Amazon Prime Video hizo un pase especial de ‘El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder’ con motivo del estreno de la segunda temporada de la serie este jueves 29 de agosto, donde se podrá acceder a los tres primeros episodios, pese a que en esta presentación solo pudieron verse dos, que serán sobre los que hablaremos en las siguientes líneas. Como viene resonando el eco de otras presentaciones, esta nueva entrega empieza con mucha fuerza.
Aunque hubo rumores de cambios drásticos, los showrunners de la serie siguen J.D. Payne y Patrick McKay y quizá por ello cualquier viso de ruptura con lo que vimos hace dos años pertenece a reacciones exageradas, o quizá a que hay muchas ganas de que lo nuevo guste, por ello no es fácil afirmar que estos nuevos episodios ofrezcan algo "mejor" que la primera, porque aquella era muy notable y lo que tenemos ahora es principalmente una aventura muy continuista.
Es cierto que el punto de la trama es mucho más apetitoso que los primeros movimientos de geopolítica de aquellos compases iniciales, en los que se presentaba un mundo en armonía, por lo que, en efecto, todo tiene ahora un cariz de amenaza mucho más tenso y disfrutable, pero no necesariamente más conseguido a un nivel artístico, la mayor parte del equipo se mantiene, aunque saber cómo empezar con todos los pistones en marcha para enganchar desde el capítulo uno.
Es imposible no disfrutar más cuando la oscuridad llega a la tierra media y hay más orcos, criaturas y terror auspiciado por la mano de Sauron, que ha crecido y su peligro se palpa en una etapa más decadente que convencerá a muchos escépticos de la entrega previa. Especialmente destacable es la primera secuencia, en la que se narra su historia y se explica cómo llegó al barco que le pondría en contacto con Galadriel. Es muy trepidante, pero con permiso de Morgoth, nada aquí supera el impresionante prólogo de la serie auspiciado por J.A. Bayona.
Más Sauron, más oscuridad y criaturas
Más allá de la dirección superior del español, la primera temporada jugaba a algo muy loable, que era el misterio sobre quién es Sauron, mientras todas las piezas se iban colocando y se organizaba el tablero de la Tierra Media que conocemos en ‘El señor de los anillos’, dando sentido al inicio de las leyendas de la Segunda Edad miles de años antes de los eventos narrados en ‘El Hobbit’ de J.R.R. Tolkien. Por ello, esta nueva fase aclarará la confusión de algunos con la anterior.
Ahora que ya se sabe la motivación de la creación de los anillos, sabremos de dónde vienen los grandes poderes que llevaron a los reinos a la gloria o a la ruina, qué engranajes se mueven para modelar el paisaje y las consecuencias de cada decisión de los personajes que transforman una época de relativa tranquilidad a un resurgimiento del mal. Todo se ve de forma más cristalina tras lo que ocurre con la forja, lo que ahora deja ver una dirección clara en la primera que antes estaba más camuflada: básicamente, el plan de Sauron está ya estaba en marcha.
Quizá en la primera no se veía lo que el personaje había ido desarrollando en la sombra, ya que supo esconder muy bien la verdadera identidad de Halbrand, pero volviendo atrás, podemos entender sus movimientos y hace que la impotencia de todo lo que maquina para engañar a Galadriel y Celebrimbor sea fascinante. Ahora ya ha empezado el verdadero ‘Juego de anillos’ y la intriga no es quién sino cómo, algo que muchos encontrarán más atractivo.
Una cuidada hoja de ruta pensada desde el principio
Lo que sí que demuestra esta temporada, en la que se definen ya los papeles que tendrán los personajes principales en todo lo que está por llegar, es que el guion no es tan endeble como pintaban las críticas, si se tiene en cuenta lo que está pasando tras las cortinas, puesto que como demuestra el prólogo, todo estaba bien calculado desde el principio, los movimientos no están improvisados y las decisiones que van teniendo lugar siguen una dirección perfilada y pensada desde el primer momento.
Seguiremos viendo los majestuosos bosques de la capital élfica de Lindon, Númenor, o lo que ocurre en Mordor, pero no hay tampoco razón para creer en una reconversión de una ficción en otra más brillante, puesto que son los mismos personajes y la misma trama, si alguien no ha entrado en la primera, es difícil creer en esta idea de deseos cumplido en los que, de repente, todo se vuelve exquisito y digno de Emmy.
‘Los anillos del poder’ siempre ha sido una serie que se toma su tiempo para construir su mundo y todo lo que pasa en la primera está muy medido para sostener lo que viene, con lo que en una segunda vuelta las miradas de desconfianza cobran nuevo sentido, las intuiciones de los personajes tienen más razón de ser y no hay puntada sin hilo. Como siempre, la producción es cinematográfica y cuidada hasta el detalle y con una gran puesta en escena.
Una reconstrucción fascinante para fans de Tolkien
La producción de sigue siendo un espectáculo a cada capítulo, con calidad de diseño de arte en todos los ámbitos, desde los fondos o vestuario a la dirección y el guion, dejándose llevar cada vez más por lo siniestro y con algunos momentos violentos que rozan la calificación para adultos. Sí que hay que comentar dos cosas al respecto al empaque de estos nuevos episodios y es que se nota bastante que no se ha rodado en Nueva Zelanda.
Los paisajes de anterior añaden valores de producción y en general, nos resulta familiar porque la tierra de Peter Jackson es la Tierra Media. El esfuerzo por aparentar es encomiable, pero se dejan ver más estructuras digitales que acercan el resultado a una serie de fantasía más. Además, el CGI de algunas criaturas es notablemente inferior que el de la anterior, especialmente un huargo del primer episodio, que resulta distinto incluso a los de la anterior en diseño.
Pequeños males que no van a impedir que esta segunda temporada convenza más a quienes todavía dudaban, con más interés en la cinética narrativa y la sensación de amenaza, la apuesta de Amazon sigue fuerte y con el carácter de obra televisiva imprescindible, especialmente en un año en el que las series están siendo decepcionantes, por lo que no estamos para rechazar una producción de estas características.
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