'Reflejos' fue el segundo remake que se estrenó entre nosotros hace algo más de una semana, tratándose esta vez de la versión norteamericana del film coreano 'El otro lado del espejo', cuya premisa argumental es realmente original y hasta cierto punto sorprendente. Que un material como el expuesto en dicho film quedara simplemente acariciado por su autor, desaprovechando casi por completo sus enormes posibilidades, dejaba una oportunidad de oro a un director tan interesante como Alexandre Aja para que aportara su peculiar estilo. El realizador de origen francés ya nos regaló dos muestras de terror que causaron cierto impacto, por un lado la tomadura de pelo 'Alta tensión', y el más que aceptable remake 'Las colinas tienen ojos', que superaba con creces el original de Wes Craven.
'Reflejos' era una buena ocasión para que Aja diese rienda suelta a todo su potencial. El problema surge cuando como protagonista cuenta con un actor incapaz de quitarse de encima su imagen de héroe televisivo ('24'), y querer añadir elementos innecesarios a la historia, por no hablar del enorme exceso de truculencias gratuitas. Y es que la película se debate entre sugerir, y subrayo lo de sugerir, alguna idea atractiva, y mostrar demasiado, perdiéndose en un guión sin sentido que se va más por las ramas que otra cosa.
'Reflejos' narra la historia de un ex-policía, trastornado por haber matado a un compañero suyo hace tiempo, que acepta un trabajo de vigilante nocturno para ir recomponiendo su vida, en la que por supuesto no faltan ni una mujer ni dos hijos (detalles éstos que no aparecían en el film original, que como no es norteamericano no necesitaba ir dando concesiones al espectador). Muy pronto en el lugar en el que trabaja empezará a ser testigo de cosas extrañas que no son de este mundo, de cosas provenientes del otro lado de los espejos, los cuales parecen guardar algo más que el reflejo que se ven en ellos. El mal en puro estado parece estar dentro de ellos.
Todo aquel que sea seguidor de la trepidante '24' puede tener la sensación de que está viendo una especie de variante de la misma. Es como si Jack Bauer se hubiera tomado un descanso, y así ha sido entre las temporadas sexta y séptima, y hubiera experimentado un cuento de terror sobrenatural en sus vacaciones como agente del gobierno. Ben Carson no es más que un sosias de Bauer, algo más controlado y cercano al espectador (está realmente obsesionado por haber matado a un ser humano, a diferencia de que Bauer no hubiera ni pestañeado por ello), pero con los mismos ataques de furia, la misma pose, la misma cara de preocupado, y su misma obstinación por resolver el caso, aquí el intento de librarse de las fuerzas del mal. Con esto no quiero decir que Kiefer Sutherland, que ya probó suerte en el género de terror hace años con las estupendas 'Jóvenes ocultos' o Línea mortal', ésta última uno de los modelos a seguir por Aja en su trabajo, esté mal en su papel; el actor tiene el carisma suficiente como para resultar del agrado del público, aunque sus registros dramáticos sean menos de los que nos quiere hacer creer. Y al igual que en la mencionada serie televisiva, Sutherland es la estrella de la función, y parece querer chupar todo plano posible. A su lado, nada tiene que hacer actrices como Paula Patton, de increíble parecido físico con Halle Berry, o Amy Smart. La primera protagoniza un insípido y alargado de más, momento de madre coraje tan de moda en el cine, que nada aporta al film. La segunda protagoniza el que sin duda es el instante más impactante de la película, el de la mandíbula. Y no necesito decir más, para no desvelar nada. Un momento muy acertado ése en el que Aja muestra su exquisito gusto por lo gore, no resultando injustificado: lo desconocido está al otro lado del espejo, nuestra propia imagen nos obliga a hacer cosas inimaginables de consecuencias irreversibles y mortales, y puede suceder en un momento tan apacible como el de tomarse un relajador baño. La escena muestra sin prejuicios todos nuestros terrores internos y los representa físicamente de una forma que nunca podremos olvidar.
El resto de la película es fácilmente olvidable, aún teniendo en cuenta los esfuerzos de Aja por crear ese ambiente malsano que le ha caracterizado desde su primer film y que aún hoy es lo mejor de su estilo. Pero en esta ocasión, el guión da demasiados tumbos de un lado a otro creando confusión al otro lado de la pantalla, donde tenemos la sensación de asistir a un producto vacuo y sin sentido. Su tramo final es buena muestra de ello, un completo festín de efectos visuales protagonizados por una monja con aspiraciones a ninja, y que termina de redondear todo el caos argumental de la cinta, que recoge lo mejor del film original, pero lejos de darle una explicación coherente se pierde en sus propias pretensiones y aspiraciones. No hay ni la más mínima coherencia en la propuesta de Aja, y hasta estropea el sorprendente final de su predecesora, convirtiéndolo aquí en un giro casi disparatado, en el que encima se comete cierta incongruencia formal que estropea el momento.
'Reflejos' podía haber sido un film fundamental en el género de terror moderno, si es que tal acepción existe, y se queda en muy poca cosa. Aja empieza a estar encasillado como director de remakes, aunque en alguna que otra entrevista asegure mil y unas veces que no. Su próximo film será 'Piranha 3-D', nueva versión del clásico de Joe Dante. De momento Aja ha salido triunfante con su primer reflejo (permitidme el chiste fácil) de otro film, y ha fracasado en el segundo, decepcionante en sumo grado, aunque para aquellos que esperáis como agua de Mayo la nueva temporada de las brutales aventuras de Jack Bauer (y que prometen sorpresas de alto voltaje) os la podéis tomar como un aperitivo, eso sí, muy flojo.