Hace poco hablábamos de Harrison Ford y sus intentos de reverdecer viejos laureles y ahora vamos con otro actor mítico cuyos últimos trabajos demuestran que cualquier tiempo pasado fue mejor. Robert De Niro no deja de trabajar lo cual no es criticable, mejor para los que le admiramos, pero si tenemos que citar la última gran interpretación del actor tenemos que remontarnos muchos años en el tiempo. Qué lejos parecen quedar las colaboraciones con Martin Scorsese en dos de las obras maestras filmadas por el director: ‘Taxi Driver’ (id, 1976) y ‘Toro salvaje’ (‘Raging Bull’, 1980), incluso que lejana parece la monumental ‘Heat’ (id Michael Mann, 1995), que el año que viene cumplirá la friolera de veinte años. Se dice pronto.
En cualquier caso De Niro parece haberse subido a la reciente moda del revival en varias de sus recientes películas. Si en su trabajo a las órdenes de Luc Besson revivía sus tiempos de mafioso cinematográfico, en las que hoy nos ocupan acaricia la misma idea en una especie de juerga amistosa con colegas generacionales y al lado de Sylvester Stallone intenta parodiar con algo de cariño el citado film pugilístico en el que daba vida a Jake La Motta. Dos productos totalmente olvidables en los que incluso da un poco de vergüenza ajena ver metido a tan fantástico actor.
'Plan Las Vegas', vieja despedida de soltero
Que una película reúna a nada menos que Robert De Niro, Michael Douglas, Morgan Freeman y Kevin Kline en el papel de cuatro viejos amigos que deciden reunirse para despedir la larga soltería de uno de ellos es algo que indudablemente no podemos disfrutar todos los días, pero tal vez su reunión, como otras muchas que se llevan a cabo últimamente entre actores muy conocidos, llega con algo de retraso, y lo que es peor, en el contexto de comedia tonta que más que reír provoca sonrojo. Las situaciones expuestas en un fin de semana que promete ser el no va más en juerga se quedan a medio camino optando por resoluciones de lo más tópicas. Nada que extrañar si detrás de la cámara comprobamos que está un director de la talla de Jon Turteltaub.
Freeman se hace cargo del personaje más insulso, Kline del más tonto —el momento en el que dice en público que está disponible y que lleva un condón es de lo más ridículo jamás visto en una pantalla—, De Niro al que parece más profundo, psicológicamente hablando, y Douglas al ligón que no entiende que su momento ha pasado y debe dedicarse a otras cosas acordes con su edad. Conservadora hasta decir basta, manipuladora en cuanto a sentimientos y sin un chiste que haga gracia —sólo el homenaje a ‘Érase una vez en América’ (‘Once Upon a Time in America’, Sergio Leone, 1983) tiene su punto— el visionado de ‘Plan Las Vegas’ (‘Last Vegas’, 2013) se convierte en un verdadero suplicio en el que se desaprovecha a cuatro actores que son capaces de hacerlo mucho mejor.
La gran revancha, imposible encuentro
Del mismo defecto que la película de Turteltaub peca ‘La gran revancha’ (‘Grudge Match’, Peter Segal, 2013). El encuentro entre Sylvester Stallone y Robert De Niro, haciendo recordar a Rocky Balboa y Jake La Motta respectivamente, llega algo tarde. En los ochenta habría arrasado en taquilla y lo que es mejor, en manos de otro director que no fuera Peter Segal, totalmente incapacitado para dotar de ritmo, humor y emoción a una película, sin duda estaríamos hablando de un título soñado entre muchos aficionados. Pero a día de hoy, con dos actores viviendo de rentas y sin hacer el más mínimo esfuerzo, la cosa no tiene ni la más mínima gracia. Ni siquiera el tan anunciado combate entre las dos leyendas contiene interés, optando por un camino facilón y para poco exigentes. Lo cierto es que reunir en una película a los espectadores tan distintos que disfrutaron en su momento de dos películas tan diferentes como las emuladas aquí, parece hasta un chiste malo.
Mi compañero Sergio dice que es una pérdida de tiempo y ciertamente que estoy de acuerdo con él, aunque no me parece un bodrio como la anterior. Y voy a decir algo que mis detractores espero celebren: Sylvester Stallone está mejor que De Niro —no estoy diciendo que esté bien— en el film. ¿Por qué? Muy sencillo, mientras Sly se limita a sacar provecho de su presencia, con gestos y miradas que lo dicen todo, De Niro se pasa de gestos y gritos como si nunca hubiese entendido lo que es una comedia. Todo lo contrario que Alan Arkin, la verdadera estrella de la función, o al menos el único que ha comprendido que la película es una chorrada como un piano, y para él son las mejores frases de la función. De Kim Basinger mejor no hablamos.
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