El negocio del cine es de una ironía apabullante. Si hay un dicho en Hollywood que dice que un director vale lo que su última película, hablando evidentemente en términos económicos, —que se lo digan a Michael Cimino—, en el caso particular de Sam Peckinpah fue al revés. ‘Convoy’ (id, 1978) había sido el mayor éxito económico del director, pero curiosamente tuvo muchos problemas para volver a dirigir. Probablemente tuvo mucho que ver el difícil carácter de Peckipnah, que le llevaba a tener enfados con muchísima gente del sector, sobre todo productores, los archienemigos del realizador durante toda su carrera con la excepción en ‘Quiero la cabeza de Alfredo García’ (‘Bring me the Head of Alfredo Garcia’, 1974) en la que tuvo total libertad. Peckinaph siempre se refirió a ese trabajo como el único enteramente suyo.
Hay que sumar además a su difícil carácter los excesos que el director cometía en su vida privada, llena de continuos problemas con las mujeres, pero sobre todo su adicción al alcohol y las drogas, que le llevaron a cometer locuras de todo tipo y a principios de los 80 su salud empezó a pasarle factura. Entre las insensateces que cometió se encuentra la de convencer a un amigo para irse a Colombia donde pretendía hacer una película sobre el tráfico de cocaína, sustancia que era la favorita de Peckinpah por aquellos años. Llegó a tener un encuentro con algunos narcotraficantes que se escandalizaron de la película que Peckinpah quería hacer, y le sugirieron que no la hiciera. Su acompañante llegó a temer por su vida, pero el polémico director no le tenía miedo a nada. Obviamente la película nunca se realizó.
A mediados de 1979 Sam Peckinpah sufrió un infarto de enorme gravedad, tuvieron que ponerle hasta tres marcapasos y su estado físico empezó a deteriorase seriamente. La vida empezaba a escaparse de su cuerpo, sin perdonarle ni uno sólo de sus excesos. Más tranquilo se reconcilió con su hijo Matthew, y a principios de los 80 recibió una llamada de su mentor Don Siegel que le pedía ser el director de segunda unidad del film que iba a rodar el director de ‘Harry el sucio’ (‘Dirty Harry, 1971), ‘Jinxed!’ (id, 1982) que se convertiría en el film póstumo de su autor.
La relación entre Peckinpah y Siegel —que anotemos, también fue el mentor de otro grande, Clint Eastwood— se remonta a los años 50 cuando el director de ‘Grupo salvaje’ (‘The Wild Bunch’, 1969) fue el director de diálogos de algunas de las mejores películas de Siegel, por ejemplo ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ (‘The Invasion of the Body Snatchers, 1956) o ‘Crimen en las calles’ (‘Crime in the Streets’, 1956), en las que también participó como actor. 30 años después Siegel y Peckinpah volvían a unirse en un film no tan memorable como los mencionados, pero no por ello exento de aciertos.
Cuentan amigos cercanos a Peckinpah que éste quería superarse ante su maestro. Tanto fue así que llegó a entregar un storyboard del film que Siegel llegó a calificar como el mejor que había visto en su vida. ‘Jinxed!’ narra la peculiar historia de un crupier perseguido por un hombre que le roba su suerte. Para vengarse tendrá que robarle algo a él, algo que le pertenezca: su mujer. Una intrascendente historia sobre la suerte de la gente protagonizada por la a ratos insoportable Bette Milder —el film parece por momentos un vehículo a su completo servicio— y el siempre excelente Rip Torn, como la pareja de vividores que le hacen la existencia miserable a William Brodax, el pobre crupier interpretado por Ken Wahl, a años luz de sus compañeros de su reparto, pero por debajo.
‘Jinxed!’ —titulada en nuestro país ‘Blackjack’ a pesar de que no conoció estreno comercial— es sin duda más de Siegel que de Peckinpah, aunque éste no se limitó sólo a dirigir la segunda unidad, también sustituyó al veterano realizador cuando éste sufrió un ataque al corazón. No obstante Peckinpah se limitó a hacer lo que Siegel hubiera hecho, sin cambiar nada en su puesta en escena. Es en alguno de sus diálogos, aquellos en los que el machismo hace acto de presencia con alguna que otra frase antológica —“O sea, quieres que lo mate porque tú eres idiota” le suelta William a Bonita (Milder) después que ésta la diga que no puede abandonar a Harold (Torn)— donde se nota la mano de Peckinpah, y también en el delirante episodio en el que sale Jack Elam, actor pekinpaniano por excelencia.
Intrascendente, divertida y muy entretenida. Eso todo es ‘Jinxed!’. En su contra juega el excesivo lucimiento de Bette Milder, por aquel entonces una estrella, y la poca química que tenía con Ken Wahl, probablemente por culpa del odio que ambos se profesaron durante el rodaje, en el cual se llevaron a matar. También un final algo precipitado e incluso ilógico. Que sea la última película de alguien que firmó obras maestras ya comentadas en el blog no deja de ser algo triste, pero al menos es muy superior a su anterior film, ‘Golpe audaz’ (‘Rough Cut’, 1980). Por otro lado Peckinpah realizaría al año siguiente su póstumo, y profético, film.