y obsesionándose de forma progresiva con lo sucedido, pero sin acaparar nunca el protagonismo de la película.
Luces y sombras de 'Silencio en el hielo'
Y es que incluso hay tiempo para mostrarnos el dolor de la víctima, ya que ‘Silencio de hielo’ ofrece un acercamiento poderoso a los efectos de ese primer crimen, empezando por lo personal y llegando hasta cómo afectó a la comunidad de la zona. Todo ello ilustrado con un trabajado acabado técnico que lleva a Odar a explayarse de forma ocasional en los paisajes de la zona, permitiendo así al espectador meditar sobre lo sucedido al mismo tiempo que se deleita en ese belleza con un toque ligeramente enfermizo del lugar por lo que ha sucedido.
Eso sí, Odar no está igual de inspirado en lo referente al guion, ya que el segundo acto de ‘Silencio de hielo’ se apoya en soluciones y, sobre todo, diálogos que pueden llevar a pensar más en un procedimental televisivo que en una película que intenta potenciar su voz propia. Es algo hasta cierto punto comprensible si tenemos en cuenta que es su primer largometraje, pero no por ello debemos obviar una limitación que resta algo de fuerza a una película retorcida en líneas generales. Por suerte, el tramo final endereza el rumbo con una solución demoledora para todo lo que hemos visto hasta entonces.
Tampoco ayudan otros detalles como la forma de “envejecer” 23 años al dúo detrás de lo sucedido. No sé cuánto dinero habría sido necesario invertir para que estuviera más conseguido y tengo claro que en una película de estas características en 2010 era imposible recurrir a los retoques digitales, pero es un detalle que afea el conjunto. Quizá simplemente deberían haber sido otros actores quienes diesen vida a las versiones jóvenes de Wotan Wilke Möhring y Ulrich Thomsen. A cambio, las interpretaciones de ambos están entre lo más destacable de la película.
En resumidas cuentas
‘Silencio de hielo’ es una película incómoda que sabe jugar con su retorcida premisa para no limitarse a ser una mera variante de otras propuestas similares. En ella Baran bo Odar ya muestra que era un cineasta muy a tener en cuenta y que las virtudes de puesta en escena exhibidas por ‘Dark’ no salieron de la nada…
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