Robert Zemeckis: 'Cuento de Navidad', el último estertor

Es como si Charles Dickens hubiera escritoel relato para que fuera una película. Es increíblemente visual y cinematográfico. Es la historia de viajes en el tiempo más grandiosa jamás escrita; y yo deseaba hacer una película que lograra recrear el relato tal y como lo concibió originalmente el escritor. Robert Zemeckis

Retirada la confianza de la Warner tras el fracaso de taquilla de 'Polar Express' ('The Polar Express', 2004), y después de repetir hazaña de cara a la Paramount en su siguiente apuesta dentro del formato de la animación por captura de movimiento con 'Beowulf' (id, 2007) —cuyo rendimiento en las salas ni siquiera llegó a superar su desorbitado presupuesto como sí pasó con la cinta navideña, quedándose a 70 millones en suelo estadounidense de recuperar lo invertido—, las opciones comenzaban a agotársele a Robert Zemeckis para conseguir que un estudio se interesara por lo que el cineasta consideraba como uno de los futuros por los que pasaba el séptimo arte.

La gran diferencia entre la posición de Zemeckis y otros coetáneos suyos como James Cameron, es que mientras que los postulados del director de 'Regreso al futuro' ('Back to the future', 1986) pasaban por considerar el uso de la captura de movimiento como la ÚNICA herramienta posible a la hora de filmar, aquellos utilizados por el realizador de 'Avatar' (id, 2009) iban encaminados a fusionar dicha técnica con imagen real utilizándola como complemento de unos modos más "tradicionales" de rodaje; y si algo terminó sentenciando el futuro de las intenciones del director objeto de este especial fue que, estrenada el mismo mes que el monstruo de Cameron, su filme, que había costado a la Disney la friolera de 200 millones de dólares, no recaudara ni 140 millones en la taquilla estadounidense.

Tan paupérrimos resultados económicos, unidos a la nueva debacle que suponía la horrible y muy olvidable 'Marte necesita madres' ('Mars Needs Moms', Simon Wells, 2011) terminarán siendo determinantes para que Disney suspenda el acuerdo de colaboración al que había llegado con Image Movers —la compañía fundada para poner en pie 'Polar Express'— retirándole así la confianza a un cineasta que, poco tiempo después, anunciará con gran pesar la cancelación del anhelado proyecto que lo habría llevado a filmar, utilizando de nuevo el mismo formato, un remake de las aventuras de los Beatles a bordo de cierto submarino amarillo, un proyecto éste que muchos mirábamos con gran escepticismo y para el que, esperemos, nunca vuelvan a existir opciones.

A la luz de todos estos datos de inocuas taquillas, alarmantes cancelaciones y falta de confianza en uno de los mejores directores que surgieron durante finales de los setenta y principios de los ochenta, la pregunta que surge es muy evidente: ¿era para tanto?, o dicho de otra manera, ¿tan "mala" es 'Cuento de Navidad' ('A Christmas Carol', 2009) para justificar la demonización de un cineasta de la talla de Robert Zemeckis? La respuesta, aunque matizable, es que sí, y será competencia de los próximos párrafos arrojar cierta luz al respecto de un filme que, a priori, casaba de forma íntima con dos de las filias de Zemeckis que ya le habíamos visto en producciones anteriores: los viajes en el tiempo y la Navidad.

Extraídas ambas del sombrío texto de Dickens que tantas veces ha conocido su traslación a la gran pantalla, resulta desafortunado que, al margen de un par de alteraciones con respecto al relato original —Zemeckis eliminó por completo el pasaje en el que el escritor británico hace referencia a lo que la Navidad logra en otros puntos del planeta alejados de Londres— el discurso del director vuelva a centrarse de forma casi exclusiva en explotar las posibilidades de "parque de atracciones" que le ofrecen tanto la técnica de la captura de movimiento como el 3D en el que será estrenado el filme.

Contando así con muchos elementos en común que la conexionan con lo que ya hablábamos de 'Polar Express' hace una semana, 'Cuento de Navidad' muestra sus cartas desde el primer minuto, con ese plano secuencia sobrevolando el Londres victoriano a ras de los techos de las casas y las calles, sometiendo Zemeckis a la cámara virtual a efectuar un recorrido asombroso por mil y un lugares en los que un objetivo físico no podría entrar. El problema es que, trascendido dicho plano inicial, el filme termine reduciéndose en esencia a repetir la jugada cada vez que tiene ocasión, dirigiéndose sin arredros hacia la misma alarmante carencia que había ostentado su antecesora navideña, el convertirse en un espectáculo vacío de todo contenido.

Y si en 'Polar Express' dicha vacuidad quedaba hasta justificada por dimanar el guión de un escueto texto original, el que Zemeckis desperdicie el potencial del cuento Dickesiano es imperdonable —como imperdonable era lo que conseguía extraer junto a Gaiman y Avary de 'Beowulf'— y la falta de personalidad de la traslación que aquí se lleva a cabo sobre las páginas escritas por el literato inglés hace 170 años resulta evidente a cada minuto de proyección que pasa. Incuestionable es también el hecho de que, si comparamos 'Polar Express' con el filme que hoy nos ocupa o con la citada 'Beowulf', y dejamos de lado las diferencias en cuanto al nivel de detalle que alcanzan ciertas secuencias —de nuevo, ese comienzo—, son abundantes las carencias que ambos títulos ostentan en cuanto a la expresividad de la mirada de todos sus personajes.

Quizás pueda parecer excesivo afirmar que sobre dichas carencias descansa gran parte de la responsabilidad de que 'Cuento de Navidad' falle tan estrepitosamente en conectar con el público pero, si a ello le unimos uno de los trabajos musicales menos inspirados de Alan Silvestri, la insistencia de Zemeckis en que un único actor interprete a varios personajes —en este caso Jim Carrey, que encarna a todas las edades de Scrooge y a los fantasmas que le visitan—, y lo absurdo que resulta, en conjunto, el planteamiento de usar una técnica tan poco rentable como la de animación por captura de movimiento para desperdiciarla en un relato que se podría haber filmado perfectamente como la combinación de un entorno real con efectos visuales de última generación, no es de extrañar que, antes de abordar la que será última entrega de este especial, nos quedemos con una nota muy amarga al aproximarnos a un filme que, en contraposición a ese mastodóntico contrincante que fue 'Avatar', terminará por perderse en el olvido. Y muy justo será si así ocurre.

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