Si Paul Kersey levantase la cabeza vería con todo orgullo que el personaje central de 'Shooter: el Tirador' es uno de sus hijos o algo parecido. Un hombre convencido de que para hacer el bien hay que implantar la justicia de la manera más fastizoide posible, tal y como reflejaban aquellos pestiños protagonizados por Charles Bronson, desde 'El Justiciero de la Ciudad' hasta 'La Ley de Murphy', pasando por 'Yo Soy la Justicia' y un sinfín de films más, que junto con otras lindezas protagonizadas por otros actores, no eran más que prostituciones del mítico Harry Callahan, reducido a la mínima expresión de tantas imitaciones banales que le salieron.
En 'Shooter: el Tirador' tenemos a un experto francotirador que trabaja para el gobierno en casos difíciles. En una misión en África, sucede un imprevisto y su gobierno le abandona a él y a su observador, el cual es abatido por el fuego enemigo. Después de uno de esos rótulos en los que se avisa que han pasado unos cuantos años, pero dicho en meses para que el espectador haga cuentas, nuestro tirador favorito vive recluído en la montaña con un perro que es más listo que Sherlock Holmes. Hasta allí llegan unos hombres del gobierno de los Estados Unidos de América para pedirle que planifique el asesinato del Presidente de los mismos estados, con el fin de impedirlo, ya que se sospecha que hay alguien que quiera atentar contra el Presi. Evidentemente, y como nos cuenta su trailer, todo es una trampa, y le echan la culpa a él.
Antoine Fuqua dirige con menos eficacia que otras veces, y no es que otras veces haya estado genial, pero películas como 'Training Day' o 'Lágrimas del Sol' tenían cierta pericia tanto visual como narrativa, con cierta sobriedad totalmente alejada de los efectismos de hoy día. En 'Shooter: el Tirador' cambia totalmente de registro, y se asemeja más a uno de esos directores salidos de la factoría de Jerry Bruckheimer, que parecen todos iguales, combinado mil planos por minuto con un uso excesivo de la cámara lenta. Pues bien, Fuqua combina eso con alguna que otra secuencia de acción bien rodada, como cierta persecución en la que participan coches y helicópteros, o algunas en las que los disparos a larga distancia tienen protagonismo. Respecto al estilo efectista, decir que la película tiene escenas tan bochornosas como Mark Wahlberg caminando a cámara lenta, con la bandera americana de fondo, mientras la machacante música de Mark Mancina adorna la escena. El hecho de que el director ande mezclando dos estilos hace que la película no tenga personalidad.
Una película muy floja, pero que sin duda tiene su público, y en nuestro país seguro que triunfará. Ya sea por lo de moda que está Wahlberg, o por el tema del film, que sin duda colmará los deseos de mucha gente de tomarse la justicia por su mano. Por honor, porque mataron a su perro, por los Estados Unidos de América.