El enorme éxito de ‘Aquaman’ va a suponer un antes y un después dentro del universo DC. Ahora Warner ha decidido dejar de lado los crossovers y centrarse en las aventuras individuales. Además, la marcha de Ben Affleck deja claro que se ha trazado un nuevo rumbo en el que una propuesta como ‘¡Shazam!’ encaja bastante mejor de lo que parecía cuando se anunció el proyecto.
‘¡Shazam!’ es una película que recuerda más al modelo Marvel que al de DC, ya que es una aventura de presentación mucho más ligera con un fuerte componente humorístico e incluso cuenta con dos escenas post-créditos. Es también una propuesta muy luminosa que espera por encima de todo hacérselo pasar en grande al espectador y lo consigue con creces.
Con las ideas clarísimas
‘¡Shazam!’ es diferente, muy diferente a todo lo que el universo DC nos había traído hasta ahora. Ya en ‘Wonder Woman’ y ‘Aquaman’ se mostraba una tendencia a asimilar mejor una ligereza imprescindible salvo que seas capaz de hacer una película redonda. Sin embargo, en ‘¡Shazam!’ eso se convierte en su razón de ser, en lo que la define como entidad individual, superando incluso en este punto a Marvel.
Es cierto que ‘¡Shazam!’ tarda un poco en arrancar, pero también que es un peaje necesario para presentar su mitología y el camino que siguen héroe y villano. De hecho, la película va alternando de forma bastante eficaz la evolución de uno y otro hasta llegar a su inevitable enfrentamiento final. Por ese lado, no hay ninguna sorpresa, pero es que ‘¡Shazam!’ no juega a eso y tampoco a ser un espectáculo visual desbordante. Aquí el objetivo es otro.
La película encuentra su eje en cuanto el joven Asher Angel hace acto de presencia, ya que tarda bien poco en apoderarse de la cinta con su desparpajo y encuentra un aliado de primera en Zachary Levi, su alter ego superheroico. Las transiciones entre uno y otro son tan fluidas que uno realmente se cree que sean la misma persona, aunque para Angel resulta incluso más importante su química con Jack Dylan Grazer.
Grazer es al mismo tiempo el encargado de elevar el aspecto cómico y de dar algo de corazón al relato y sale airoso de ello. Es ahí donde ‘¡Shazam!’ podía hacerse hundido, ya que el resto de elementos familiares con los que juega el guion de Henry Gayden no pasan de lo meramente funcional y desde bien pronto queda claro que va a ser algo fundamental dentro de las motivaciones del protagonista.
‘¡Shazam!’, un gran acierto de DC
A eso hay que añadir que nuestro protagonista está muy lejos de representar lo que debería ser un superhéroe ideal. Es cierto que nunca llega a los niveles de los primeros compases de ‘Hancock’, pero el hecho de no tener miedo de incidir en sus defectos también ayuda a que todo sea más dinámico y además se utiliza de forma acertada para que vaya descubriendo sus poderes. A fin de cuentas, no deja de ser un niño y obviar eso nada más adquirir los poderes habría sido un error.
Hay incluso hueco para un pequeño guiño a ‘Big’, un referente obvio de ‘¡Shazam!’ en todo lo alejado de lo puramente superheroico, a la hora de construir un relato muy sencillo que no me sorprendenría que algunos despreciasen por ser algo simple. Lo es y también puedo decir que el villano acaba resultando un tanto genérico -una pena que Mark Strong no tenga un material mejor al que hincarle el diente-, otro mal demasiado habitual en el cine de superhéroes.
Eso es algo que ‘¡Shazam!’ combate siendo fiel siempre a sí misma, no dejando nunca de lado el humor y manejando muy bien otros detalles en los que podría haber resultado caricaturesca en el mal sentido de la palabra. Todo ello incluyendo la suficiente acción como para que uno se tome lo suficiente en serio la amenaza, pero sin saturar nunca por esa vía. Y es que siempre está todo bastante equilibrado. Nunca profundo, ni en su obvia moraleja, pero siempre equilibrada.
Para ello resulta esencial el trabajo de puesta en escena de David F. Sandberg, quien mantiene en todo momento la claridad necesaria para que no haya altibajos de ritmo o interés y sabe cómo imprimir del ritmo adecuado para que todo fluya de la forma necesaria para que uno pueda dejarse llevar con la certeza de que se lo va a pasar en grande. Es verdad que le falta alguna escena de acción emblemática, pero también que eso es un recurso, nunca lo que define a ‘¡Shazam!’.
En definitiva, ‘¡Shazam!’ es un pasatiempo de primera, una película de superhéroes que apuesta por la ligereza y el humor con un reparto entregado para la causa y un director que sabe lo que hace para potenciar sus virtudes. No hay nada en ella realmente memorable, pero tampoco nada que moleste y ensucie el buen rato que has pasado cuando te levantes de tu butaca.
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