'La revuelta' ni siquiera intenta luchar contra 'El hormiguero' y sigue teniendo el espíritu de programa de nicho hecho por cuatro amigos en un garaje

'La revuelta' ni siquiera intenta luchar contra 'El hormiguero' y sigue teniendo el espíritu de programa de nicho hecho por cuatro amigos en un garaje

Y sí, claro que David Broncano preguntó por el dinero y por el sexo, porque la intención es hacer una temporada 8 encubierta de 'La resistencia'

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Grison

Por mucho que Álex Pinacho, el incombustible community manager de David Broncano desde los tiempos de 'La vida moderna' nos hubiera advertido que 'La revuelta' era, literalmente, "la misma mierda", era difícil imaginar hasta qué punto iba a ser una continuación natural de 'La resistencia'. Tanto, que Broncano y los suyos ni siquiera intentaron tapar o disimular el hecho de que, para ellos, lo que se emitió ayer no era un episodio piloto, sino el inicio de la octava temporada del programa que hace tres meses se despedía de Movistar Plus+. Con todas las las consecuencias.

Entre Pedro Sánchez y Pablo Motos

Para quien no sea habitual del humor que este equipo lleva cultivando desde hace más de mil programas, 'La revuelta' tuvo que ser un absoluto galimatías entre máquinas teletransportadoras, vaquillas del 'Grand Prix', tatuajes de Pedro Sánchez y Pablo Motos, sombreros mal avenidos, vídeos de presentación parodiando los de 'Gran Hermano' (esa Lalachus demostrando su talento innato) y un público gritando improperios al presentador que pedía que le regalaran neveras. Lejos de amedrentarse en su apuesta han decidido entrar con todo marcando claramente sus intenciones.

Hacer zapping ayer entre 'La revuelta' y 'El hormiguero' (con Victoria Federica como invitada, otra declaración de intenciones, por cierto), no era cambiar entre dos competidores que jugaban con las mismas cartas: era hacerlo entre dos maneras muy distintas de ver la televisión, que no necesariamente son excluyentes. Lo de Broncano es, por mucho que La 1 pretenda lo contrario, un programa de nicho para bichos raros (que ha empezado con un inusual, de momento, 17,1% de share). Lo de Motos, una fantasía de luz y de color con perros robóticos e invitadas monárquicas (que previsiblemente ha ganado la batalla de las audiencias). Claramente no ha venido a hacerle sombra ni a competir: ha venido a sumar y ofrecer una alternativa. Pero claro: eso no vende en los titulares.

El problema es que ayer todos los integrantes de 'La revuelta' estaban visiblemente nerviosos, con momentos de guion que en su etapa anterior se disimulaban mejor y que restaron frescura al programa. Grison bajó su contenido de chistes de drogas (o, al menos, los hizo más sutiles y, con ello, mejores), Broncano nunca estuvo más callado en una entrevista y, en general, se respiraba un poco de calma tensa, como diciendo "Sabemos que nos van a poner a parir, pero este es el programa que sabemos hacer". Personalmente creo que les honra no haber traicionado sus líneas maestras en su paso a La 1, pero, tristemente, no creo que vayan a ser muchos nuevos espectadores los que les sigan a lo largo de toda la temporada después de este inicio.

¡Broncano, hazme un Bizum!

Durante toda la semana, en 'La revuelta' han ido cebando que el primer invitado era demasiado fuerte como para poder decirlo de buenas a primeras. Que preferían guardarse a quién tenían en la manga para hacer sombra a la primera entrevista de Victoria Federica de Marichalar en 'El hormiguero'. Y la entrevista pudo parecer un troleo, pero realmente fue acertadísima y una manera de subrayar cuál es el ADN del programa: Aitor Francesena, campeón mundial de surf adaptado, que tiene una historia muy potente y una personalidad arrolladora (y que, todo sea dicho, se comió un poco el ritmo del programa).

La entrevista recordó a los primeros tiempos de 'La resistencia', donde los invitados no eran actores y músicos urbanos, sino personajes desconocidos para el gran público, como la Embajadora de Polonia, pero pecó de ser excesivamente seria, sobre todo para las ganas de juerga que tenía el invitado. Más allá de un par de bromas del equipo (Miguel Campos, siempre acertado en sus intervenciones), se le dio espacio y respeto con una doble finalidad: la primera, demostrar que 'La revuelta' no es lo que la gente tiene en su cabeza. La segunda, subrayar su nueva condición de servicio público y tratar de callar las bocas que no por mucho gritar han tenido más razón a lo largo de estos meses.

El primo tonto del pueblo

Ese fue el intento de Broncano al inicio del show, donde aclaró que no le había puesto ahí Pedro Sánchez "como si fuera el primo tonto del pueblo", no cobra 14 millones de euros (una realidad que muchos que jamás han pisado un plató de televisión ni saben los presupuestos habituales que se mueven hacen esfuerzos por no querer entender) y que este dinero sale de los propios presupuestos pre-aprobados de TVE, no de "los enfermos de ELA ni de la Guardia Civil". Por supuesto, son intentos fútiles: en redes sociales, los que ya estaban convencidos de lo contrario se pasaron la noche criticando cada aspecto del programa y repitiendo el mantra "¿A este le está dando el presidente 14 millones de euros mientras las listas de espera crecen en los hospitales?".

No sé si 'La revuelta' tendrá tirón aparte de la novedad, o si conseguirá que los chavales que veían la entrevista en YouTube a la una de la mañana o los cortes en Instagram al día siguiente tengan como nueva rutina poner la televisión a una hora concreta, pero es difícil desearles algún mal. Es un programa imperfecto, claro (siempre lo ha sido), al que aún le queda un tiempo para pulir su salto a lo público, y está por ver si en este salto pierde su frescura, es capaz de adaptarse a una audiencia avejentada que no entiende la filosofía del "Keep it cutre" o si puede esquivar las balas tanto de una competencia más engalanada que nunca (hablo de Pablo Motos, claro, no del pobre Carlos Latre) como de unas redes sociales que una vez han cogido una presa se niegan a soltarla hasta que haya muerto.

Revuelta

No es baladí su referencia inicial, más o menos buscada, a 'El show de Eric Andre', con Broncano rompiendo distintas pancartas (excepto la bandera de España): 'La revuelta' nace con la intención de ser un revulsivo, de mostrar que otra televisión es posible, incluso a aquellos que están a gusto con el anquilosamiento de formatos y que prefieren el lujo y oropel de 'El hormiguero'. Puede que se ruede en un teatro de la Gran Vía, pero tiene alma de programa hecho en un garaje entre cuatro amigos. Es generacional, de nicho, pequeño, absurdo y distinto a todo lo que se está haciendo en lo mainstream. Y solo por eso merece sobrevivir en este maremágnum televisivo de proyectos que no se atreven a serlo.

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