Este pasado viernes 31 de mayo llegaba a los cines españoles ‘R3sacón’ (‘The Hangover Part III’, Todd Phillips, 2013), tercera —y en principio última— entrega de la franquicia iniciada hace cuatro años por ‘Resacón en Las Vegas’ (‘The Hangover’, Todd Phillips, 2009). La saga ha acabado convirtiéndose en la trilogía cómica más exitosa de la historia del cine pese a las relativamente decepcionante cifras que está consiguiendo ‘R3sacón’, pero la cosa cambia mucho si nos fijamos no ya en sus méritos artísticos, sino simplemente en sus capacidades como entretenimiento para todos los públicos.
Soy consciente de que no escasean los cinéfilos que ya ante ‘Resacón en Las Vegas’ reaccionaron con cierta incredulidad, no terminando de ver lo que hacía que millones de espectadores a lo largo de todo el planeta la celebrasen como poco menos que la comedia definitiva. Nunca compartí ese entusiasmo, pero cuando vi la primera entrega sí que pasé un muy buen rato en el cine, cosa que no sucedió con ‘Resacón 2, ¡ahora en Tailandia!’ (‘The Hangover Part II', Todd Phillips, 2011), donde la tendencia a repetir y exagerar los méritos de su predecesora se volvió en su contra. Ya sabéis que tampoco acabé demasiado satisfecho con ‘R3sacón’, por lo que decidí revisionar ‘Resacón en Las Vegas’ para despedir definitivamente a la saga con el mejor sabor de boca posible, pero lo cierto es que no disfruté tanto como la primera vez.
Una comedia parcialmente relajada
Está claro que las consecuencias de la noche de desenfreno de la manada vertebran el contenido cómico de ‘Resacón en Las Vegas’, pero una de las grandes virtudes de la película es que no se dedica a amontonar gags esperando que algunos funcionen, sino que va desarrollando la historia de una forma sosegada, algo de lo que, por desgracia, prácticamente nada podíamos encontrar en sus dos secuelas. Una simple llamada telefónica sirve para dejar claro al espectador que algo importante ha pasado en la celebración de la despedida de soltero de Doug —correcto pero intrascendente Justin Bartha—, pero no sólo no van directamente al meollo, sino que Phillips se toma las cosas con calma para presentarnos a los cuatro integrantes de la manada.
Hasta 20 minutos se dedican para conocer las personalidades de Phil, un profesor de escuela que odia a sus alumnos, Stu, un pringado sometido a los designios de su novia, Alan, un cabra loca que no sabes por dónde te puede salir, y Doug, una persona más o menos normal que sirve como nexo de unión de los tres anteriores. No hay grandes gags en la fase de presentación y sí hay alguna situación que puede estar un poco fuera de tono —el peaje a pagar para evitar que algunos espectadores no desconecten antes de tiempo—, pero el trabajo de guión resulta imprescindible para que todos tengan posteriormente sus oportunidades de destacar individualmente al mismo tiempo que complementan a sus compañeros.
Aquí es donde creo que gana más peso el trabajo original de Jon Lucas y Scott Moore en el guión de la película, ya que ‘Resacón en Las Vegas’ está basada en un caso real en el que ambos extraviaron a un amigo suyo durante la despedida de soltero de éste en Las Vegas. Es cierto que Todd Phillips y Jeremy Garelick introdujeron varias tramas en la película —la más celebrada seguramente sea la del tigre de Mike Tyson—, pero todas ellas encaminadas a potenciar la comicidad de la historia que vamos descubriendo paulatinamente, pero sus aportaciones al tramo inicial son insignificantes cuando ese sentimiento de unión entre los personajes resulta clave para que ‘Resacón en Las Vegas’ no sea una más.
El día después
La libertad que ofrece la escena en la que los protagonistas se despiertan tras una noche de desenfreno es aprovechada por Phillips para romper el tono más calmado e iniciar un peculiar crescendo cómico que acaba convirtiéndose en la esencia de la película. Sin embargo, Phillips sabe jugar también con el suspense y niega cualquier información por adelantado al espectador, sumergiéndonos así en la investigación de Alan, Stu y Phil como si fuésemos un integrante más de la manada. Esto no quiere decir que no aparezcan ciertos problemas, ya que la necesidad de ir creando soluciones argumentales aún más exageradas que lo que habíamos visto justo antes funciona durante un tiempo, pero comienza su declive tras aclararnos todo lo sucedido en la mansión de Mike Tyson.
Mentiría si dijese que ‘Resacón en Las Vegas’ da en la diana en todos los gags que se acumulan en ese fragmento de la película, ya que hay excesos con los que Phillips no es que no quiera lidiar desde su trabajo de puesta en escena, sino que los da rienda suelta convencido de lo divertidos que resultan —y en ocasiones lo son, valga por ejemplo la primera aparición de Ken Jeong—. No obstante, es preferible esto al bajón de ritmo que se produce tras abandonar el hogar de Mike Tyson, no dudando en echar mano de una solución argumental muy discutible: Alan convertido en un genio del juego que recuerda al personaje interpretado por Dustin Hoffman en ‘Rain Man’ (id, Barry Levinson, 1988).
Algunos de estos detalles se compensan a través del trabajo del trío protagonista, empezando por un Bradley Cooper que funciona mucho mejor como el guaperas del grupo que cuando ha de ser el eje de la comedia —sus roces estando borracho con el tigre—, pasando por un Ed Helms que funciona a las mil maravillas como la víctima de varios gags por su reconocida sumisión hacia su esposa —una vez perdido esto, su personaje bajaría muchos puntos en las secuelas— y acabando por un Zach Galifianakis que se convierte en el alma de la película. Suyas son muchas de las mejores bromas y él consigue elevarlas aún más gracias a su talento innato para la comedia, resultando gracioso incluso en momentos aparentemente intrascendentes., ya que es casi imposible no encariñarse con Alan.
‘Resacón en Las Vegas’ no es una comedia desternillante y tampoco el entretenimiento definitivo, pero sí es una comedia con la que el tiempo se pasa volando y consigue arrancarte unas cuantas carcajadas a medida que va desvelando lo que habían hecho los protagonistas de la historia en esa noche de desenfreno. Eso sí, también hay situaciones que en un revisionado no terminan de funcionar igual de bien que la primera vez —la sorpresa a veces lo es todo—, pero pese a ello sigue siendo la mejor entrega de la improbable trilogía en la que ha acabado convirtiéndose.
Otra crítica en Blogdecine: 'Resacón en Las Vegas', rejuveneciendo la comedia
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