Un salón de un centro de mayores, sus usuarios juegan a las cartas, leen el periódico en una paz solo interrumpida por el sonido de gemidos y jadeos provenientes de un ordenador. Un abuelo está viendo porno a todo volumen, para sorpresa de la directora del centro: Eve Fletcher, interpretada por Kathryn Hahn.
Así comienza 'La señora Fletcher', la nueva dramedia de HBO que adapta la novela homónima de Tom Perrotta. En esta ocasión, Perrotta, quien os sonará por ser el autor de la novela en la que se basa 'The Leftovers' asume el guion del primer episodio de la serie mientras que la dirección cae en manos de Nicole Holofcener, directora de '¿Podrás perdonarme algún día?'
Más allá de este impactante comienzo, la historia que propone Perrotta gira en torno a una madre y un hijo que experimentan lo que es la vida el uno sin el otro. La señora Fletcher sufre un síndrome del nido vacío que la lleva a experimentar una curiosidad sexual que nunca ha tenido, empezando a ver pornografía y a explorar su cuerpo, asumiendo un rol de "MILF" y sus posibilidades de amar y ser amada.
Por otro lado, su hijo Brendan (Jackson White) llega a la Universidad sin tener mucha idea de cómo funciona el mundo "real" tras ser el "rey del instituto" ahora se ve solo y sin saber muy bien cómo hacer para conocer gente.
Una historia de madurez que se queda en la superficie
'La señora Fletcher' es una historia de madurez de libro (literalmente), con dos personajes en plena búsqueda de sí mismos después de pasar un hito de la vida. Para ello intentarán conectar (y hacer) nuevas amistades e intereses, con un reparto concebido sabiamente.
Si bien como propuesta es interesante, una vez superado su buen primer episodio uno siente que no han sabido del todo trabajar las dos tramas paralelas y sus ritmos. En varios sentidos: uno es que parece que estamos viendo dos series distintas, funcionando mucho mejor la de Hahn que la del chaval, por cierto. También por el metraje dedicado a una y a otro.
Los otros vienen debido al escaso aprovechamiento de las tres horas y media de metraje. Una vez terminados los siete episodios uno echa de menos dos cosas: una mayor evolución de los personajes y una mayor profundidad en los temas que tocan.
A grandes rasgos es una serie agradable, con cierta picardía pero que se antoja escasa para la complejidad intrínseca a asuntos de sexualidad. La Fletcher del segundo episodio y la del último es prácticamente la misma, aun habiendo logrado un "hito" en su vida. Algo más "traumático" es el viaje de vida de Brendan pero igualmente se queda bastante en la superficie.
'La señora Fletcher' navega constantemente en un océano de simpleza. Es a ratos divertida y efectiva y a ratos no termina de saber muy bien a dónde dirigirse y qué tratar en cada escena. En cuanto parece que vamos al meollo del asunto, al quid de las cuestiones más evidentes de las necesidades más básicas del ser humano la serie pega un volantazo y se queda en un "pues veo mucho porno y soy un poco MILF".
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