La combinación de thriller, acción y personajes femeninos con una gran dosis de carisma —y más aún de agallas— ha dado un buen número de alegrías a los aficionados al género. Como muestra, ahí están la colección de heroínas implacables de Luc Besson en cintas como 'Nikita', 'Lucy' o la más reciente 'Anna', la Lorraine Broughton de 'Atómica' o la hacker Lisbeth Salander de la saga 'Millennium'.
La directora de fotografía reconvertida en realizadora Reed Morano sabe mucho de mujeres fuertes y sufridoras, además de poseer una mirada muy interesante para explorar los conflictos desde su punto de vista. Tan sólo necesitamos echar un vistazo a su galardonada dirección en 'El cuento de la criada' —se hizo con el Emmy por su trabajo en el episodio 'Offred'— o a su estimable debut 'Dentro del dolor' para percatarnos de ello.
'El ritmo de la venganza', el nuevo trabajo para la gran pantalla de Morano tras la soporífera '¿Estamos solos?', vuelve a desperdiciar la buena mano de su máxima responsable tras la cámara, ofreciendo con un manido thriller en clave femenina con la vendetta como leitmotiv que, además de tomarse a sí mismo mucho más en serio de lo que debería, va dando trompicones a través de un guión en el que el absurdo está a la orden del día.
Venganza bajo mínimos
Si hay un término en concreto que puede describir a la perfección 'El ritmo de la venganza', ese es "genérica". Su hora y cincuenta minutos de metraje, que se percibe mucho más abultado de lo que realmente es, brinda un minucioso recorrido por los tics, clichés y lugares comunes vistos una y mil veces en todo tipo de producciones de espíritu bondiano y escala internacional.
Esto, a priori, no debería suponer ningún problema; después de todo, no sería la primera vez que una propuesta trillada compensa su falta de ideas con, por ejemplo, una buena atmósfera y capacidad para entretener. El problema en el caso que nos ocupa es que, además del aroma a déjà vu que desprende, la cinta hace gala de una narrativa en la que la coherencia y la cohesión brillan por su ausencia.
Parece que 'El ritmo de la venganza' confunda caos con sofisticación, enlazando secuencias mediante giros aparentemente aleatorios y articulando su relato de una forma innecesariamente embarullada si tenemos en cuenta la sencillez de una premisa que, poco a poco, se desvía hasta rozar peligrosamente lo inverosímil.
La incapacidad de la película para suprimir de un modo efectivo la incredulidad también está presente en el tratamiento y evolución de sus personajes. Desde secundarios como el interpretado por un siempre eficiente Jude Law —posiblemente, lo mejor de todo el largometraje— hasta la protagonista, cuyo paso de joven drogadicta a asesina de élite carece del desarrollo necesario para funcionar, son la enésima excusa para desconectar, mirar el reloj, y esperar a que llegue el clímax lo más rápido posible.
Por suerte, entre tanto disparate, Reed Morano se las apaña para firmar unas escenas de acción que endulzan ligeramente el conjunto. Secas, exentas de efectismos y enriquecidas por un sentido de la espectacularidad que opta por el realismo, las set-pieces que salpimentan 'El ritmo de la venganza' logran maquillar a duras penas una trasnochada debacle en la que ni una entregada Blake Lively ni un desleído discurso empoderador aportan un mínimo de lucidez.
Ver 4 comentarios