Prácticamente nadie apostaba ni un euro por el posible éxito comercial de ‘Red’ (id, Robert Schwentke, 2010), adaptación de un cómic de Warren Ellis y Cully Hammer en el que la vida de un grupo de agentes especiales retirados corre peligro por lo que conocen sobre una operación que podría poner en peligro la apacible posición de varios mandamases. Su éxito tampoco fue especialmente atronador, pero dejó tan buen sabor de boca entre el público que la idea de dar luz verde a una secuela era demasiado tentador como para que los ejecutivos de Lionsgate y Summit lo pasasen por alto.
La principal diferencia es que en esta ocasión no contaban con un material de partida previo que, eso sí, luego desarrollar a su antojo, por lo que decidieron no arriesgarse y contrataron a Jon y Erich Hoeber, los mismos guionistas que se ocuparon del libreto de la primera entrega. La idea era que ‘Red 2’ (id, Dean Parisot, 2013) mantuviese el espíritu de su predecesora, aunque haciéndolo más a lo grande, por lo que no se dudó en adjudicarle un presupuesto que prácticamente duplica al de ‘Red’. El resultado es un digno entretenimiento que no se queda muy lejos del nivel exhibido por la simpática primera entrega.
Los viejos rockeros siguen sin morir
La sabia y delicada mezcla entre comedia y acción era el punto fuerte de ‘Red’, cinta que, por otro lado, no explotaba al máximo sus posibilidades argumentales, ya que se notaba un mayor interés en que funcionasen escenas de forma aislada que en que su conjunto estuviera correctamente cohesionado. Esto se traducía en que el espectador notaba la sensación de que sus protagonistas se lo habían pasado en grande y podía pasárselo pipa si se dejaba llevar por ahí —había varias escenas tan exageradas como efectivas que ayudaban a ello—, pero también era demasiado obvio que la parte seria del relato hacia aguas por todas partes y cuando peor funcionaba la película era cuando más peso tenía ésta, algo que resultaba especialmente evidente durante los últimos minutos. En ‘Red 2’ viene a pasar lo mismo.
Cierto es que la frescura de la primera entrega ha desaparecido, pero no hay ninguno de los viejos conocidos ha visto adulterada su personalidad —lo más molesto sería la quizá demasiada breve aparición de Brian Cox—, siendo en las nuevas adiciones donde hay material para todos los gustos. La gran sorpresa es un divertidísimo Anthony Hopkins —¿hace cuánto que no le veíamos en una comedia?— que ayuda a mantener con vida la película cuando parecía que a los Hoeber se les habían acabado las ideas y todo empezaba a volverse un tanto redundante —antes de él lo más llamativo es la simpática aparición de David Thewlis—, pero a cambio tenemos que lidiar con una intrascendente Catherine Zeta-Jones —sus primeras apariciones tienen su punto, pero su personaje acaba siendo poco mejor que una molestia—, sin olvidarnos de un Byung-hun Lee que sólo sirve para añadir unas capa extra de espectacularidad que la película no necesitaba.
La labor de hacer olvidar la ausencia de Robert Schwentke tras las cámaras estaba lejos de ser un reto para Dean Parisot, ya que no había grandes ideas de puesta en escena en la primera entrega y el segundo ya había demostrado unas mayores virtudes para exprimir las posibilidades cómicas en ‘Héroes fuera de órbita’ (‘Galaxy Quest’, 1999), simpática parodia de Star Trek que de estrenarse hoy a buen seguro que hubiera tenido un mayor éxito del que gozó en su momento. Sin embargo, Parisot opta por no complicarse demasiado y mantiene la línea marcada por Schwentke, es decir, dejar que sean los protagonistas los que realmente brillen y sólo se inmiscuye la parte de acción, donde ‘Red 2’ cae en ciertos excesos —lo ya comentado del personaje de Byung-hun Lee— que en la mayoría de ocasiones únicamente sirven para normalizar una película que jamás debería haber caído en ese error.
La diversión de ‘Red 2’
De lo que no puede acusarse a los Hoeber es de haber olvidado a sus personajes, ya que lo clavan en lo referente a los diálogos que éstos han de recitar —estupenda la secuencia relacionada con la no muerte de uno de ellos— y los modos en los que éstos se relacionan entre sí o cómo reaccionarían ante determinados eventos. No hay grandes novedades en este punto respecto a ‘Red’, pero tampoco cae en el error de resultar mecánico y/o repetitivo, uno de los grandes problemas en los que caen las secuelas que intentando repetir los logros de su predecesora acaban cayendo en el mayor de los ridículos.
Tanto Bruce Willis como John Malkovich, Helen Mirren y Mary-Louise Parker tienen sus oportunidades para lucirse y recuperar el cariño del espectador, siendo la clave a la hora de la verdad lo que uno disfrute con cada uno de sus personajes. La única nota negativa es que la locura de Malkovich ha perdido algo de fuerza, pero no lo suficiente como para que pierda su encanto. Puede que ‘Red 2’ no alcance el nivel de entretenimiento que nos ofreció su primera entrega, pero sí es una digna secuela que permitirá pasar un rato entretenido a los que quieran ver más de los jubilados más graciosos y letales del mundo del cine.
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