El éxito de 'Psicosis' ('Psycho') disparó el interés de los productores por las historias de asesinatos en todo el mundo, pero en Estados Unidos no terminó de cristalizar nadie que supiera crear un auténtico movimiento y la cosa no tardaría en dar un giro inesperado con la creación del cine gore. En otros países sí hubo intentos más consistentes como en Alemania con los krimis o en Italia con los giallos, siendo este último subgénero el que nos interesa ahora.
La práctica totalidad de entendidos señala que 'La muchacha que sabía demasiado' ('La Ragazza Che Sapeva Troppo') es la película con la que nace el giallo en 1962 y no seré yo el que lo discuta. Sin embargo, sí considero que en lo referente a la figura del homicida es mucho más interesante lo que el propio Mario Bava hizo apenas dos años después en 'Seis mujeres para el asesino' ('Sei Donne Per L'Assassino'), una propuesta notable que al mismo también relativiza la importancia del psicópata dentro del giallo.
La importancia específica de 'Seis mujeres para el asesino'
El aspecto más propio del giallo que Bava potenciaba en 'La muchacha que sabía demasiado' era la utilización de su protagonista como una especie de detective amateur que desarrolla una investigación mucho más productiva que la llevada a cabo por la policía y que acaba llevando a la protagonista al descubrimiento de la identidad del criminal. Sin embargo, los asesinatos en sí mismos estaban muy alejados de la estilización habitual del género que Bava empezó a perfilar aquí tras incidir en el acoso por parte del homicida en uno de los episodios de 'Las tres caras del miedo' (I tre volti della paura).
Apenas son necesarios un par de minutos para que la acción se centre en la llegada de una muchacha a una apartada villa durante la noche, la cual no tarda en percatarse de que está siendo acechada por alguien. Bava potencia esa sensación tanto a través de la composición de los planos -cerrándose progresivamente sobre la joven al igual que lo está haciendo el asesino- como mediante la medida utilización de la banda sonora compuesta por Carlo Rustichelli, transmitiendo así la sensación de estar presenciando a un crimen perfectamente medido, algo que choca de forma notable con los que vendrán más adelante y que tendrá su explicación al descubrir quién está detrás de todo.
En esa escena también se crea la base que luego multitud de giallos retomaría para presentar al psicópata: Una persona vestida completamente de negro -o casi-, con el rostro tapado y que utiliza unos guantes negros que veremos a menudo cuando el director opte por hacer un plano detalle para dejar claro a qué personaje estamos viendo y qué es lo que va a hacer, pues normalmente tendrá en las manos un cuchillo o un arma punzante que utilizará para acabar con sus víctimas poco después.
Los ganchos de este subgénero
Otro de los detalles esenciales del arranque es el hecho de deleitarse tanto en los prolegómenos como en la ejecución del asesinato -paulatinamente irían haciéndose más gráficos, siendo aquí donde empieza esa tendencia-, ya que es entonces cuando el giallo muestra una mayor preocupación por la puesta en escena de cara a utilizarlo como gancho principal de cara a captar el interés del espectador, algo que también sucede aquí, pero de forma menos importante. Con todo, merece la pena apuntar que el guion es mucho más sólido que lo habitual en este subgénero, donde este apartado solía ser siempre el eslabón más débil.
El sexo es otro de los principales ganchos del giallo, pero Bava no tiene la posibilidad de recurrir a él de forma más explícita -el cine de género aún no estaba del todo aceptado en su país por aquel entonces, ya que bien puede decirse que había empezado a coger fuerza hace apenas unos años atrás gracias al cine de terror gótico-, por lo que incluso llega a permitir la posibilidad de ver en los asesinos un giro perverso a la penetración durante el acto sexual.
Lo que se consigue así es convertir al asesinato en la estrella de la función, limitando, por así decirlo, la importancia del asesino a ser el necesario brazo ejecutor y la base del suspense alrededor de su verdadera identidad, punto en el que muchos giallos fracasarían de forma radical cuando llega el momento de desvelar la verdad al público. Eso está mucho mejor llevado por parte de Bava, ya que, como ya comentaba, hay una verdadera relación entre los crímenes y la forma de mostrarlos por su parte y la justificación que recibiremos más adelante.
Por desgracia -ojo, spoilers en este párrafo-, 'Seis mujeres para el asesino' acaba siendo una película sin psicópata, ya que hay una motivación económica detrás de lo sucedido. Esto sucederá en otros giallos, quedando así en tela de juicio la importancia específica del psicópata en este célebre subgénero italiano, ya que los métodos mostrados son los mismos, importando bien poco si la motivación detrás de los crímenes es algún trauma del pasado o una explicación más en la línea de la dada por 'Seis mujeres para el asesino'.
En definitiva, 'Seis mujeres para el asesino' es una de las películas clave dentro de la historia del giallo y el título que mejor define la presentación más habitual del psicópata en estas producciones, aunque al mismo tiempo niegue su importancia específica. Además, es una estupenda obra para todos aquellos amantes de los whodunit, ya que cuenta con un guión muy por encima de la media en este tipo de cintas, con un gran trabajo de puesta en escena y con un reparto funcional que se ajusta bien a las exigencias de la historia.
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