Todo lo bueno se acaba y este jueves 21 de septiembre de 2023 es la fecha elegida por Netflix para poner punto y final a 'Sex Education'. Convertida desde hace tiempo en una de las mejores series originales de la plataforma, esta ficción creada por Laurie Nunn sufrió multitud de bajas tras la emisión de su tercera entrega, pero las propias particularidades de la historia han llevado a que eso encaje con lo que nos propone aquí.
Tras el cierre del instituto Moordale, todos sus estudiantes no acaban en el mismo sitio, lo cual sirve para que los primeros episodios de la temporada 4 de 'Sex Education' funcionen, hasta cierto punto, como un nuevo comienzo para sus protagonistas -muy acertado todo lo referente al nuevo instituto y el contraste con el anterior-. Eso también supone la llegada de multitud de nuevos rostros a la serie, donde lo inclusivo vuelve a jugar un papel fundamental, pero aún más el hecho de construir buenos personajes, que todo fluya con naturalidad y la importancia de proponer un arco emocional estimulante para todos ellos.
Un cierre impecable
La aceptación de uno mismo siempre ha sido un tema fundamental en 'Sex Education', pero en esta temporada 4 se va un paso más allá para que eso no sea algo emocional y se extienda al microcosmos de cada personaje. Eso lleva a que surjan multitud de fricciones a lo largo del camino y a que haya varias escenas con un gran vigor dramático.
Ojo, Nunn en ningún momento se olvida de ese componente más ligero que ha sido clave en el éxito de la serie, pero también es consciente de que para ofrecer un cierre realmente satisfactorio hay que poner toda la carne en el asador. Ahí la clave está en que algunas tramas, como la de la rivalidad de Otis (Asa Butterfield) con O (Thaddea Graham), se prestan más a incluir elementos cómicos, mientras que en otras habría sido una frivolidad ir en esa dirección.
Por suerte, el equipo de la serie liderado por Nunn sabe muy bien cómo equilibrar esas dos vertientes para que lo que nos está contando 'Sex Education', especialmente en lo relacionado con el distanciamiento entre Otis y Eric (Ncuti Gatwa) -para mí la amistad entre ambos siempre ha sido el auténtico corazón de la serie-, se sienta cercano y realista. Bueno, esto último hasta cierto punto, pues la serie siempre ha apostado por hacer aflorar los sentimientos y verbalizar las emociones de sus personajes, algo que no en ningún caso pongo en duda, pero sí que la precisión de los diálogos para hacerlo puede llevar a que en algunos momentos el público sea demasiado consciente del constructo que tiene ante sus ojos.
Dicho esto, la temporada 4 logra que todas las líneas narrativas fluyan, permitiendo así que no haya ningún atasco narrativo en términos de ritmo. Y ese es un peligro que sobrevuela, especialmente en un episodio final que es el más largo de la serie con diferencia, superando con holgura los 80 minutos de duración. Reconozco sentí mucha pereza al descubrir ese dato, pero a la hora de la verdad no se me ocurre nada que se podría quitar sin que el final de 'Sex Education' se resintiera.
Además, Nunn no opta por el camino fácil a la hora de dar cierre a todas las historias, dejando que sea su propia evolución la que dicte donde van a acabar cada uno de los personajes principales e incluso consiguiendo que nos importe prácticamente lo mismo qué sucede con las principales incorporaciones a la serie en esta cuarta temporada. Ahí sí es cierto que quizá esperaba algo más de presencia por parte de Dan Levy, pero el propio enfoque adoptado lleva a que su presencia sea menor.
Lo que sí es cierto es que Nunn prefiere apostar por un desenlace más optimista que deje a todos sus protagonistas en un punto de madurez idóneo para que el propio espectador entienda que, obviamente, la vida de esos personajes que tanto ha llegado a apreciar van a seguir adelante, pero lo que había que contarnos sobre ello era justo lo que ha ofrecido la serie. Vamos, que existe esa sensación de cierre imprescindible para no quedarnos con la miel en los labios de qué será de ellos.
Tampoco falla el genial trabajo de casting a la hora de elegir a sus intérpretes, siendo esa otra de las claves para que esa posible colisión entre un nuevo inicio y el hecho de ser la temporada definitiva nunca juegue en su contra. De hecho, hasta aporta a personajes ya veteranos, en especial a Ruby (Mimi Keene), quien ya creció de forma sustancial en la anterior entrega y aquí termina de cerrar su arco de, por sí decirlo, redención.
Claro que voy a echar de menos a Otis, Maeve (Emma Mackey) y el resto de protagonistas de 'Sex Education', pero no hay nada mejor para una serie que despedirse en sus propios términos y sin alargarse más de lo necesario. Obviamente no han sido perfectos, pero estos 32 episodios han servido para dar forma a un título imprescindible para los amantes de la buena televisión.
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