Si digo que el amor en cualquiera de sus formas es uno de los temas principales de 99 de cada 100 películas, lo más seguro es que quizá hasta me esté quedando corto. Se trata de algo normal teniendo en cuenta que se trata de un sentimiento universal que se puede manifestar de muy diferente forma, aunque a la hora de la verdad es su faceta romántica la que más solemos ver. El problema es que ha llegado un punto en el que ese tipo de amor en el cine está cada vez más alejado de su equivalente en la vida real.
De hecho, el amor romántico ha acabado adquiriendo tal condición de cliché que en muchas películas uno sabe exactamente qué va a pasar, cómo y cuándo, por lo que su función acaba reduciéndose a ser una especie de refugio para aquellos que quieran dejarse seducir con una ficción más amable que la realidad. Eso es algo que se aborda en ‘Sexo fácil, películas tristes’ -en Argentina se la conoce como 'El amor y otras historias'-, una cinta que parte de una idea muy estimulante para acabar convirtiéndose en una comedia romántica agradable pero mucho menos diferente de lo que me hubiera gustado.
’Sexo fácil, películas tristes’, el guión de tu vida
¿Cuántos de vosotros os habéis planteado en algún momento que vuestra propia vida es en realidad una película o que hay al menos alguien controlándola de alguna manera? Seguro que os ha pasado a la mayoría y esa es una idea que el cine ya ha explorado en varias ocasiones, por lo que no se puede decir que la propuesta de ‘Sexo fácil, películas tristes’ sea algo revolucionario, No obstante, sí que es una premisa menos manoseada, por lo que puede dar mucho juego siempre y cuando se acierte con el enfoque y, sobre todo, la forma de desarrollarlo.
En el caso de ‘Sexo fácil, películas tristes’ se opta por utilizarlo para contarnos dos historias de amor contrapuestas, incidiendo en el contraste entre lo fácil que es todo en las películas y lo más complicadas que son las cosas en la realidad. Eso sí, Alejo Flah opta por un tono lo suficientemente uniforme como para que el salto de una a otra no resulte demasiado brusco, pero también estableciendo las diferencias de una forma sutil -pienso sobre todo en el ritmo de cada una de ellas, pero también en otros detalles como la iluminación- pero innegable para que cada una de ellas respire por sí misma.
No obstante, las diferencias entre ambos mundos van estrechándose quizá como resultado de mantener una relación cordial entre esos dos universos y eso acaba por volverse en su contra, ya que se pierde un poco de frescura al optar por caminos ya muy transitados. Hay que reconocer que eso es algo que ya nos avisa que va a suceder casi de entrada, pero es una lástima que, por ejemplo, la incuestionable química que hay entre Marta Etura y Quim Gutiérrez no se use para ir un poco más allá.
Una eficaz comedia romántica
Una de las peculiaridades de ‘Sexo fácil, películas tristes’ es que lo moderno de su premisa choca de frente con el tono más clásico que Flah perfila desde el guión y remata a través de la puesta en escena. Se trata, sin duda, de una decisión muy meditada, ya que los resortes de la comedia romántica quedaron fijados hace ya varias décadas y desde entonces las variaciones han sido mínimas. De hecho, la propia película exterioriza su conocimiento de los mismos de forma directa para luego seguir echando mano de ellas de forma indisimulada.
La cuestión es que la auténtica clave de los tópicos y lugares comunes está en saber utilizarlos y en 'Sexo fácil, películas tristes' se manejan con soltura, ya que aquí lo que interesa no es explorar las posibilidades de su premisa, sino utilizarlo para para contarnos dos historias románticas con estilos diferentes pero líneas maestras similares. A su efectividad ayuda mucho el buen trabajo de todo su reparto -un gran acierto también que la efusividad de Etura y Gutiérrez sirva como contapunto a la sobria pasividad de Ernesto Alterio- y también que Flah encuentre el punto de equilibrio adecuado para ir saltando de un relato a otro con naturalidad.
Conviene aclarar que la película pierde algo de chispa en su tramo final, que es precisamente cuando las dos historias más se parecen con el objetivo de que ambas transmitan ese efecto reconfortante propio de las comedias románticas. No seré yo el que niegue que, hasta cierto punto,lo consigue, pero también deja cierta sensación de amargura por apostar de forma quizá excesiva por el camino fácil sin que haya algo que lo redima o eleve, ya que es también el momento en el que los actores han de dejarse llevar, pero, por desgracia, lo que debería ser instintivo queda prefabricado de más.
En definitiva, 'Sexo fácil, películas tristes' es una simpática comedia romántica con un buen reparto y, eso sí, una premisa que podía y debería haber dado más de sí. No obstante, eso sólo llega a ser un poco molesto durante su tramo final, aunque nunca lo suficiente como para no pasar al menos un buen rato con ella.
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