Es la sátira perfecta de 2022 y hoy ha llegado a Netflix: 'Puñales por la espalda: el misterio de Glass Onion' se corona como una de las mejores películas del año

Es difícil, hoy por hoy, ver algo genuinamente original, que no beba de mil referentes y no nos recuerde a otras cuarenta películas y series. Por suerte, Rian Johnson se niega rotundamente a que su nueva 'Puñales por la espalda' sea un festival de guiños sin mayor gracia y se centra en que todo lo que ocurre, de inicio a fin, sea tan novedoso como original, tan divertido como único, tan cartoon que conseguimos olvidar que parodia la realidad en sí misma.

What a week, huh?

Con solo dos películas, Benoit Blanc ya se ha convertido en un icono de la historia del cine moderno. Si en 'Puñales por la espalda' era un investigador que conseguía hilar un misterio casi imposible, en su secuela es más bien un observador capaz de unir y desvelar las torpezas de un grupo de nuevos ricos que han conseguido triunfar en la vida de formas más bien cuestionables moralmente.

En 'Puñales por la espalda: el misterio de Glass Onion', Johnson ha decidido no dejar rehenes: su sátira es tan acertada como punzante, con una ironía perfecta que acierta como una flecha en el centro de esa diana que es 2022. En esta coctelera cabe de todo, desde streamers machistas hasta millonarios que han robado todas sus ideas a personas más competentes. Y esta parodia de los sectores menos empáticos de la sociedad, por supuesto, va a crear todas las ampollas que no generó su primera parte.

Comparada con 'Puñales por la espalda', esta secuela es muchísimo más divertida, con momentos de absoluta carcajada, aunque, a cambio, se pierde un poco en el misterio, que es menos enrevesado y algo más sencillo de adivinar. Eso sí, la resolución y la hilarante moraleja compensan con creces cualquier posible queja: ver a Benoit Blanc desgranando el caso es una absoluta gozada y descubrir las verdades ocultas a simple vista parece arte de abracadabra y birbibirloque. Esta secuela hace fácil un más difícil todavía: si la primera parte ya era magnífica, esta es aún superior.

La cebolla de cristal

'Puñales por la espada: el misterio de Glass Onion' es tan sofisticada que utiliza recursos que en otras películas veríamos como irrosorios o tramposos y consigue que los aplaudamos sin tapujos. Es irremediablemente juguetona y al mismo tiempo vive tan entregada al rompecabezas que forman sus distintas partes que es inevitable querer participar de la diversión colectiva continua que no descansa ni un momento a lo largo del metraje.

La película desafía cualquier expectativa desde el primer minuto, obligando a creer al espectador que va a un lugar solo para driblarle diez minutos después con sorpresas constante (y, ojo, siempre coherentes dentro de su universo). Johnson consigue sacar oro de donde otras sacarían tierra gracias a su descaro a la hora de dar siempre otro giro de tuerca necesario. Sorprendentemente, cada nueva capa de la cebolla siempre revela algo inaudito, jugoso y vital para entender la trama, que nunca se siente pesada ni excesiva, pero tampoco excesivamente ligera. El director ha hecho magia encontrando el punto exacto de la balanza sin sacrificar complejidad por el camino.

Este triunfo absoluto de la creatividad no sería tan digno de celebración si no fuera por un grupo de actores que entran con todo de inicio a fin, comandados por un Daniel Craig que ha pillado el punto perfecto al detective, sabiendo que está ante uno de los papeles más legendarios de su vida, la oportunidad definitiva de deshacerse del estigma de James Bond de la manera más encantadora posible.

Su nombre es Blanc. Benoit Blanc.

No ha habido parodia más divertida de los últimos años que la de esta secuela, que no ha podido estrenarse en un momento más pertinaz. Las bromas sobre la pandemia, vista ya como fenómeno histórico y no como elemento que parodiar a toda prisa (recordemos subproductos como 'Historias del confinamiento') funcionan a la perfección, y son solo la punta de un iceberg en el que podremos reírnos a gusto de un Elon Musk ridículo que jamás ha utilizado nada original en su vida (ojo al traje sacado de 'Magnolia', prueba de que vive siempre imitando a otros).

Rian Johnson no ha tratado de edulcorar o maquillar al personaje, al que solo le falta el nombre para ser, tal cual, el nuevo CEO de Twitter, al que trata tan mal como al resto de nuevos ricos salvajes con los que es imposible tener siquiera un poquito de empatía. En un año cinematográfico en el que los ricos han dejado de ser una aspiración y han pasado a ser el enemigo (por ejemplo, en la fabulosa 'El triángulo de la tristeza'), 'Puñales por la espalda: el misterio de Glass Onion' les da el disparo definitivo en el pecho, mostrando las miserias de un estilo de vida amoral y absurdo. Y todo ello sin lecciones ni moralejas, sino con asesinatos, misterios, vistas preciosas, humor y elegancia.

No hay manera de saber cómo evolucionará 'Puñales por la espalda', pero si la maquinaria sigue tan bien engrasada como aquí, con una dupla de dirección y reparto en sintonía y una puesta en escena tan potente y diferente a cualquier cosa que se estrene, será una absoluta gozada ver tantas puñaladas como haga falta. Benoit Blanc, el Hercules Poirot que nos merecíamos en el siglo XXI, merece seguir resolviendo casos por muchos años más.

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