“Esa gente no tiene respeto por las vidas que están destruyendo. Cuando ves la muerte de cerca… entonces sabes cuál es el valor de la vida. Ése es mi método. Y tengo la prueba de que funciona”.(John/Jigsaw)
Hace una semana se estrenó en Estados Unidos la última película de ‘Saw’, que a pesar del descenso de recaudación de los últimas secuelas, se ha convertido en la saga de terror más rentable de la historia del cine. Sin embargo, ‘Saw 3D’ (o ‘Saw VII’) no estará en los cines españoles hasta el 18 de febrero de 2011, ya que hasta el mes pasado aún no se había podido ver aquí la penúltima entrega. Debido a la polémica “calificación X” que recibió a finales de 2009 por su “exaltación de la violencia” (lo que la condenaba al fracaso comercial, al tener que proyectarse en las mismas, y pocas, salas donde se exhibe el cine porno), ‘Saw VI’ se ha estrenado en nuestro país con un año de retraso, con nueva distribuidora (Buena Vista cedió el testigo a DeAPlaneta) y una versión recortada, sin las escenas más conflictivas, lo que se ha querido vender como “el montaje del productor”.
Imagino que a los fans de la saga, y del terror más explícito, les habrá resultado absurdo ir a ver el montaje mutilado de ‘Saw VI’, aun cuando sigue estando recomendada para mayores de 18 años, ya que les han privado de ver los momentos más fuertes de la película, y hace mucho tiempo que circula por la red una copia (con calidad DVD) sin censura alguna. Con todo, ha logrado aguantar entre los diez títulos más vistos en España durante un par de semanas, lo que parece confirmar a Jigsaw como uno de los villanos más populares del cine, y a los productores de la saga como unos tipos realmente inteligentes. Hay que serlo, para tener a tanta gente pendiente del estreno de una nueva secuela, cuando lo que se ofrece es más de lo mismo, más tortura, más sangre y más palabrería.
Inútil secuela
‘Saw VI’ (2009) nos presenta al detective Hoffman (Costas Mandylor) como el único heredero del legado de John Kramer, alias Jigsaw (Tobin Bell). Antes de morir, John dejó claramente estipulados los pasos a seguir, siendo su amada Jill (Betsy Russell) la encargada de entregar las instrucciones a Hoffman, el ejecutor del nuevo juego macabro, cuyas víctimas trabajan en una empresa de seguros sanitarios. Por su parte, el FBI sigue atando cabos y parece estar a punto de descubrir la identidad del nuevo Jigsaw…
Nada nuevo bajo el Sol. John sigue moviendo los hilos, sigue actuando como si no hubiera muerto (su capacidad para adelantarse a todos los imprevistos es realmente prodigiosa), dando órdenes a sus aprendices y presentando las trampas a sus víctimas a través de cintas; esto hace que la presencia en pantalla de Bell continúe siendo importante, de hecho también interviene en los flashbacks de otros personajes (que por cierto tienen una gran memoria para las conversaciones). Por otro lado está la trama policial, que no tiene ningún interés, está filmada con evidente desgana y es imposible sentir empatía por algunos de los agentes, los más sosos e ineptos del departamento, y está claro que el espectador sólo está interesado en ver cómo se resuelven los violentos rompecabezas (nunca mejor dicho).
En cuanto a eso, queda patente el desgaste y la falta de ideas de los guionistas a la hora de diseñar los dispositivos de tortura. Se llega a repetir el reto que debe superar la principal víctima de los juegos (por no hablar de lo que ocurre al final, con cierto chaval, en cuyas manos está una de las decisiones más fáciles que ha tomado en su vida), y sólo el primer escenario, el del prólogo, posee cierta contundencia. Igualmente, los comportamientos de los personajes están muy forzados, muy dirigidos a cumplir con lo que ha previsto Jigsaw; a menudo no resulta creíble el modo en el que se enfrentan a las trampas. ¿Acaso nadie consideraría la idea de quitarse la vida, de manera rápida e indolora, antes de seguir sufriendo y/o mutilando su propio cuerpo?
El director de esta entrega, y de la siguiente (a su pesar, en lugar de eso quiso encargarse de ‘Paranormal Activity 2’), es Kevin Greutert, montador de las cinco anteriores películas de ‘Saw’ (tras tantos años involucrado en la saga no es extraño que quisiera abandonarla). Carente de imaginación, con una puesta en escena totalmente rutinaria, la labor de Greutert sólo se puede calificar de mediocre, llega a resultar lógico que quisieran enviar ‘Saw VI’ a las salas X, pues su realización no se distancia demasiado de la que caracteriza al cine porno. Incluso los actores parecen, en repetidas ocasiones, estar a punto de entregarse a una de esas frías y aburridas secuencias sexuales, al ritmo de alguna vaga melodía repetitiva. La película parece una parodia, hay situaciones tan ridículas que cuesta contener las risas. Un film que no sirve de nada, una pérdida de tiempo.
Pd: Si lo que deseas es saber qué pasa para poder ver la última película de la saga, puedes echar un vistazo al vídeo que dejo a continuación, explican las seis entregas en menos de siete minutos: