'Ricky', de François Ozon. Realidad social con un toque fantástico

Con casi un año de retraso y coincidiendo absurdamente con el estreno en Francia de la siguiente película de François Ozon, ‘Le Refuge’, llegará a España el viernes, día 22 de enero, ‘Ricky’, que está protagonizado por Sergi López y Alexandra Lamy. No sé si nos traerán dos films del mismo autor en un año o si se arrastrará ese retardo a todo lo que haga este hombre. Otra cosa que puede ocurrir es que no se estrene nunca, como ha pasado con la anterior, ‘Ángel’, y con tantas otras suyas. Así va la distribución en nuestro país.

‘Ricky’ es un film que mezcla los temas sociales con una historia de cuento de hadas, dando origen a una desconcertante combinación. Una empleada en cadena de una fábrica de productos químicos conoce a un español que acaba de entrar a trabajar en el mismo laboratorio. Pronto surge la chispa entre ellos y no tardan en compartir vivienda. El paso siguiente llega enseguida y la protagonista le da un hermanito a su hija de siete años. El cuidado del bebé se convierte en un problema para la pareja, que ve difícil compaginarlo con sus trabajos. Además, el niño presenta repentinamente unos moratones en la espalda que hacen que Katie desconfíe de su novio y éste se marche de casa, ofendido por esa sospecha.

El origen de ‘Ricky’ reside en un cuento de la novelista inglesa Rose Tremain titulado ‘Moth’ (polilla). Se puede atisbar esta procedencia en el film, ya que todos sus sucesos se corresponden muy bien con el relato corto, un género —o formato— en el que la mezcla de fantasía con un realismo descarnado puede funcionar. No así con el cine, donde las imágenes, debido a su inevitable cercanía a la realidad, hacen más difícil esa amalgama. Si no se trata de una ensoñación o una serie de incisos que permitan cambiar el tono de la cinta en cuanto a la ambientación para que los momentos fabulosos se perciban inscritos en una falsedad casi de animación —es decir, lo que harían Burton, Jeunet y Caro, etc…—, la pertinencia se percibe más difícil. Así, los efectos especiales, aunque estén bien integrados, llaman más la atención que en otro tipo de película.

La narración tiene un rápido desarrollo, gracias a que el director y guionista traza unas pronunciadas elipsis que nos hacen saltarnos de un golpe varios meses en las vidas de los protagonistas. A esto se une una estructura centrada en un largo flashback que comienza tras una única escena extraída de la parte central de la historia. Es raro que, una vez el film ya está en marcha, no se retome nunca ese momento y no se sepa dónde encajaba. No sé si se tratará de otra maniobra de Ozon para aumentar el despiste o de un descuido, pero esta ausencia contribuye con esa sensación de estupor con la que se abandona la sala.

En el aspecto social de la película, hallamos elementos muy interesantes. El lugar de trabajo y, especialmente, el de residencia —esas viviendas sociales alienantes y destrozadas— nos sitúan de forma muy elocuente en el tipo de vida que llevan los protagonistas. El personaje de la madre soltera, trabajadora y luchadora, pero con un espíritu aún juvenil y con ganas de vivir la vida, nos llega inmediatamente. La actriz que la interpreta, Alexandra Lamy, es perfecta para el papel, ya que es una bella mujer, pero que acarrea todos los estragos que le ha supuesto su vida: está demasiado delgada, algo demacrada y no puede dedicar tiempo ni dinero a su cuidado personal. Sergi López es un magnífico actor y, por supuesto, su papel también está encarnado de forma perfecta. También en este caso podemos hablar de adecuación física, pues su aspecto permite la desconfianza que Katie tiene en Paco, a pesar de que su comportamiento siempre ha sido atento.

Los niños son los siguientes protagonistas y también cuentan con excelentes retratos de personajes. El comportamiento de Lisa, interpretada por Mélusine Mayance, más madura casi siempre que su madre, pero con las pataletas habituales en una niña a causa de los celos, refleja sin tacha lo que podría ser una pequeña de esa edad, que se ha visto forzada a despabilar antes de tiempo. El bebé, Arthur Peyret, tiene ese aspecto físico que hace reír y que da ganas de pellizcarlo, pero no por ese motivo queda privado de momentos molestos, ya que en estas definiciones Ozon sigue jugando al realismo y tiene que mostrar las dificultades, no sólo las alegrías, de la paternidad.

SPOILER: El final de ‘Ricky’ es otra de las facetas de la cinta que deja pensando sobre lo que se ha visto. Podría tratarse de un producto de la mente de Katie, que ya se ha dejado llevar, hundida en el lago. Pero su regreso nos dice que es una reconciliación con ese hijo y una aceptación de su libertad, ante lo cual, Ozon se aleja del tono realista mucho más de lo que se había despegado en el resto de la película, pues deberíamos suponer, a esas alturas, que existe un mundo donde ese niño puede sobrevivir por su cuenta. FIN DEL SPOILER

Ozon ha conseguido el extrañamiento, lo cual era, claramente, su motivación no sólo al abordar este relato, sino también al tomar todas las decisiones que hay en la cinta. No nos sorprende que fuese lo que perseguía, conociendo su filmografía. Pero se podría decir que, en este caso en concreto, el interrogante en la mente del espectador no juega a su favor, como otras veces, sino que puede hacer que nos inclinemos por concluir que hemos visto un despropósito vacío de significado, más que una intrigante historia de amor con ingrediente fantástico.

Trailer de ‘Ricky’ doblado al español y trailer en v. o.

Mi puntuación:

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